Por Alejandro Ríos
Los resultados de las recientes elecciones efectuadas en Italia y Suecia alertan, una vez más, respecto del avance que las fuerzas de extrema derecha experimentan en el continente europeo. En Italia, Fratelli d’Italia (FdI), partido que proviene de formaciones neofascistas, ha conquistado el primer lugar en las recientes votaciones del 25 de septiembre; en Suecia, el partido Demócratas de Suecia saltó al segundo lugar en los comicios efectuados dos semanas antes que los italianos. En países como Polonia, Hungría o Eslovenia los partidos ultra reaccionarios forman parte de los respectivos gobiernos, en otros como Finlandia y Austria formaron parte de ellos; en las elecciones generales últimas en España y Francia la votación de la derecha se amplió.
El crecimiento de la derecha se produce en el contexto de la profundización de la crisis general del capitalismo y de la presencia de momentos críticos en la economía europea y mundial que, a su vez, han provocado la agudización de problemas como el desempleo, la inmigración o la inseguridad. La crisis de 2008, que ese momento se dijo era comparable en su impacto a la que estalló en 1929, es un ejemplo del impacto negativo sobre el empleo y el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo. Frente a una circunstancia de esa índole, la extrema derecha presenta un discurso populista nacionalista, xenófobo y autoritario que supuestamente «explica» las causas y responsabilidades de los fenómenos presentes, ubicando a una parte de las víctimas como responsables, pero en ocasiones también golpean a determinadas élites económicas. Culpa a los migrantes del aumento del desempleo y la inseguridad económica que afecta a los trabajadores nativos, los acusa del incremento de la violencia e inseguridad. La extrema derecha, aprovecha y potencia ideas que generalmente surgen en tiempos de incertidumbre y de dificultades económicas, que son acogidas por sectores atrasados de las masas. Jimmie Akesson, líder de Demócratas de Suecia, en la última campaña expresó su intención de deportar a todos los extranjeros que cometan cualquier infracción, castigar la mendicidad, o demoler los barrios que la policía ha calificado de «alto riesgo», todos ellos con una alta concentración de inmigrantes.
Aunque muchos sectores interpretan este fenómeno como un crecimiento del fascismo en general, la realidad no se presenta así. No todos los partidos de derecha radical son fascistas, en la franja de la extrema derecha hay conservadores, nacionalistas, ultra derechistas y fascistas. El fascismo tiene connotaciones específicas, por eso es un error aseverar que hay un «proceso de fascistización» o de avance general del fascismo, lo que no niega el crecimiento de la influencia de la ultraderecha en Europa. Los hechos demuestras que la mayoría de los partidos europeos que ahora expresan un ideario y una estructura partidaria fascistas son marginales. Ejemplo de partido con esas características es Amanecer Dorado, en Grecia, que cuenta con milicias y una estructura altamente jerarquizada. Hay que advertir, también, que los antecedentes de algunos de esos partidos que hoy expresan un crecimiento están en formaciones fascista o neofascistas, como señalamos ya respecto de Demócratas de Suecia. Es explicable el uso generalizado de la palabra fascista para identificar a las fuerzas políticas de extrema derecha, porque esta permite identificar de manera fácil y rápida a un gobierno como violento, autoritario, antidemocrático.
La presencia de esta franja política es la respuesta de los sectores más reaccionarios y anticomunistas de la burguesía financiera, expresa la crisis política del sistema; su desarrollo evidencia los límites en la conciencia política de los trabajadores y la debilidad de las fuerzas políticas democráticas y de izquierda; tiene asidero porque las masas miran que las otras fuerzas de la derecha, que se pintan de socialdemócratas, reformistas y hasta de izquierda, que han estado en los gobiernos son responsables directos de los graves problemas que los aquejan y han sido incapaces de resolver los enormes problemas generados por el capitalismo.
La clase obrera en Europa tiene como tarea política de primer orden enfrentar a las fuerzas de la derecha, cerrarles el paso y avanzar en la politización de los trabajadores con las ideas de la revolución y el socialismo.
Imagen Principal, pintura de Gonzalo Mendoza, Avsipa, fue miembro de Periódico Opción, falleció, 24 de julio 2006