Por Francisco Escandón G
El debate sobre el rol de la universidad en la sociedad siempre fue recurrente en el país, aunque casi siempre el modelo educativo reflejó los intereses de las élites.
El correísmo impuso su propuesta de revolución educativa luego de calificar a la educación superior como mediocre y anárquica. Correa, fue oportuno al criticar la carencia de parámetros comunes para el ingreso a las universidades y aprovechó del malestar público para establecer el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión (SNNA).
Ese sistema está inspirado en la vertiente liberal de la igualdad de oportunidades que condena la asimetría de derechos entre ciudadanos y propone una estandarización de las reglas del juego para premiar la idoneidad.
Pero la homologación de las reglas del juego, como es el caso del examen de ingreso a las universidades, no conduce a la equidad social, sino sólo maquilla las diferencias, pues mayoritariamente quienes resultaron idóneos tuvieron ventajas (mejores condiciones socioeconómicas, estudiantes provenientes de la urbanidad y de colegios privados, etc.) por sobre sus pares.
Las pruebas estandarizadas institucionalizaron un ejercicio de darwinismo social que disfrazó a la meritocracia como mecanismo evolutivo e impuso a la competencia como instrumento de ascenso social y éxito individual.
El SNNA es responsable de la elitización de la educación superior, de que miles de jóvenes estén desplazados de la educación y el trabajo, de que existan estudiantes inconformes con las carreras asignadas, de que los dueños de las universidades privadas se enriquecieran, etc.
Más esa lógica se mantiene en las actuales pruebas Ser Bachiller, aún después de los cambios planteados por el gobierno de Moreno. La expectativa del anuncio presidencial pronto se convirtió en inconformidad y denuncias de corrupción vinculadas a la venta de exámenes.
Las pruebas estandarizadas deben ser reemplazadas por un sistema diferenciado de ingreso que exprese la democratización de las universidades y se complemente con políticas que aseguren la permanencia y el egresamiento estudiantil.
El país requiere de más y mejores profesionales, por eso el gobierno debe cumplir con la creación de las 40 nuevas universidades y con el suficiente presupuesto para la educación, sólo así crecerá la tasa de matrícula en la educación superior.
Enero 2020