IDIOT-ARTE- O LA ESTRATEGIA DE TI-MARTE EN EL MUNDO DEL “ARTE”

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Por: Nelson Villacís

TimArte, estafArte, falseArte, enredArte, chasqueArte, defraudArte, desorientArte, engatusArte, liArte, embaucArte, para aparentArte, traicionArte y decepcionArte es la estrategia contemporánea en el mundo de las artes.

El arte de ser idiota se ha puesto en boga, con toda una estrategia de marketing y de filosofía de retrete que impacta con una planificada imagen de excéntrico y lunático con su toque de urbanismo de gueto trap para fomentar la pérdida de valores, en ocasiones, el sexismo y la total o parcial, ridiculización de la mente humana en su burdo apogeo fuera de todo texto y de contexto.

Para Jean-Yves Jouannais, «el arte decisivo de este último siglo y la idiotez son una misma cosa. Moderno e idiota son sinónimos.» Los nuevos iluminados del “arte”, aparecen como el “artista” neo transformador, aunque ya existieron bases a lo largo del siglo pasado en el cine (Herzog, Godard, Von Trier) y en la literatura (Gombrowicz, Kennedy Toole), aunque es en el mundo del arte donde el idiota ha cobrado mayor significado e hiper-valorización (hiperinflación), eso sí; no tanto representado como encarnado por el propio artista, confundiendo la creatividad y esquizofrenia, la vida con la obra. El idiota, se vende como un salvaje, como alguien libre de ataduras y de convenciones sociales, lo que les ha convertido ocasionalmente en metáforas y curiosos casos de estudio.

Solo imaginemos como: El artista italiano Salvatore Garau, ha llevado esta corriente a su máxima expresión, ya que ha vendido una escultura invisible a la que llamó “Yo soy” por 15.000 euros. Alrederor de 18.300 dólares americanos. La obra inmaterial, Io Sono, La subasta de este supuesto “arte” Art-Rite le otorgó al comprador un certificado de garantía, sellado y firmado por Garau.1 jun 2021, eso es para partirse sino de iras; de risa.

Durante el año 2019 en el Art Basel Miami Beach se vendió una banana pegada a una pared con cinta adhesiva en 120.000 dólares por parte del italiano Maurizio Cattela, la obra se llama “Comedian” que supuestamente es para hacernos pensar el valor de las cosas según el espacio y contexto … lo paradójico es que ya han vendido 2 bananas, lo que ha cotizado la tercera a 150 mil dólares; esta idea la copió a Andy Warhol; pero la diferencia radica en que Cattela, la llevó al extremo frutal como objeto en presencia y no se molestó en siquiera pintar su apariencia sino la compró en una frutería de camino al museo a 30 centavos de dólar.

Para mayor gracia; Pocos días después, el artista David Datuna se comió dicha banana sin autorización de los organizadores del evento y calificó su acción como una «performance» que tituló «Artista Hambriento».

Ya nada nos soprende en la fatuidad del arte contemporáneo pues anteriormente el cubano Félix Gonzales Torres vendió una pirámide de caramelos que llamó: “ la montaña de caramelos” que  en el 2015 llegó a costar 7 millones de Euros que fue un homenaje al peso en kilos y libras que  tenía su pareja que falleció de SIDA.

Cierto es que esto no es nada nuevo y que actualmente a través de los NFT se realizan subastas sui géneris, pues una caricatura de un mono fue comprada por Justin Bieber en 444.915 dólares o Neymar quien ha comprado 2 obras recientes en NTF por un valor superior a un millón de dólares.

La gran pregunta es ¿Por qué cuesta tanto un plátano, caramelos o algo invisible? Según entendidos y especialistas en finanzas, sugieren que se trata de un método de marketing y estrategia para que a través de la sobrevaloración de lo inútil – como obra de arte – luego guardárselo en “stand by” y en esa espera cotizarlo publicitariamente hasta triplicar o quintuplicar su valor; luego de ello el comprador, en un par de años,  logra condonación fiscal de impuestos o en otros casos, con dichos  excedentes legaliza dineros de dudosa procedencia.

