Atuntaqui: relatos de tiempos idos

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Parque Central Atuntaqui

Por Gustavo Báez Tobar*

“La historia es la maestra de la vida”, nos enseñó Cicerón. A la luz de la sentencia, adquiere especial relevancia este interesante relato que lo encontré en mi archivo personal, escrito por el querido amigo, distinguido maestro Arturo Recalde Guerra, pero que también podemos considerarlo dentro de nuestras tradiciones orales, y por tener un contenido histórico que reseña las hazañas heroicas de los atuntaqueños, de hace un siglo, voy a resumirlo así.

Cuando aún era niño oí hablar de un excelente músico, como fue don Juan Manuel Maya, (una calle en Atuntaqui lleva su nombre) entonces maestro de capilla de la parroquia. Me remito al primer cuarto del siglo XX, cuando el pueblo pugnaba por mejorar la presentación física de su parroquia, para convertirla en Cantón. Santos deseos que solo se cumplieron el 2 de Marzo, en 1938.

Para entonces Atuntaqui contaba con una muy buena Banda de Música, dirigida por Juan Manuel Maya, que la había formado gracias al donativo de una parte de los instrumentos por el filántropo anteño  Alejandro Andrade. Esta Banda que a veces rivalizaba con creces con la veterana de Cotacachi, en donde figuraban como integrantes: Segundo Luis Moreno y Marco Tulio Hidrobo. La Banda dirigida por Maya era la encargada de amenizar los diferentes actos públicos de carácter religioso y social en Atuntaqui, y de ella se cuenta que por dos ocasiones fue a pies hasta Quito, en donde participó en sendos concursos, y en uno de ellos obtuvo el primer premio. De esta tradicional Banda salió el BOMBO, instrumento con el cual se convocaba a los pobladores a las mingas, pues el retumbe en cada esquina, era más que una orden para los ciudadanos que presurosos se concentraban en el lugar convenido.

Por otro lado, Ibarra y sus parroquias, desde 1917, estaba comprometida a construir el terraplén sobre el cual se asentarían los rieles del tren para la vía Quito-Ibarra-San Lorenzo, que justo atravesaba el caserío de Lourdes (hoy Andrade Marín). Los pobladores de Atuntaqui tuvieron la visión acertada de construir una calle que, siguiendo la actual General Enríquez, llegue a la vía férrea. Una vez emprendida la gestión de ensanchamiento esa vía, se toparon con un inconveniente, pues, a la altura de la Acequia Baja, se levantaba la casa de dos pisos de la familia Michelena, quienes se opusieron tenazmente, y en su lugar pretendían que la calle debía dar un giro por la propiedad de don Arsenio Guerra, evitando así que la Enríquez tenga la rectitud y estética que ahora tiene. Se produjo la polémica, porque los Michelena hicieron valer sus influencias ante las autoridades ibarreñas y los gestores de la minga para que esa propiedad no se la toque; el pueblo, en cambio insistía a toda costa, la rectitud de la calle.

Tanto es así, que los organizadores señalaron un día de noviembre de 1920 para emprender en la tarea, para lo cual muy por la mañana toda la gente tenía que estar a la expectativa del sonido del bombo,  pero, ¡oh sorpresa!, el bombo no sonó. ¿Qué había pasado? Horas más tarde bajaba por la General Enríquez el joven Alberto Espinosa encargado del bombo, y a la pregunta que doña Rosita Cueva le hiciera por qué no ha sonado el bombo, el aludido le contestó con aire de decepción y rabia, más o menos en estos términos: “Ya no hay minga para tumbar la casa, Rosita, los Michelena con un picante han convencido a la autoridad y a los dirigentes para que la calle tome otro rumbo sin tocar la propiedad de los gamonales, ahora, los organizadores están tomando trago en la cantina de don Manuel Zumárraga”.

Entonces, doña Rosita Puma, enfurecida gritó: “¡Carajo! No haber en Atuntaqui alguien que proteste en contra de 4 gamonales que siempre quieren manejarnos a su antojo”.

Apostaron los dos sendas botellas de trago para impulsar un segundo intento, Alberto tocaba el bombo y doña Rosita profería gritos desesperados invitando a los atuntaqueños a la minga. No esperaron muchos minutos cuando la multitud se congregó en el sitio convenido para emprender en la obra. A los gritos de ¡abajo los gamonales! ¡queremos progreso para Atuntaqui!, los mingueros armados de hachas, palas, barras, azadones, y a los gritos de doña Elisa Vallejos, de Mariana Almeida (la ojona), Rosario Rocha, el viejo portón de calle se vino abajo en pedazos, y luego las paredes del lado sur; los dueños de casa, asustados, tuvieron que abandonar su casa y buscar refugio en otra parte. “El pueblo se había convertido en una máquina diabólica de demolición”, -nos relata Arturo Recalde- dejando en pocas horas la línea de fábrica expedita para rectificar la calle, favorecidos ya con la claridad de la luna, en esta bella provincia azul.

Según refieren los que ahí estuvieron protagonizando ese heroico evento: “A las 10 de la noche, la gente después de la minga, regresó a sus casas,  cansados, sudorosos, pero en silencio, con miedo de que las autoridades de Ibarra, pudieran tomar represalias”. Por eso, al día siguiente no se vio a ningún ser humano por las calles de la población, pero la mayor parte de los habitantes se encontraba detrás de las puertas de calle, atentos sobre alguna incidencia, para en caso necesario presentarse en masa, y, así  como en Fuente- ovejuna responder, “todos a una”.

