Por Camille CHALMERS, Sabine MANIGAT y Jean William JEANTY
Puerto Príncipe.-En un comunicado de prensa del Frente Patriótico Popular (FPP), que circula desde el 26 de marzo señala que, varios días después de que el Primer Ministro de facto, Ariel Henry, fuera obligado a permanecer fuera del país, la situación esta es cada vez mas complicada. Las pandillas criminales que de repente, se transformaron en “Viv Ansanm” (“Vivir Juntos”), una organización política para derrocar a Ariel Henry, aumentaron el nivel de violencia en todos los rincones de la zona metropolitana de Puerto Príncipe. Hay una violencia ciega que golpea a todos los sectores de la vida nacional, mientras tanto las grandes maniobras que está realizando el ejército estadounidense en los mares del país no parecen ser inocentes.
Este caos planificado dentro del país se mezcla con la forma en que el imperialismo norteamericano está desarrollando una supuesta ayuda para resolver la crisis con la intermediación de CARICOM, hacen que el FPP crea que hay un empeoramiento de la situación en lugar de permitir que la población respire un poco. Así, el principal enemigo del pueblo haitiano se encuentra más cómodo para justificar sus tesis racistas, que afirman que los haitianos no se pueden poner de acuerdo, que los haitianos no pueden gobernarse a sí mismos. Este escenario catastrófico marcado por la violencia generalizada y el impasse político programado abrió de par en par la puerta para que entren las aves rapaces para implementar una “injerencia humanitaria”.
En esta peligrosa encrucijada, el FPP cree importante que los patriotas y progresistas haitianos eleven el nivel de su inteligencia y conciencia para analizar correctamente la coyuntura. Identificar adecuadamente sus enemigos y amigos, tanto adentro como afuera del país. Evaluar debidamente la capacidad de resistencia de la población para elegir acertadamente el camino a seguir. Por el momento, la principal expectativa de los haitianos es empezar de nuevo a circular libremente por los 4 rincones del país para que se reanuden todas las actividades y que todos puedan regresar a sus barrios respectivos.
Para ello, las armas deben dejar de tronar. Las violaciones sexuales, los secuestros, los asesinatos y las masacres contra la población deben terminar. Mientras no se establezca la paz en todo el territorio del país, ninguna actividad será posible. Ese objetivo inmediato debe ser la brújula de todos los responsables que buscan solucionar esta terrible crisis. Recuperar la vida en el país tiene un precio. Eso no puede hacerse bajo cualquier condición. Dicha crisis no admitirá soluciones políticas impopulares como tampoco soluciones de seguridad no trasparentes, prefabricadas, importadas e impuestas por las potencias imperialistas.
Una solución política basada en obligar a los haitianos a aceptar a la mayoría de los mismos sectores y actores políticos que tienen gran responsabilidad en este desastre no traerá alivio a la sociedad. Dar a esos actores el liderazgo político para encabezar un gobierno de transición donde su función principal sea organizar elecciones, tampoco es creíble. Esta transición debe evitar todas las soluciones que, tratando de eludir algo malo, puede llegar a caer en otro peor, desembocando en una elección/selección manipulada.
En esta encrucijada histórica, todos los supuestos amigos de Haití deben comprender la necesidad de dejar a la sociedad encontrar a personalidades independientes, desinteresadas y competentes que inspiren confianza para conducir el gobierno de transición. Una gobernanza no partidista tendrá más legitimidad, más autoridad moral para hablar con todos los actores, con todos los sectores. Así, se puede llegar a conseguir más rápidamente una pausa entre los distintos protagonistas.
De esta manera, todas las soluciones extremadamente violentas para abordar el problema de la violencia pueden llevar al país a un caos mayor. Ya se ha derramado demasiada sangre. El desembarco de técnicos, policías o militares extranjeros en el país debe hacerse a petición del nuevo gobierno apartidista que ha de solicitar una mano amiga para ejecutar el Plan de Seguridad Nacional elaborado por expertos haitianos que incluye diferentes enfoques sobre cómo vencer el crimen organizado. El problema de seguridad es el problema de la nación, es el problema de los haitianos. El nuevo gobierno debe desarrollar mucha inteligencia, creatividad e imaginación para encontrar cómo restablecer rápidamente la paz en el país.
La paz no empezará a florecer en el país si la sociedad no asuma una serie de compromisos profundos para abordar el problema de la violencia desde sus raíces históricas y sociales. Uno de ellos es poner en marcha rápidamente mecanismos para encontrar la verdad sobre todas las atrocidades, todos los crímenes de sangre, todos los crímenes financieros que provocaron esta enorme desolación. La sociedad debe conocer las razones que motivan a hombres y mujeres jóvenes a empujar las armas contra la sociedad. ¿Cuáles son los sectores, quiénes les permitieron conseguir esas armas y balas? ¿Desde qué país extranjero provienen? ¿Cómo cruzan estas armas la frontera y pasan las aduanas? Las respuestas a estas preguntas deben revelar la verdad, traer justicia, reparación y perdón equitativo para reconciliar a la sociedad consigo misma.
Muchos grandes especialistas muestran la relación entre pobreza y violencia, especialmente en Haití. El gobierno de transición que surgirá de las conversaciones entre haitianos debe darse la capacidad de conducir esta gran lucha contra la corrupción y el despilfarro para conseguir los recursos necesarios para hacer frente a los problemas de hambre, pobreza y desempleo que están asolando a la mayoría de la población. Las tareas son muchas y el tiempo es corto. Una de las tareas importantes que ayudará a la sociedad a recoger su dignidad es la organización de una Conferencia Nacional. El pueblo haitiano debe empezar a hablar consigo mismo de nuevo, mirarse la cara en el espejo. Entender desde dónde vino, dónde está hoy y hacia dónde quiere ir. Es una terapia importante para deshacerse de todos los traumas que la sociedad ha sufrido desde los hechos del 12 de enero de 2010 hasta las diferentes masacres. Todos estos pasos y otros que recogen las principales demandas de la población se inscriben en la perspectiva de atacar durante el período de transición 2 problemas fundamentales: salir de la dependencia total respecto a la injerencista “comunidad internacional” y cambiar el Estado neocolonial, el Estado vasallo cuyo papel principal es impedir que el pueblo haitiano participe en la vida y el futuro del país.
Para el FPP, el momento es muy difícil, conlleva mucho dolor, pero la resistencia y determinación del pueblo haitiano se convierten en una oportunidad para que Haití pueda romper con la forma en que la mafia internacional y local están dirigiendo al país. La lucha no puede parar. La sociedad debe permanecer alerta para evitar que las fuerzas reaccionarias vuelvan a imponer los mismos actores para asegurar la continuidad del sistema. El comunicado firmado por Camille CHALMERS, Sabine MANIGAT y Jean William JEANTY, concluye con las consignas ¡Abajo las soluciones políticas impuestas! ¡Abajo la ocupación militar extranjera! ¡Viva una gobernanza no partidista! ¡Viva una solución haitiana!