Por Francisco Garzón Valarezo
Un Caballero de la Paz, -eso se imaginan ser los policías del Ecuador-, llamado Santiago Olmedo, le disparó por la espalda doce balazos a un delincuente que huía, lo asesinó, y por casualidad también mató a otro. Los jueces sentencian a la cárcel al Caballero de la Paz por extralimitación en la ejecución de un acto de servicio y se armó la catástrofe. Los grandes medios de comunicación, con sus opinólogos, caricaturistas y más charlatanes baratos, como si fuesen grandes expertos en derecho penal, le meten carbón a la condena del policía.
Es natural que la gente ande arrecha por el apogeo de la delincuencia. La delincuencia de cuello blanco, la que roba sin violencia y sin sacar pistola, la de los evasores de impuestos y paraísos fiscales, la de los sentenciados y prófugos; y la delincuencia de cuello sucio, de la que te pela un cuchillo y te roba el celular, de la que asesina a ciudadanos indefensos. A esta indignación se suma la falta de plata, la ineptitud en el manejo de la pandemia, la rebaja del presupuesto para salud y educación, la intención de feriar los bienes del Estado como el Banco del Pacifico y otros, la ambición de privatizar el seguro social, el cinismo de alcalduchos rateros que buscan reelección.
La burguesía siempre ha buscado sacar provecho de la indignación popular y el caso del policía Santiago Olmedo no es la excepción. Con ese pretexto acarician el viejo afán de hacer leyes tiránicas para reprimir la protesta, para encarcelar y perseguir a los líderes sociales. Buscan endurecer las leyes para que nadie los joda, para robar a sus anchas.
Desean combatir la falta de oportunidades, la desigualdad social, la corrupción, la pobreza, la falta de educación, la insalubridad, aumentando el número de policías y modernizando los cuerpos legales. Según estas berreadas e inútiles recetas, el problema se habría resuelto. Se han pasado la vida proponiendo y ejecutando estos planes y la delincuencia aumenta. Y esto ocurre porque la delincuencia es pilar del capitalismo. La delincuencia existe porque existe el capitalismo y para eliminar, -o al menos disminuir la delincuencia-, hay que desaparecer al capitalismo.
Tanta cantaleta con el cuento de que el socialismo te quita tus bienes y resulta que en el capitalismo un delincuente te quita la vida. Cada dos horas y media muere una persona a manos de la delincuencia en el Ecuador.
Cuando la burguesía habla de combatir la delincuencia, se refiere desde luego, a la delincuencia callejera, no a la delincuencia de las clases dominantes que tiene entre sus podridas filas a generales de la policía con cuentas millonarias, a jueces que han perdido sus visas, a un expresidente prófugo.
Por eso es reprochable la actitud de los que solo critican la sentencia al policía Olmedo y no condenan los grandes atracos de la burguesía.
El problema de la delincuencia no se soluciona cambiando generales o ministros, ni con ejecuciones extrajudiciales. Se soluciona abandonando este sistema social.