Por Jaime Chuchuca Serrano
La famosa película de Luis Buñuel, El discreto encanto de la burguesía (1972), relata un conjunto de banquetes interrumpidos por eventos reales o ficticios, que no deja a los burgueses disfrutar sus privilegios. Los eventos más ilógicos, oníricos e imposibles son aceptados como normales. El guion de esta película, se inspiró en situaciones de la época. Como para armar otra película surrealista, el gobierno, y la mayor parte del poder ecuatoriano, es manejado por una burguesía inútil que pierde habilidades y razón para el ejercicio político.
La negligencia inenarrable de un señor, Santos Alvite, que decía que seis mil dólares no le avanzaban ni para cigarrillos, desapareció millones de dólares en el sector energético; junto a las firmas de Lasso para 8 concesiones eléctricas de última hora. En estas semanas, la paranoia de la burguesía ha desbordado sus propias solemnidades: la incursión armada de la embajada mexicana, (casi al tiempo que Israel bombardeaba una iraní), atropelló a autoridades; pero, del otro lado, la ministra de Ambiente reconoce a un país que no existe; o por fin, la creación fantástica de Noboa, de un sabotaje en las empresas eléctricas, por el personal que él mismo nombró, para ocultar la real holgazanería.
Los asesores y medios del poder, han justificado todo tipo de acciones, hasta las alucinaciones del delirium tremens gobiernista. Esta burguesía, creó otra ficción: una mejor seguridad, atada a la precarización y el saqueo. Como en un país al revés, en algunas provincias y parroquias la pobreza llega al 80%, pero se incrementaron impuestos y los precios del gas, gasolina, energía eléctrica; o como la ministra Núñez, que grita que hay desempleo, porque no se permite el despido sin indemnización. No obstante, también hay genios. Eduardo Peña, directivo del IESS de Noboa, que se le ocurrió la genialísima idea de jubilar a la población, de ser posible, a los 70 años, aunque el promedio de vida sea 73.7 años. Un ministro de Finanzas que no le importó dejar sin alimentos a miles de personas privadas de la libertad, y cerca está de suspender el desayuno escolar de los niños.
Estos son, solo algunos de los sueños y eventos turbios de esta indiscreta oligarquía descompuesta. Por eso, a esta burguesía inútil, ya no le sorprende que cuando se dispone a cenar, se le va la luz o el Estado de Derecho.