Francisco Escandón Guevara
Al parecer el gobierno de Moreno no aprendió la lección del levantamiento indígena y popular, pues la Proforma Presupuestaria, presentada a la Asamblea Nacional, recalibra la voluntad del régimen para continuar la aplicación de la Carta de Intención firmada con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La aparente razón del sometimiento es el déficit, de $6.665 millones, del presupuesto estimado para el 2020. Moreno pretende cubrir ese hueco financiero a través de nueva deuda contratada con organismos crediticios internacionales y con venta de bonos del Estado.
Desde el correísmo la deuda ha crecido exponencialmente, al punto que cada año es mayor el presupuesto destinado para cubrir las obligaciones estatales. En el 2020 serán necesarios más de $5.000 millones para pagar la deuda pública, especialmente la contraída con los organismos multilaterales y por la venta anticipada de petróleo.
En la proforma presupuestaria además se expresa la voluntad de elevar las tarifas de los combustibles, pues se reduce en alrededor de $650 millones las asignaciones para cubrir los subsidios de gas, gasolina y diésel.
En esa línea del recorte del gasto, el gobierno de Moreno continuará con el despido de trabajadores del sector público, se prevé $400 millones menos para salarios. Adicionalmente existe una reducción del porcentaje neto del presupuesto para salud y educación, particularmente a las universidades se entregaría $132 menos que el año 2019.
Otra de las partes de este paquetazo presupuestario es la firme intención de privatizar la hidroeléctrica Sopladora, el Banco del Pacífico y la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, activos por los cuales se pretende recaudar $2000 millones.
No menos importantes son las estimaciones que el régimen tiene con respecto al precio referencial de venta del barril de petróleo, la tasación de $51,30 quizás es irreal si se estima que en el último año descendió la cotización internacional del crudo en más del 5%, por lo que el déficit podría crecer.
Moreno sigue equivocado de rumbo, el FMI no es la salida, el pueblo no debe pagar la crisis que generaron las élites.
Estas políticas motivarán nuevas movilizaciones, la elaboración del presupuesto debió considerar las alternativas económicas planteadas por el Parlamento de los Pueblos.