Redacción Opción
Han pasado ya varios días desde que se produjo un derrame de petróleo y los datos que arrojan los expertos hablan de graves daños, de un desastre humano y ambiental, ante lo cual el gobierno de Noboa no tiene respuestas efectivas, vuelve a expresar, la ineptitud, e inoperancia que ha sido su característica. Noboa le tira la pelota a Petroecuador, de cuyo directorio lo preside. Y por su parte la ministra Manzano, que inicialmente dijo que era un accidente ahora recurre a justificar su ineficacia señalando que es un atentado.
Esmeraldas se enfrenta así, un catástrofe ambiental y humana al que se suma la desastrosa acción gubernamental.
Varios expertos calculan que el derrame supera los 25 mil barriles petróleo producto de una rotura del tubo del oleoducto SOTE, que cogió el cauce de riachuelos, de esteros y de los ríos más grandes como el Viche y el rio Caple, y el Esmeraldas, de donde los pobladores ribereños obtenían agua y peces, la principal fuente de proteínas. El derrame alcanza ya 80 kilómetros, cubre los ríos con una capa superficial de 40 a 50 centímetros de grosor, que impide la vida acuática, según expertos de la U Católica de Esmeraldas. El río Esmeraldas que desemboca en el Océano Pacífico, es la principal fuente de captación de agua para consumo humano, su contaminación ha dejado a 52 mil familias sin agua potable a varios cantones, parroquias y recintos.
Los ríos han muerto
La contaminación de los ríos hace que se pierda toda su capacidad de sostener la vida acuática, los ríos se mueren, porque algunos hidrocarburos que tiene metales pesados van al fondo de los ríos y matan todo tipo de vida, aparte de los que se quedan en las orillas y flota de los ríos. El petróleo, no es solamente una mancha negra de aceite que no se mezcla con el agua que la podemos quitar y limpiar; está compuesto por varios hidrocarburos, que son tóxicos y son solubles en el agua, ahí se alimentan los peces que luego van a ser consumidos por los humanos. Señala Alexandra Almeida, experta en medio ambiente. Y añade que es una afectación irreparable porque mueren muchas especies de peces, que puede durar años para recuperarse haciendo primero una buena limpieza y remediación. Pero, además, se contaminan los manglares, hay daños a los cultivos, a la alimentación de los animales domésticos que afecta a la soberanía alimentaria de las comunidades. En el mar está afectada la pesca industrial y de exportación. Otros daños que deja a largo plazo son los abortos en mujeres, mal nacimientos y otras enfermedades.
El derrame ha alcanzado áreas protegidas, como el manglar «Botoncillo» y la reserva ecológica del estuario del río Esmeraldas, donde habitan diversas especies de aves, peces, mamíferos y reptiles. Los expertos señalan que se necesitará al menos un año para restaurar el ecosistema, si se realizan trabajos de limpieza en los primeros meses. Están afectadas comunidades como Camarones y Río Verde, Peñas Blancas. así como la fauna marina, incluyendo la recolección de almejas en Peñas Blancas. Están cerradas las playas de Las Palmas y podrían afectarse hasta Atacames y Same; afectando al sector turístico.
La población esmeraldeña está demandando atención del gobierno central y de los gobiernos seccionales, medio de la torrenciales lluvias e inundaciones, sin agua potable, sin comida, la salud de la población está en grave riesgo.
¿Hay forma de evitar que esto suceda?
Derrames son frecuentes, eso sabe, sucede a diario en la Amazonia, pero los derrames grandes como por rotura del SOTE o el OCP, están sucediendo desde el 2020 y suceden cada dos años, pero ahora se adelantó pues tuvimos uno en marzo de año pasado ahora este que tiene dimensiones desastrosas, dice la experta ambiental Alejandra Almeida y añade, este año se cumplen 58 años de extraer petróleo y la infraestructura en general está ya obsoleta. El SOTE tiene más de 50 años, sin un mantenimiento por parte del Estado. Todos los gobiernos han visto en la explotación de petróleo solo fuente de ingresos económicos, para ello han adecuado el marco jurídico; sin embargo, los aspectos sociales, ambientales culturales, y de la naturaleza, han sido relegados.
Este hecho al igual que los apagones, muestran una política del gobierno para debilitar a la empresa estatal petrolera, se retiran presupuestos, se despide personal especializado, no hay control y regulación ambiental, falta inversión pública en infraestructura crítica, en el mantenimiento y monitoreo del oleoducto, medidas preventivas ante deslizamientos de tierra.
Una crisis humanitaria y ambiental de estas proporciones, que afecta a cientos de miles de personas y el ecosistema, no puede enfrentarse con ofrecimientos vacíos. Debe declararse la emergencia, pero garantizando los recursos para atender las más apremiantes necesidades de la gente.