Ventajosamente no sobrevino ninguna consecuencia judicial, pero el pueblo de Atuntaqui saboreó el manjar de su sueño, de ver delineada la calle que la creyeron útil para su expansión y progreso. Juan Manuel Maya, Director de la Banda, que de seguro estaba alentando patrióticamente a los mingueros con sus melodías, esbozó un hermoso sanjuanito, que ha pasado a la historia con el nombre de EL TUMBE, un hermoso sanjuanito. Recuerdo valioso que evoca un hecho valiente, liderado por gente humilde, pero decidida, con un corazón enorme que soñaba en un Atuntaqui grande.

El l2 de Febrero de 1938, el General Alberto Enríquez Gallo, firmó el Decreto Supremo de Cantonización de Antonio Ante, en homenaje al recordado prócer de la Independencia. El 2 de Marzo de aquel año se instaló el primer Concejo Municipal que lo presidió el prócer anteño Julio Miguel Aguinaga.

 A toda esa gente, valiente, patriota y emprendedora es que rindo pleitesía de admiración y cariño en esta efemérides cantonal, porque la historia de los pueblos está nutrida de pequeños hechos que configuran la gloria total.

Hace pocos días, recorrí, a propósito, el tramo de esta calle, desde Orozcotola hasta el antiguo carretero, quedé asombrado de la cantidad de casas e inclusive urbanizaciones que la bordean, extendiéndose así la parroquia urbana de Andrade Marín, en forma sorprendente; y pensé que adquiere mayor importancia, el relato de EL TUMBE, que dio lugar  a una Calle General Enríquez, que lo menos calculo ya sobrepasa los 6 kilómetros de largo, si la recorremos desde el estacionamiento de la Flota Anteña, del barrio Secadal, hacia el oriente, hasta el antiguo carretero. Así Atuntaqui se agiganta, se engrandece, más si tomamos en cuenta la calle transversal Simón Bolívar (que en aquellos años la llamábamos calle Real) misma que, desde las orillas de Chaltura hacia el Sur, colinda con San Roque. Atuntaqui, así mirado desde el cielo debe ser una gigante cruz, como bendición en el corazón de Imbabura.

 ¡Así la miro a mi tierra, grande próspera! ¡Así la sueño hermosa, atractiva y acogedora!

Así la admiro a mi tierra grande, noble, gigante… porque no es un mito el alma de Cacha, es la pura realidad; con su bandera blanca ennoblecida en las manos de pulcros trabajadores, salió a las urnas el 5 de febrero de 2023, a rechazar el engaño y la mentira, para cuidar su pan y el de sus hijos. Atuntaqui tiene sangre rebelde, como rebelde fue la sangre que nutrió las pequeñas y grandes glorias del ayer, coronadas hoy por la aureola de la dignidad y honor inmarcesible de sus hijos. ¡Loor al Cantón Antonio Ante!

Somero perfil de Juan Manuel Maya

Don Juan Manuel Maya fue uno de los ilustres ciudadanos anteños que precedieron a Don Julio Miguel Aguinaga en la organización frecuente de este maravilloso sistema de trabajo comunitario como es las mingas, en beneficio del progreso material del pueblo. Fue uno de los exponentes del arte de Orfeo en Atuntaqui: compositor, director de bandas y orquestas, maestro de capilla de la parroquia.  Tenía una educación delicada y exquisita. Inyectaba la mejor pureza del arte en el melodio, en los coros de la Iglesia para la música gregoriana y para interpretar a tres y cuatro voces fragmentos de obras de Palestrina, Tomás de Victoria, de las trovadorescas cantigas de Santa María de Alfonso el Sabio, de Brukner, de César Frank y de otros grandes compositores de música religiosa, según lo anota el maestro Arturo Recalde Guerra

La banda de músicos dirigida por Juan Manuel Maya estuvo integrada por:

Miguel López, trompetista; Teófilo Grijalva, clarinete; Alberto Silva, clarinete; Pedro Rojas, clarinete; Alejandro Ruiz, clarinete; Manuel Villegas, trompeta, Reinaldo Ayala, trompeta; Gabriel Recalde y  Abraham Ayala, tambor; Juan Manuel Burbano, bombo; Ángel Meza, trombón; sarzo o saxo: Luis Meza, Miguel Meza Jorge Villegas, Eleodoro Terán, y Ángel Silva. Juan Noboa, bajo, lo mismo que Leonidas Noboa y Alfonso Grijalva y Julio Melo; Leonidas Recalde, barítono. Siendo el trompetista Manuel Villegas, uno de los músicos mayores de la banda, por varios años. (el músico mayor era el que sustituía la ausencia del Director). Mi cariñoso recuerdo para este magnífico grupo de cultores de la música, cuyos nombres debemos conservarlos en los mejores sitios de la historia anteña.

Mi cariñoso saludo al Cantón Antonio Ante, con ocasión de celebrar el octogésimo sexto Aniversario. Hago fervientes votos por su creciente adelanto en el orden industrial, comercial, agrícola, gastronómico, turístico , deportivo y cultural.

*Vicepresidente del  Centro Cutural  de “Antonio Ante”

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