Por Isabel Vargas Torres
Daniel Noboa, embebido del poder, proclama a su madre como candidata para la Asamblea Nacional, con la intención que el «clan Noboa» convierta al país en su hacienda. Su pretensión es concentrar el poder en su círculo familiar y de negocios, lo que conlleva al peligro que Ecuador quede sin fiscalización, en continuo saqueo y con una economía sumida en la crisis y cada vez más debilitada.
El descontento de la población se esclarece, cada día más; las encuestas demuestran la caída de la credibilidad de Daniel Noboa ya que está demostrando que mintió al decir que era lo nuevo, la realidad: siempre fue lo viejo.
Durante el mandato de Daniel Noboa, se implementaron políticas que favorecieron a las grandes empresas, a expensas de los derechos de los trabajadores.
En este periodo de ocho meses, aprovechándose de la inseguridad que acecha a la población, con el respaldo de la Revolución Ciudadana, PSC, Construye, etc.; han introducido la avalancha de medidas neoliberales qué favorece a los grandes empresarios y empobrece más a los sectores populares; 200.000 pobres han pasado a la extrema pobreza, incrementado la desigualdad.
Según un informe de Transparencia Internacional, Ecuador ha visto un aumento en los casos de corrupción en los últimos años, especialmente en el sector de las contrataciones públicas que benefician a las empresas del círculo cercano al presidente de la República, como El Ordeño; sus inmobiliarias entre otras empresas, mismas que le deben USD 100 millones de impuestos, al Estado. La reciente contratación de la barcaza de generación eléctrica, sin un proceso de licitación transparente; es solo un ejemplo de cómo la corrupción sigue beneficiando a unos pocos.
Estos riesgos subrayan la importancia de mantener una clara separación de poderes entre lo público y lo privado; para que no suceda lo de Olón. Asegurar que ninguna entidad o grupo tenga un control monopólico sobre el país y el gobierno. Es crucial que los ciudadanos se informen y participen activamente en el proceso democrático para evitar que los mismos de siempre perpetúen los problemas de siempre. Votar por los mismos de siempre nos traerá los problemas de siempre. En las barriadas populares ya se escucha el estribillo de «los que no hemos traicionado a la Patria, nuestra Patria debemos gobernar»