Por Francisco Escandón Guevara
Temporalmente los incendios forestales de Australia coinciden con los que sufrió la Amazonia brasileña y boliviana el año anterior, son cinco meses de incontrolables llamas avivadas por las altas temperaturas, las sequías prolongadas y las olas de calor.
Hasta ahora el desastre cuantifica 10 millones de hectáreas de territorio quemado, 5 veces más que en la Amazonia, 1250 millones de animales muertos, el 70% de las selvas tropicales estatales en peligro, más 250 mil personas están desplazadas de sus viviendas y no menos de 30 vidas humanas se perdieron.
El origen de esta catástrofe es el modo de producción imperante que promueve la ampliación de la frontera agrícola y pecuaria, los agronegocios para la exportación, el extractivismo de minerales, la mercantilización de la naturaleza, el exacerbado consumismo, etc.
Es esa forma de producir capitalista, que privilegia un perverso proceso de acumulación de riqueza en beneficio de monopolios y transnacionales, la que está amenazando la vida y la naturaleza del planeta.
Australia, el segundo país con mayores exportaciones de carbón del mundo, es un claro ejemplo de esa lógica criminal: mientras los incendios de alta densidad se multiplican, sus territorios están desangrados por la múltiple actividad minera.
Tal parece que profundizar las ganancias de los grandes ricos es primero, quizás por ello el primer ministro australiano, Scott Morrison, se suma al imperialista Trump al negar la existencia científica del cambio climático y apuesta por abandonar el Acuerdo de París cuyo propósito es evitar que la temperatura promedio del planeta supere los 2° centígrados en relación con etapa preindustrial.
La tarea de apagar los incendios en Australia será difícil, acaba de iniciar el verano y las precipitaciones de aguas lluvias se redujeron en la última década, a ello se suma las escasas políticas públicas para la conservación de la naturaleza, basta decir que el presupuesto para los cuerpos de bomberos, entregado por su gobierno neoliberal, es irrisorio.
La crisis ambiental es la crisis del desarrollo propuesto por las élites. La solución rebasa las intenciones individuales y demanda la transformación integral de las sociedades en su forma de producir y consumir.