Por Gustavo Báez Tobar*
¡Divinas Musas de etérea figura
dueñas insignes de olímpicas glorias!
Dadme luces de lejanas estrellas.
Prestas venid a corear la hazaña,
pues, Carapaz, el grande,
ha escrito la Historia:
en supremo esfuerzo,
de Oro ha pintado su pecho grandioso.
Desde Playa Alta, en suelo carchense,
en brioso corcel
esperanzado fue,
en ciclismo a competir, entre grandes,
a nombre de Ecuador.
En lejanas pistas, allá en Tokyo,
alma entregó, vida y corazón.
Mijín, pedalista que nunca falla,
en rauda carrera, allá en Japón,
espléndida medalla,
de Oro, conquistó.
Por los Andes resuena
con fuerza, armonioso canto,
el himno de victoria.
¡Albricias! Ya claman las multitudes,
pues no cabe en sus pechos
alegría tanta, en oscuros momentos.
¡Gloria al Carchi, que con razón se ufana,
pues lauros de su hijo proclama,
y con ella la Patria toda
para ceñir áurea corona
al compatriota de oro,
el de alígera mente
que de palma real cubrió
su Olímpica frente.
Richard Carapaz, lección nos ha dado,
en épica hazaña,
para Ecuador, alto podio ha conquistado.
Para el Mundo sorpresa,
al mirar en la cumbre el tricolor izado.
¡No hay país pequeño
ni cumbre inasible!
El hombre, cuánto anhele,
bien puede, con sus manos,
palpar el firmamento!!
*Miembro del Centro Cultural “Antonio Ante”