Por Marco Villarruel A.
Una pandemia presuntamente originada en China hizo temblar al templo del capitalismo mundial, es decir a las bolsas de valores que son entidades altamente sensibles y especulativas que viven de la existencia ficticia del dinero simbolizado por el capital financiero. Son entidades privadas donde se compran y venden, de manera virtual, acciones, bonos, certificados, títulos de diverso orden y más instrumentos de inversión. Continuamente experimentan crisis propias de las economías capitalistas desarrolladas lo cual golpea a la economía de las naciones débiles.
El motivo inmediato fue la disminución de compras internacionales y la baja demanda de petróleo en China por efecto de Coronavirus (COVID-19), lo cual provocó incertidumbre y nerviosismo en los miembros de la OPEP y en Rusia. De su lado, Arabia Saudita creó una ola de pánico que devino en la baja acelerada de los precios del petróleo ya que además vendió barato, a largos plazos y con facilidades de pago a Europa, Medio Oriente y Estados Unidos, incluso amenazó con aumentar su producción a doce millones de barriles diarios.
El domingo 8 de marzo Arabia Saudita virtualmente inundó el mercado y el lunes 9 las bolsas de valores de todo el mundo enloquecieron. Nunca está claro si estas crisis son en realidad problemas de oferta y demanda o maniobras especulativas para debilitar a una de las partes.
Los operadores se vuelven locos porque por los vaivenes de los precios del petróleo aparecen empresas de cualquier índole que se debilitan y automáticamente bajan sus cotizaciones y siempre habrá alguien que les compre a precios sumamente bajos. Es el colapso, porque otras empresas se agigantan y suben sus cotizaciones a niveles astronómicos. Todo a velocidad digital. En estas maniobras unos han perdido, a veces todo, y otros se han hecho más ricos. Informes de prensa dan a conocer que entre Italia, España, Francia y Alemania perdieron 3 billones de dólares.
En esa semana de vértigo, tal como aconteció en la crisis del 2008, la Reserva Federal de los Estados Unidos, inyectó miles de millones para aliviar el circulante y conseguir cierta tranquilidad. Otra vez el Estado sale a salvar a las grandes corporaciones. La casa Dow Jones sufrió el lunes 15 la segunda mayor caída en sus 124 años de historia.
Es importante señalar que en las bolsas de valores se manejan los fondos de pensiones de millones de trabajadores a través de empresas colocadoras, así como los bonos nacionales de tantos Estados que los han negociado para solucionar sus déficits fiscales.
Entre tanto las monedas de los países latinoamericanos caen en la misma proporción que sube el dólar. Esta suba de la moneda norteamericana afecta a la economía ecuatoriana porque debe invertir más dinero para comprar sus insumos en el exterior. Los dólares que ingresan a la economía son cada vez más escasos e incluso se dice que más cuesta producir que vender un barril de petróleo. Inevitablemente el turismo decaerá, habrá menos ingresos y además está siempre el inclemente pago de la deuda externa. En otro campo, pero igualmente letal, Argentina mira con angustia la disminución de los precios internacionales de la soja ya que China le pagó 3 mil millones en el 2019, carnes bovinas por dos mil millones y tres mil millones por carne porcina. La crisis del mercado chino puede ahogar a la frágil economía argentina.
El anuncio por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de calificar a la enfermedad como pandemia volvió a sacudir los mercados
La situación se sumó a la prohibición de Estados Unidos de ingreso de vuelos desde Europa y las medidas similares tomadas por otros gobiernos ante el avance del coronavirus, lo que trajo consecuencias directas en las bolsas. Las pérdidas se estiman en muchos miles millones de dólares en el negocio del turismo y de las aerolíneas.
Despachos internacionales afirman que China ganó en el juego especulativo de las bolsas pues se benefició con $20 mil millones en las primeras transacciones y compró alrededor del 30% de las acciones de compañías que pertenecen a occidente en China.
A partir de ahora, China fijará el precio, y los ingresos de sus compañías no saldrán de las fronteras.
Entre tanto en los países de menor desarrollo las consecuencias de la caída de las bolsas se harán sentir profundamente ya que experimentarán una baja ostensible de liquidez, lo cual dará la oportunidad a los empresarios para desbaratar los paquetes laborales, incluso con la anuencia de los gobiernos, que deben solucionar la crisis sanitaria y la debacle económica producida por las abultadas deudas externas.