Por Francisco Escandón Guevara
Los impuestos se remontan a la urgencia que el naciente Estado tuvo para financiar sus gastos, especialmente aquellos relacionados con la represión y el monopolio de la fuerza.
Con el desarrollo del capitalismo los tributos se diversificaron en directos e indirectos. Los primeros gravan la riqueza, como ocurre con el Impuesto a la Renta, y los indirectos se fijan al consumo, tal sucede con el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto a los Consumos Especiales.
Durante el correísmo se logró cifras records de recaudación basadas en la ampliación de la base de tributantes y el alza de un conjunto de impuestos indirectos como las salvaguardias, el IVA y los gravámenes a bebidas alcohólicas, cigarrillos, etc. Pronto esos recursos tributarios fueron insuficientes para mantener el despilfarro estatal y la corrupción, de allí que para sortear la crisis fiscal el Ecuador accedió al endeudamiento público.
El gobierno de Moreno continúa con esa práctica, la única diferencia es el prestamista. Ahora son los organismos crediticios internacionales los chulqueros que imponen una reforma tributaria para subir en cuatro puntos el IVA, es decir pasar del 12% al 16%.
Esa elevación de impuestos al consumo no garantiza una mayor recaudación, pero repercutirá en el encarecimiento de los productos, en la desvalorización de los salarios, en el incremento del desempleo y la contracción económica.
Es el mismo esquema impositivo construido por el neoliberalismo y el correísmo, en el que los monopolios dueños del 60% del Producto Interno Bruto apenas contribuyen con el 15% del total de imposiciones, mientras las clases trabajadoras financian la mayor parte de los ingresos tributarios.
El Ecuador necesita una reforma a los impuestos para que las 200 familias multimillonarias paguen más, para evitar la evasión y el perdón del Estado a sus deudas. Esa reforma además debe reducir el IVA para incentivar el consumo, la producción y el empleo.
La burguesía apuesta a que sea el pueblo quien financie la crisis, mientras las organizaciones sociales creen en su unidad y lucha para detener el paquetazo.