Autor: Juan Carlos Zapata
Al escribir estas líneas (25/03) se produce en varias regiones de Chiapas enésimos enfrentamientos entre grupos armados de la delincuencia organizada (paramilitares) o uno de ellos contra civiles armados. Desde la madrugada, la carretera Tuxtla-Ocozocoautla, fue escenario de violentos choques armados sin que se conozcan los resultados, violencia para para garantizar las inversiones de capital y control de la población.
Hoy ya no hay duda: el crecimiento del paramilitarismo en el estado tiene como objetivo imponer la agenda de la clase dominante (burguesía internacional y burguesía comercial estatal) – en alianza con otras clases y sectores de clase (grandes propietarios agrícolas, asociaciones ganaderas, caciques indígenas, políticos/burócratas “profesionales” garrapatas de los tres poderes administrativos, jefes y jefecillos de los diversas agencias militares y policiales que conforman las fuerzas represivas del Estado burgués) – consistente en garantizar el desarrollo del capital en una de las zonas con mayor proyección del continente americano.
El fenómeno paramilitar, cuyo último antecedente se produjo tras la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, ha retornado con los mismos objetivos de antaño: desmovilizar a la población, desgastar y destruir las formas organizativas de las masas populares (organizaciones sociales, autonomía comunitaria, caracoles zapatistas…), amedrentar para socavar el tejido social mediante el terror que individualiza a cada parte del colectivo, desplazar a las poblaciones de “lugares de interés” destruyendo su propia humanidad hasta convertirlas en meros receptores pasivos de “ayudas humanitarias” y otras lindezas del Estado burgués “paternalista”… Las tácticas idénticas: generar polos de tensión en las comunidades/poblaciones, amenazar opositores, detenciones arbitrarias, asesinatos selectivos, extorsiones escondidas bajo pagos de protección, afiliaciones obligatorias a nuevas “organizaciones sociales” o antiguos y nuevos partidos políticos de corte tradicional, saqueos, balaceras, etc… que además propician la militarización (Ejército, Marina, Guardia Nacional) cuya función actual viene a ser la equivalente a la realizada en la matanza de Acteal.
La diferencia más significativa con los grupos paramilitares de 1995 como Los Chinchulines, Máscara Roja, Paz y Justicia, el MIRA o los Chentes es que ahora pertenecen a los diversos carteles de la droga que compiten a fuego por el mercado y que además son perseguidos por el garante último de los intereses de la burguesía en la región: los Estados Unidos de América.