El arte iconoclasta o subversivo, por llamarlo de alguna manera, siempre ha existido; pero antes manejaba un criterio conceptual bajo significantes y significados, signos y contenidos con una semiótica transgresora para sacudir a la sociedad y permitirle reflexionar a cualquier individuo con consciencia; por ello Marcel Duchamp hizo famoso su urinario a principios del siglo veinte o toda la corriente del Dadaísmo o por ejemplo nuestro gran artista Amaru Cholango que instaló 24 camas de un hospital siquiátrico para demostrar cuan enferma podría estar la cultura, o las carabelas de Colón todavía navegan en tierra, una obra crítica sobre el neo colonialismo y alienación.

Igual hace algún tiempo un reconocido artista montó en todo un gigante museo una minúscula instalación con botellas de licor consumidas y también a medio consumir rodeadas de miles de colillas de cigarrillo y cenizas en una pequeña esquina del museo, esto si representa un contenido porque el museo gigante representa, lo enorme e incontrolable  de la vida, que, a veces, hace que el artista se refugie escondido en una esquina de sus propios vicios como una falsa escapatoria.

En mi caso particular también he practicado este tipo de arte y propuesta; pues a la entrada de una exposición que años atrás realicé,  coloqué un santuario al estilo virgen con una mujer dibujada en carboncillo sobre una caja y que en su vagina tenía una alcancía o cepo con una leyenda – deposita tu moneda – a la obra la llamé: “PROSTÍBULO” y si vieran el feedback que causó, pues mucha gente depositó su moneda o cuando coloqué al interior de otro museo como primera obra – un inodoro, con una corona de rey levitando – y con una leyenda que decía -Quien se siente en este trono, sabrá quien mismo nos gobierna – y lo hice para hacer alusión al estiércol político que gobierna nuestras naciones; pero este tipo de arte propositivo e iconoclasta dista mucho de esta superficialidad del arte idiota que carece de forma y no tiene más que un contenido vulgar como un oprobio a toda inteligencia.

La idiotez, como nueva condición social; pero también como estrategia de mercado, artístico y político, ha sido objeto de estudios recientes como Les figures de l’idiot (Ed. Léo Scheer, 2004) o L’idiotie (Beaux Arts Magazine).

Las galerías y museos, por otra parte, han expuesto las esculturas de Erwin Wurm, Jaume Pitarch ( imágenes) o el tándem formado por Jennifer Allora y Guillermo Calzadilla, que instalaron en la pasada Bienal de Venecia un servidor bancario bajo un gigantesco órgano musical (en función del dinero extraído, el órgano interpretaba una pieza musical u otro en función de la cantidad extraída) Casi igualito que los bancos con sus preferentes, que cuánto más te extraía el dinero mejor sonaba su música. 

Esta burda necesidad de cultivar el desconcierto de públicos proclives a echar el ancla y aplaudir lo que ya conocen y se jactan de su ignorancia para poner en evidencia su inmadurez humana, está en pleno ascenso durante el siglo 21 y principios del nuevo milenio. Encontrar una razón en – el sin sentido – y abordar con superfluos íconos sin ningún significado es el nuevo oficio del artista contemporáneo.

Cuando la obra es realmente arte, no requiere ser explicada; pero hoy validan más el supuesto narrativo del “proyecto” Atiborrado de absurdos, con un lenguaje argumentativo trivial y hasta mal redactado entre vacíos conceptuales e incoherencias lingüísticas.

¿Será que el arte naufraga a la deriva o se suicidó en manos de oligofrénicos y ególatras creadores para hacer que el público halle analogía o se identifique con la mediocridad?

Tomado del muro FB de Nelson Villacis

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