Por Francisco Escandón Guevara
Nuevamente el gobierno fue derrotado. La Asamblea Nacional archivó la Ley de Inversiones e implícitamente retó a Guillermo Lasso a convocar la muerte cruzada para resolver la crisis política vigente.
No era una ley más, para el régimen era la oportunidad de oro para privatizarlo todo. A nombre de concesiones o delegación de funciones a privados, el banquero pretendía vender el patrimonio nacional por 30.000 millones de dólares, imponer el libre comercio y precarizar más el trabajo con la apertura al régimen de maquilas.
Desde el inicio del mandato, Lasso sabía que su bloque parlamentario, agregados los aliados de alquiler, era insuficiente para aprobar sus iniciativas legislativas. Durante su gestión los acuerdos que consiguió se inscriben a la inicial elección de las autoridades de la Asamblea y a un pacto oscuro con el correísmo que permitió la vigencia, por el ministerio de la ley, de la reforma tributaria. Lo restante es un tropiezo tras otro.
Las rabietas del banquero, por el archivo de su ley fondomonetarista, están fuera de lugar. El autoritarismo no le permite reflexionar que el proyecto neoliberal tampoco tiene cabida en la calle, su designación como presidente es la consecuencia de un fraude en la primera vuelta electoral y un voto reactivo ante la amenaza del retorno del correísmo en el balotaje.
El gobierno está castrado, deambula en un laberinto cada vez más estrecho y enrevesado. Como salidas posibles le queda convocar a muerte cruzada a riesgo de no ser reelecto, pactar con el correísmo a cambio de impunidad a los corruptos o agonizar sin legitimidad alguna.
Hasta tanto, Lasso deberá probar que algunos asambleístas pidieron cargos públicos y dinero para suscribir la Ley de Inversiones, de no hacerlo será cómplice de esos avivatos o pasará como mentiroso a la espera de otra tormenta en la Asamblea Nacional.
Es evidente que será difícil sortear la parálisis institucional, pero más complejo es resarcir el débil apoyo popular del gobierno. Contrario al proyecto político y económico de Lasso está germinando un movimiento social que puede desembocar en un nuevo levantamiento que exija la salida de todos.