El retorno del MAS en Bolivia

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Por Jaime Chuchuca Serrano

El proceso electoral 2020 es la primera elección sin Evo Morales desde 1997. Las elecciones se realizaron en medio de la persecución política, militarización y polarización de los discursos entre el MAS (tildados de “salvajes”, corruptos, autoritarios) y las fuerzas antiderechos, racistas, religiosas y conservadoras. El conteo rápido, ahora manejado por un Tribunal cercano a Áñez, tuvo irregularidades y derivó, nuevamente, en la presunción de fraude. Sin embargo, la votación de Luis Arce descuella el 54 % y gana en primera vuelta con un número de votos superior al de Morales en 2019 (con 14 años en el poder), Mesa le sigue de lejos con el 31%. El MAS gana también en las 2 cámaras. En La Paz, Arce alcanzó el 65% y en Santa Cruz, ciudad de oposición, el 35%.

Las fuerzas de Áñez, Camacho y Mesa se desacreditaron por representar a un modelo de crisis económica, inestabilidad y persecución. El gobierno de Añez es responsable de no menos 30 asesinatos y miles de heridos, con sus fuerzas aliadas quemaron instituciones, casas, torturaron y violentaron a indígenas. Las fuerzas de la derecha, de la burguesía agroindustrial, financiera, terrateniente, de las clases medias, de la rebelión policial y el peor racismo, se vistieron de fascismo. Áñez y sus familiares disfrutaron del poder como una casta, se llenaron de privilegios. Los actos de corrupción fueron de los más atroces en la contratación pública, la entrega de empresas e insumos médicos. El autoritarismo que se cuestionó tanto a Morales, se decuplicó con Áñez.

El MAS, que se creía acabado, se consolidó como organización nacional, surgieron líderes jóvenes y preparados, llegaron con su campaña a la gente más empobrecida por la pandemia y al sector rural. Frente a la negligencia económica de Áñez, el MAS rescató sus 14 años de crecimiento económico.

Luis Fernando Camacho, líder racista y conservador, impulsor del golpe contra Morales, adquirió gran popularidad en Santa Cruz, ciudad agroindustrial, que a semejanza de Nebot, la tilda de “modelo exitoso”. La votación antievista de Santa Cruz se fue con Camacho y afectó a la votación de Mesa, que se suponía el mejor contendiente de Evo Morales. La vitalidad de la campaña de Luis Arce fue criticar la gestión de Evo Morales y la reelección indefinida. Además, Arce dice que no buscará venganza contra la derecha, militares ni policías. En Bolivia, el militarismo históricamente ha gozado de impunidad. Varios medios de comunicación formaron parte del golpismo y las fuerzas de derecha. Las oraciones y rezos de la derecha en las plazas no impidieron que gane el MAS.

El MAS se consolida en los indígenas, las clases pobres, urbanas y rurales, y en los jóvenes. El retorno del MAS se revitaliza en una crisis de época. El feminismo en Bolivia tiene grandes tareas como deslindarse del racismo y posiciones conservadoras. El golpe de Estado atizó más el regionalismo entre la población de Los Andes (Colla) y las Tierras Bajas (Camba). Arce recibirá un país asolado por la crisis económica, con rebrotes de coronavirus, extrema pobreza y desnutrición. Sin duda, el MAS conservará varias de las políticas que le fueron criticadas y profundizará el extractivismo. El aparecimiento de grupos racistas y fascistas armados, como la Resistencia Juvenil Cochala, pone en peligro los derechos de vida de los ciudadanos. Arce tiene la responsabilidad de construir un Estado Plurinacional de derechos.

Varios en Ecuador han empezado a decir que los resultados de Arce y el MAS se replicarán con el retorno del correísmo. Sin embargo, en Bolivia quien gana es el movimiento indígena, las fuerzas populares antirracistas, antifascistas, al contrario, el correísmo en Ecuador tiene tintes racistas, los líderes indígenas han sido linchados mediáticamente década y media. El correísmo infantilizó las candidaturas indígenas a la presidencia de Iza, Vargas y Pérez. Aunque el MAS diezmo las organizaciones indígenas y populares del Oriente y Occidente boliviano, no llegó al punto, como lo hizo el correísmo en Ecuador, de fraccionar, extinguir e incluso confiscar los recursos económicos de estas, por eso, en esta oportunidad, el MAS pudo resurgir con una base popular enorme. Si se replicaría el triunfo de Bolivia en Ecuador, eso no significaría la victoria del correísmo, sino la del movimiento indígena que critica la corrupción y el autoritarismo, la persecución y la falta de derechos, como lo hace Arce para llegar al Palacio Quemado.

Los resultados electorales corroboran la hegemonía masista y del movimiento indígena popular en Bolivia. No obstante, independientemente de los resultados electorales, es notable el despertar étnico, popular, de los oprimidos, trabajadores, mujeres y jóvenes en toda Latinoamérica, por el fracaso del capitalismo y sus modelos. Estos acontecimientos no son particulares de uno u otro país, provienen de causas estructurales y los levantamientos desde abajo y hacia la izquierda que tuvieron lugar en Latinoamérica desde el año 2019. Colombia, Chile, Ecuador, Bolivia están en lucha de corazón abierto. La pandemia aseguró el control político y el confinamiento de la protesta. Pero no aniquiló las ideas de la movilización y de la transformación social. Chile cambiará la Constitución pinochetista, Bolivia le dijo no a la extrema derecha y gana un gobierno indígena popular sin Evo, y con una crítica a la reelección indefinida; Colombia confluye en la organización de La Minga y el Paro Nacional indígena y popular por la vida y contra un gobierno de la muerte. En Ecuador se lucha por un gobierno indígena popular y las movilizaciones masivas recuperan su tonalidad.

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