Por Francisco Garzón Valarezo
Cuando Guillermo Lasso fue gobernador del Guayas en el gobierno de Jamil Mahuad, marcó su grito de guerra con la frase: “La ley es la ley”, y la exhibía y repetía a cada rato como argumento para garrotear a quienes reclamaban. Metió preso a un alcalde y al presidente de la Federación Médica que dirigió una demanda por el pago atrasado de sus sueldos. En un mes encarceló a 103 protestantes.
Resultará extraño para quienes olvidan el accionar de la burguesía, que ahora les fastidie una ley que no les gusta. Frente al escándalo de los Papeles de Pandora, el equipo del señor Lasso, se ha lanzado a desprestigiar el trabajo de cientos de periodistas que publicaron el informe.
Que no hay pruebas, dicen, al igual que el prófugo Correa. Denigran el trabajo de la Comisión de la Asamblea porque le faltan tildes, le faltan puntos y comas, porque han cambiado ese por zeta, que no hay haches.
Xavier García Albiol acaba de ser destituido de la alcaldía de Badalona en España por el tema de los Pandora. El martes 9 de este mes de noviembre, la Cámara de Diputados de Chile aprobó iniciar el juicio político para destituir al presidente Sebastián Piñera.
En estos casos, y con seguridad en otros que todavía no revientan, nadie jode con la cantaleta del golpismo ni que van a perturbar el orden. Se trata, como decía Lasso hace 23 años, de que “la ley, es la ley”.
El caballo de batalla de los alcahuetes de Lasso, es que hicieron la ley con dedicatoria, olvidando, por interés, que antes que sea ley, prohibir los paraísos fiscales para los servidores públicos, surgió de la consulta popular del 19 de febrero del 2017, y antes de eso, de una larga trayectoria debatida en la Asamblea Nacional. Aquí se les ahoga el argumento de la seguridad jurídica que proclaman sin desmayo los burgueses. Ahora que tienen la soga al cuello, sin ninguna vergüenza defienden la evasión de impuestos, la salida de capitales, el testaferrismo y no les importa un pito la seguridad jurídica. Hacen alharaca cuando un ratero se roba un celular y exigen la pena de muerte, pero cuando uno de su bando roba millones, se hacen los pendejos.
Dicen que Lasso ha ganado su plata honradamente, queriendo justificar la vigencia de un capitalismo que ellos suponen como un régimen social natural y espontáneo de la historia, y no como un sistema impuesto con la ferocidad de imperialistas y burgueses.
Otro argumento ridículo es el de ubicar a Correa como único adversario del gobierno, relegando, asimismo, por interés, la participación popular que será determinante para dirimir el escenario que se acerca.
La oligarquía está asustada. No se explica la campaña envenenada contra los dirigentes sociales. Conocen bien lo que le pasó a Mahuad, a Bucaram, a Gutiérrez. Saben lo que ocurrió en octubre del 2019, y saben que otro levantamiento popular no será igual a los anteriores.