Por Luis Aguirre
La industria armamentista asentada en los países imperialistas tiene un gran peso en la economía mundial. Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia, entre otros, hacen de la destrucción y la muerte de millones de seres humanos un negocio de enormes proporciones.
Los complejos militares-industriales extienden sus tentáculos y cuentan con “bancos, fondos de inversión, compañías aéreas, industrias automovilísticas, laboratorios farmacéuticos e incluso coproducen películas para influir en la opinión pública sobre los beneficios de la guerra. Cada conflicto armado en cualquier parte del Mundo, les produce grandes ganancias, es un círculo perverso de destrucción y luego de reconstrucción, del cual ganan por partida doble. El negocio se extiende a vestimenta militar, comida empacada, aviones, tanques municiones, equipos de comunicación. Para el año 2020 la venta de armas superó los 531 mil millones de dólares, siendo EE.UU. es el mayor vendedor de armas, con el 39% del mercado global, con cinco mayores empresas a nivel mundial, China tiene el 13%, y junto a la India son los países que más armas compran a Rusia”
En la actual guerra entre Ucrania y Rusia, se da en un escenario de crisis económica mundial, con presiones inflacionarias y dificultad para mantener el estímulo fiscal, tensiones comerciales y riesgos en el sector inmobiliario de China; disrupciones en las cadenas de suministro y alza de fletes, así como eventos extremos debido al cambio climático, dice la CEPAL y añade que el año 2020 el comercio mundial alcanzó su mayor caída interanual, de un 16,9% en comparación con el mismo mes de 2019, desde entonces, el comercio ha seguido creciendo, pero se ha desacelerado.
La crisis económica acentuada por la pandemia, no afecto a todos por igual, los grandes monopolios aumentaron sus riquezas a cuenta de explotar y empobrecer a millones de trabajadores y los pueblos, de provocar hambrunas, de privatizar y desmantelar los sistemas de salud, someter a sus intereses a los gobiernos que les permitan la explotación minera y petrolera, dejando una gran destrucción ambiental.
Un dato importante que trae un informe del Banco Mundial establece que para el año 2030, “hasta dos tercios de las personas extremadamente pobres del mundo vivirán en entornos afectados por FCV (fragilidad, conflicto y violencia). Los conflictos además generan el 80% de todas las necesidades humanitarias, en Asia y África hasta América Latina y el Caribe, y más recientemente Europa oriental, asimismo hace estimaciones de que alrededor de 20 millones de personas adicionales viven en pobreza extrema en los países afectados por FCV desde el inicio de la pandemia de COVID-19”
Este panorama de crisis económica que recorre el Mundo, tiene como respuesta el rechazo popular en masivas movilizaciones de los sectores populares, contra la pobreza y el desempleo, el alto costo de la vida, contra la subida de los precios de los combustibles; estas movilizaciones se producen en todos los continentes incluso en las mismas potencias imperialistas.