Por Jaime Chuchuca Serrano
Dos fenómenos han cambiado la vida de los pueblos en estos años: las movilizaciones masivas y la situación pandémica y los dos se corresponden con la fractura del metabolismo natural. Sigo sosteniendo que la estructura del panóptico pandémico fue ideado más para contrarrestar las movilizaciones que para solucionar la emergencia sanitaria. De tal modo que lo pandémico es un nudo de conceptualizaciones filosóficas, sociológicas, políticas, económicas y en último lugar médicas. Las transformaciones pandémicas sometieron a la población a los múltiples circuitos gubernamentales: Estados de Excepción, reformas laborales, tributarias, de extracción de recursos naturales, de endeudamiento para beneficiar a los capitalistas y de control biopolítico poblacional.
Las recientes movilizaciones surgidas como respuesta a la corrupción y al autoritarismo en Chile, Perú y Bolivia, que se unen a los grandes levantamientos del 2019, tantean las fisuras del sistema pandémico estatal y digital. Va fracasando el control político dictatorial de la pandemia que logró en sus primeros meses y supuso la sujeción completa de la población. Las movilizaciones masivas son puntos substanciales de encuentro político y de transformación socioeconómica. El imaginario colectivo se indaga nuevas escalas de organización política y económica diferentes de las actuales. Las movilizaciones masivas son el medio político sustancial para el cambio político del siglo XXI; estas cambian los países y el entorno regional latinoamericano. Los corazones de los pueblos latinoamericanos siembran nuevas características políticas.
Los tibios momentos del progresismo latinoamericano, que se confunden con una socialdemocracia sin norte, van siendo alterados por la radicalidad de la presencia popular en las calles. Lo pandémico ha disminuido la protección del círculo de las necesidades básicas de la vida: alimentación, salud, educación, trabajo, recreación, conexión social, entre otras. Y en estos momentos los gobiernos y varias instituciones son responsables de asesinatos, heridos, amputaciones, persecuciones, desaparecidos y el ritmo de la mortalidad coronavírica. El fascismo y la extrema derecha internacional tuvo un revés con la derrota de Trump y se espera que avancen las fuerzas democráticas. Después de la conflagración más grande que ha vivido el planeta, la Segunda Guerra Mundial, nacieron nuevos Estados de Bienestar, el sistema de Derechos Humanos (1948) y nuevas formas económicas y políticas, ahora, producto de la crisis pandémica y el sufrimiento de la humanidad hace falta una reestructuración total imbricada con el cuidado naturaleza.