La Polipandemia

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Por Jaime Chuchuca Serrano

El discurso pandémico se ha normalizado y en varios sentidos ha dejado imponer el miedo primigenio con el que empezó. Sin embargo, el aparecimiento de las nuevas cepas es usado nuevamente como una herramienta política en la población. Las nuevas olas de contagio del coronavirus en Europa y los decretos de confinamiento, comprueban que la pandemia no ha terminado aún.

La polipandemia (políticas de la pandemia) si bien tiene el objetivo de defender a la población del contagio masivo, en la real politik ha causado estragos increíbles, todos los organismos platean que serán difíciles de superar a corto plazo. El trabajo, la producción, el mercado, la educación, la salud, la psicología y otras formas de relaciones sociales imprescindibles para la convivencia humana han sido alteradas. El mero anuncio de la OMS de la amenaza de la nueva variante ómicron hizo caer el precio del petróleo en 10 dólares. Esa medida supuso la disminución de la inflación en poco tiempo, mucho más efectiva que la medida de Biden de ampliar la extracción petrolera de EEUU.

Los países que han logrado la vacunación en más de la mitad de la población han regresado de modo seguro a la presencialidad en todos los sentidos. Latinoamérica tiene un importante ritmo de vacunación, según Our World Data, hasta el 22 de noviembre, 12 de sus países estaban entre el 60% y 80% de la vacunación (Cuba 89%, Chile 87%, Uruguay 80%, Argentina 79%, Brasil 76%, Costa Rica 74%, Ecuador 74%, Panamá 68%, Colombia 68%, El Salvador 68%, Perú 65%, República Dominicana 63%, México 58%), otro grupo de cuatro países están en el rango del 40% (Venezuela 48%, Paraguay 45%, Honduras 40% y Bolivia 40%); y tres países están en el grupo más rezagado de la vacunación: Guatemala 31%, Nicaragua 19% y Haití 0,93%. Esta profunda desigualdad en la vacunación, y que tiene a Haití a la zaga, muestra la profunda problemática pandémica heterogénea en recursos, políticas y acceso a la salud.

La polipandemia orquestada en América Latina y el globo se ha mantenido en los límites del control situado en la globalización monopólica, pero está alejada de la inclusión de los grupos sociales vulnerables y de los países pobres. La precarización laboral y el desplazamiento de los derechos humanos, en una sociedad sumisa a políticas nacionales y regionales, son procesos pendientes de solución por los débiles sistemas democráticos mundiales.

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