Por Dr. Marcelo Andocilla,
Se dice que Pasteur, químico, bacteriólogo y pionero de la microbiología moderna, admitió a su muerte en 1895 la razón de su amigo Claude Bernard, fisiólogo y creador del concepto del «medio interno» y de la «homeostasis», que «el microbio no es nada, el terreno lo es todo». Louis Pasteur fue quien propuso la teoría de los gérmenes según la cual las enfermedades las producen los microorganismos alterando el funcionamiento de los órganos y los tejidos. Claude Bernard en cambio sostuvo otro paradigma, el se preguntaba ¿si en nuestra sangre, en nuestro intestino, en nuestro cuerpo existen miles de millones de microbios, por que unas veces nos enferman y otras no?. El cuerpo se vuelve susceptible a los agentes infecciosos solo si se perturba el medio interno, el terreno, decía Bernard; podemos afirmar, actualmente, a la capacidad inmunitaria del organismo. Esta idea de C. Bernard ha evolucionado más allá del medio interno humano hacia al entorno del ser, a su hábitat, el contexto ecológico, a sus condiciones sociales, económicas, a sus formas de vivir y de pensar, a las prácticas culturales; el terreno, que modela y donde se mueve el ser y el microbio.
La mayoría de animales salvajes portan diferentes micro organismos entre ellos virus, bacterias, hongos y que no suelen ser mortales para ellos; algunos pueden infectarnos y volverse letales en el huésped humano. Este cambio de especie es el principal factor patógeno ya que el nuevo receptor no está acostumbrado al nuevo visitante.
Para que se de este salto, de una especie a otra, requiere una irrupción territorial, es decir una invasión en el entorno, la introducción de cambios drásticos e irracionales en el ecosistema; por tanto, estos “nuevos” virus no son una casualidad. Con el crecimiento poblacional y las intrincadas redes mundiales de viajes y del comercio, el virus se propaga rápidamente y se convierte de una epidemia inicialmente local a una de carácter global, en una pandemia.
Así, en este tipo de enfermedades llamadas emergentes subyacen como causas lo que la llamada “civilización o progreso” o mas propiamente la organización del capital impulsando ganancias inconmensurables y vertiginosas, hace con el medio ambiente cerca de la vida silvestre. La construcción de carreteras, la tala de bosques, las actividades extractivistas de recursos naturales, la expansión de la frontera agrícola, la extensión del perímetro urbano, el comercio de especies silvestres, que se realizan en una escala exponencialmente creciente, es lo que ha provocado la invasión de un ecosistema que se adaptó en miles de años y cuyo contagio al ser humano le resulta virgen. El virus al saltar de especie tiene que vivir y su virulencia es la adaptación a los cambios donde vive, al nuevo terreno según Bernard.
Microorganismos -como los virus- son determinantes antigénicos que generan una respuesta inmunitaria en el organismo huésped, esta respuesta que depende del cuerpo que le alberga es concluyente en el potencial patógeno del agente infeccioso. Al parecer, en el caso presente, la respuesta inmunitaria en niños y jóvenes es mejor que la de los adultos mayores que se evidenciaría considerablemente disminuida o ausente para este agente específico, y claro, en esta respuesta inmunitaria o de defensa del organismo intervienen otros determinantes como la nutrición, el microbioma, la salubridad, el estado de salud, las condiciones de vivienda, los altos niveles de estrés del ser que hace de huésped, factores que tienen que ver con los impactos en la biología desde la economía y las relaciones sociales en la producción, considerando al ser humano como un productor.
Sin embargo que se conoce actualmente esta influencia e interrelación de factores en el aparecimiento y desarrollo de la enfermedad, para la industrias farmacéuticas les resulta muy útil la teoría inicial de Pasteur en los resultados económicos que puede significar; se ha desarrollado la investigación fundamentalmente de los antibióticos, retrovirales y otros para destruir los microbios, secundariamente de las vacunas que tienen un efecto inmunizador colectivo y casi nada se hace sobre las otras causas asociadas a la enfermedad. Así se forja una visión de los microorganismos con la idea de la guerra, que esconde los otros factores determinantes en la enfermedad infecciosa. Es hora, ahora, conjugar las dos visiones, abordar al virus y al huésped en todas sus dimensiones. El microorganismo, el virus, es necesario para que se produzca una enfermedad infecciosa, pero no es factor suficiente.
Marzo 28 / 2020