Autor: Juan Carlos Zapata
La economía mundial capitalista -de todos los países sin excepción, incluyendo Cuba y Corea del Norte, que se autodenominan socialistas y China que es socialimperialista- sigue con un estancamiento y un decrecimiento que se ha prolongando por lo menos en más de un lustro, tomando como referencia la crisis ecónomica de 2019, por lo que sigue avisorando el estallido de una nueva, profunda y cruenta crisis económica.
La guerra comercial desatada por EE.UU., es una de las medidas, junto con otras como la de extender su territorio, desesperadas que busca recuperar sus pérdidas y obtener nuevas ganancias con la inyección de dinero desde otros países para ser capitalizados por la oligarquía estadounidense, guerra que sin embargo abre una situación que profundiza las contradicciones entre las mismas potencias, como las de los países dependientes y el imperialismo.
De allí la agresiva estrategia imperialista de seguir colonizando y dividiendo las naciones en pequeños territorios como en los Balcanes, pero ahora con Irak, Libia, Siria, Líbano, Oriente Próximo, etc., para seguir con su política de rapiña por los recursos naturales de esos y otras naciones. EE.UU, China y Rusia, están imponiendo la actual política imperialista, mismas que se siguen disputando la hegemonía, usando todas las medidas ideológicas, económicas, financieras, sociales, políticas y militares, que principalmente buscan elevar sus tasas de acumulación de capital, detener la siguiente crisis ciclíca y golpear a las masas proletarias y los pueblos con el proceso de fascistización.

No hay un nuevo orden mundial como pregonan intelectuales y voceros del capitalismo, sino un cambio en la correlación de las fuerzas imperialistas; uno de los bloques o los sectores del capital, ahora quiere imponerse sobre el otro y sobre los pueblos: el bloque que encabeza Trump, coincide (ya sucedia eso desde su primer mandato) con el bloque que encabeza Putin, lo que los está llevando a una negociación no solo sobre la guerra y los recursos de Ucrania, sino a compromisos económicos y comerciales que los beneficie mutuamente y por el momento sin confrontaciones. Pese a ello la alianza de Rusia con China se mantiene y se extiende a Irán y su penetración en Africa. El bloque que encabeza Biden junto con los europeos, principalmente de Alemania (Scholf) y Francia (Macron), no está saliendo bien librado y están siendo desplazados de sus gobiernos por el otro bloque y enfrentando graves problemas económicos y políticos, resultado en parte de su papel en la guerra en Ucrania, pero sobre todo como parte del desgaste de su política económica que ha empeorado las condiciones de vida de las masas trabajadoras de sus países. Ninguno de estos dos bloques, de la oligarquía financiera imperialista, son soberanistas o nacionalistas, más bien siguen siendo chovinistas (fascistas) y continúan con su política de colonización y división de más naciones.
Las oligarquías de EE.UU., y Rusia encabezados por Trump y Putin avanzan con el reparto de Ucrania -también en realizar negocios sobre el cosmos con Ellon Musk-, buscando detener la guerra, sin embargo, las potencias europeas del bloque están insistiendo en continuarla, porque han sido afectados economicamente por su participación en esta y están siendo excluidos de los beneficios que ahora pretende llevarse el bloque de Trump y porque además es su salida a los graves problemas económicos que enfrenta, (además no cuentan con capacidad propia para continuarla pues están subordinados a EE.UU, aunque buscan rebelarse a Trump), sin embargo buscan mediante diversos mecanismos –a través de la provocación- que los mismos estadounidense se involucren en ella.
Rusia y China, junto con la pequeña burguesía y la socialdemocracia a nivel mundial buscan y llaman a plegarse a su bloque, particularmante como BRICS, presentandose como el bloque “bueno” frente a los estadounidenses, pero debemos tener claro que ni este, ni el otro bloque son alternativa para los proletarios y los pueblos del mundo, pues todas las potencias son imperialistas. Por ejemplo, entre otras cosas, eso se puede ver al no intervenir para detener el genocidio en Palestina, y más bien han permitido al sionismo fascista isarelí que siga violando la reciente tregua y masacrando palestinos; por el contrario Netanyahu sigue sin ser detenido por sus crimenes y se pasea impunemente por donde quiera. Mientras la resistencia palestina ha detenido su acción militar de resistencia para continuar con la expulsión de los invasores.
Es en este contexto que la ofensiva de todos los capitalistas contra las masas proletarias se recrudece, debemos seguirla enfrentando con organización y movilización, tomando las calles, construir el Frente Único y el Frente Popular Antimperialista y Antifascista, elevando las formas de organización y de lucha; no bajar la guardia frente al proceso de fascistización y al fascismo, poniendose al frente como Partido y como Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas, para avanzar en la acumulación revolucionaria de fuerzas, hacia la revolución proletaria.