Por Mateo Rodríguez
El pueblo tiene todo el derecho de salir a protestar y demandar por sus derechos, pero de la misma manera tiene el derecho de defenderse de la brutalidad policial.
Guillermo Lasso y su entorno reaccionario, ha pretendido enfrentar la masiva movilización que se está desarrollado en las 24 provincias, acudiendo en un primer momento a desacreditarla, propalando supuestos nexos con el narcotráfico y la delincuencia organizada.
Si se habla de nexos con el narcotráfico, es innegable el vínculo de ciertos oficiales, tanto de la Policía como de Fuerzas Armadas, con actos delictivos de narcotráfico; miembros activos han sido detenidos en flagrancia y retirados las visas por parte del gobierno estadounidense por ese motivo. Lasso debió iniciar una depuración inmediata e integral de esas cúpulas, de lo contrario, el pueblo sentenciará que “el ladrón juzga según su condición”.
Las élites políticas y económicas no entienden, ni entenderán, que los pueblos no necesitan acudir a prácticas mafiosas para financiar su lucha, tampoco requieren de fortunas escondidas para evadir el pago de impuestos en paraísos fiscales; su accionar es sostenido con su propio esfuerzo, apoyado por manos generosas, solidarias y trabajadoras de los comuneros, de los trabajadores, de los vecinos de los barrios populares de las ciudades.
El discurso del gobierno y también difundido por la derecha, además pone acento en señalar que el propósito del levantamiento indígena y popular es derrocarlo, y por ello ha convocado a los “demócratas” a movilizarse en defensa, no del presidente de la República, sino del “sistema democrático”. La disyuntiva está, dicen, entre vandalismo y democracia.
De esta manera también intentan quitar legitimidad y razón a la protesta. La lucha que se está desarrollando se caracteriza por la masividad y combatividad; el pueblo está ejerciendo el derecho a la resistencia y a la protesta y ningún burgués ni su gobierno está en capacidad para decidir cómo debe luchar el pueblo.
El pueblo está resistiendo la brutal represión policial que, hasta el momento, ha cobrado la vida de cuatro personas y ha provocado graves heridas a decenas de personas; el pueblo resiste y responde, no puede poner la otra mejilla para que le sigan golpeando. Se defiende y golpea a quienes le ofenden.
No es nuevo este discurso que habla del vandalismo y la violencia. Lo han dicho otros gobernantes. Recordemos que el correísmo decía que la izquierda es “tira piedras” y que carece de propuestas; también intentaron desacreditar la lucha diciendo que responde a conspiraciones internacionales en contra de la democracia.
Los trabajadores y los pueblos luchan porque sus razones son justas y escogen los medios que les lleven a la victoria.