Por Ulvio Cárdenas
Los medios de comunicación, haciéndose eco del discurso oficial descargan sobre la ciudadanía la responsabilidad de los altos niveles de contagio de la covid19 en Ecuador; ocultando las omisiones de los diversos niveles del poder.
En noviembre 2019 la OMS alertó al mundo el brote covidiano en Wuhan. En enero 2020 advirtió que podría derivar en pandemia; y, sugirió a los gobiernos crear las condiciones para enfrentar la eventualidad. El régimen morenista vivía el chuchaqui de octubre19; se empeñaba en quedar bien con el FMI. Ignoró la advertencia de la OMS; y, no reasignó recursos para enfrentar la amenaza. Debía corregir la baja asignación presupuestaria para salud, perjudicada en alrededor de mil millones de dólares en la proforma, pero mantuvo la asignación inicial inferior al cuatro por ciento del PIB que manda la Constitución. Era notoria la carencia de personal especializado, insumos e implementos de bioseguridad en los hospitales públicos.
El caso 0 llegó y no había recursos pese al pedido de la Ministra, que finalmente renunció denunciando insuficiente presupuesto. El régimen encerrado en sus limitaciones, ignoró la sección constitucional de participación que ordena democratizar las decisiones estatales con el protagonismo ciudadano. Su aplicación busca involucrar a la organización popular, de forma que, nacionalidades, trabajadores, servidores públicos, pequeños comerciantes, artesanos, gestores culturales, mujeres, juventud…. se movilicen en defensa de la vida. Los GADs, al tenor del COOTAD que desarrolla el tema de participación debían recurrir a la organización popular y comunitaria para educar y movilizar a la población; luego, el “quédate en casa” haría el complemento. Pero el gobierno dejó pasar la posibilidad de unificar al Ecuador para frenar la pandemia; se aisló en sus limitaciones y se entregó a las élites. Perdió la posibilidad de forjar conciencia ciudadana. La mayoría de GADs siguió el mismo camino, asumiendo que la conciencia viene por generación espontánea.
Olvidaron que en las ciudades hay millones de familias que viven el día a día, cuyos progenitores hacen de la calle el escenario para ganar el pan ofreciendo cualquier cosa en las esquinas. Sectores democráticos plantearon que el gobierno entregue un bono de 100 dólares mensuales a cada jefe de familia para que se quede en casa; pero el régimen austero hasta la mezquindad priorizó el pago de la deuda y acusó de indisciplina a la gente de los barrios marginales, que desafiando al covid en las calles asegura el pan para los suyos. La torpeza neoliberal del Ministro de Finanzas le llevó a pagar la deuda, vaciando las arcas fiscales, selló la suerte de miles de hombres y mujeres de los barrios pobres que caían en las calles del puerto en un dantesco espectáculo que avergüenza al sentido común, pero complace a los chulqueros.
Tras tres meses de cuarentena y presionado por las élites, el régimen priorizó la apertura económica. Entregó a los GADs la gestión del semáforo, sugiriendo por debajo priorizar la reactivación… Vino la escalada incontrolable de contagios. Quito que aparecía con una adecuada gestión de la crisis comenzó a vivir el panorama guayaquileño de inicio de la crisis. Las provincias amazónicas que exhibían niveles manejables de contagio, con el cambio de semáforo en junio, ven como sus cifras crecen cada día. Morona Santiago, de cien contagiados a inicios de junio ahora rebasó el millar y lidera el índice nacional de contagios por mil habitantes, más una veintena de fallecidos. Son las cifras oficiales que se quedan cortas ante otra realidad oculta, la de quienes sin reportar su estado, se aíslan y enfrentan la tempestad con medicina casera, aquella que nos prodiga la naturaleza, saqueada por el insaciable capital. Son comunidades shuar, achuar e hispanas donde el contagio se a generaliza y es enfrentado a fuerza de jengibre, cúrcuma, ajo silvestre y otros vegetales, bajo la vigilancia solidaria de prestantes curanderos, con lo que se recuperan paulatinamente, sabiéndose de más de una decena de fallecidos en el valle del Upano y otro tanto en el interior de Taisha. Personas del mundo de la salud que pidieron anonimato señalan que las cifras reales podrían estar entre cinco a diez veces las cifras oficiales, esto es entre cinco y diez mil contagiados… Y aumentan cada día!… Muchos médicos libran la batalla en sus consultorios particulares, pues los hospitales colapsaron. Uno de esos profesionales, luego de salvar varios casos, no pudo con su propia vida, que se le fue como supremo tributo al juramento hipocrático, mientras galenos y paramédicos del endeble sistema público siguen firmes en primera línea, en medio de carencias de insumos y elementos de protección; en tanto voceros del régimen y los GADs condenan la desobediencia ciudadana, tratando de curarse en sano de las graves omisiones de un poder incapaz de resolver los problemas del pueblo, mientras la danza de la corrupción hace su agosto.
La pandemia deja una lección: la conciencia no viene por generación espontánea, es el resultado de un proceso de educación popular, que debe ser impulsado desde los diversos niveles de poder. En el presente caso, las omisiones del poder público contribuyeron a profundizar el desastre sanitario; cuando por mandato constitucional debían garantizar el derecho a la salud.