Por Carlos Torres Miño*
Quisiera partir hoy día realizando un análisis sobre el tema de la crisis de la Educación Superior en el país, realmente resulta irrisorio que el gobierno de turno no vea a la educación como uno de los elementos más importantes en el desarrollo de una sociedad, en días anteriores hemos visto la pretendida reducción de los presupuestos a las IES del país, en el caso del alma mater de Cotopaxi, más de 1´450 000 dólares han sido los rubros despojados del presupuesto institucional, increíble pero cierto, ahora la crisis del país que se venía gestando mucho antes de la pandemia la tiene pagar la Educación Superior, la clase media, los pobres del país, mientras mucho ricos que han sido beneficiarios de grandes ganancias económicas en los últimos años, siguen acumulando riqueza sin importar como y a costa de quien.
La respuesta de la academia ha sido contundente en todo el país, la voz unificada de la universidad ecuatoriana ha exclamado: “no al recorte presupuesto institucional, si a la educación, presupuesto de calidad”, varias cosas han ocurrido una de ellas la renuncia de la PhD. Silvia Vega, delegada del ejecutivo al Consejo de Aseguramiento de la Calidad de Educación Superior, quien dijo textualmente: “Considero que no se puede garantizar la calidad de la educación superior si se producen estos recortes presupuestarios, que apuntan principalmente a la reducción del personal docente, con lo cual se limita gravemente el adecuado desarrollo de las funciones sustantivas de la universidad”
Sin embargo, algo más inaudito es lo referido por la PhD, sobre la evaluación institucional de las IES del Ecuador, proceso que se culminó con éxito en las IES del país y que los informes finales debían ser entregados en el mes de marzo y abril, los mismo que no fueron socializados en los tiempos establecidos en el cronograma. La PhD dijo: “La entrega de los informes preliminares de evaluación a las universidades y escuelas politécnicas, pero por la emergencia se suspendió hasta que se supere esta situación”
Esta decisión no fue compartida por mi persona, pues en el caso de este proceso consideré que nos correspondía reglamentariamente hacerlos conocer a las instituciones evaluadas, a fin de que ellas tuvieran el tiempo necesario e incluso extendido por la suspensión de términos y plazos para realizar sus observaciones.” (Peralta, 2020). Aquí cabe la pregunta.
¿Por qué no se entregó los informes que estaban listos?
¿Acaso estaba ya maquinada la reducción de los presupuestos de las IES?
¿Cuál fueron las verdaderas pretensiones al no entregar los informes?
Acaso todas inquietudes engloban un proceso de chantaje a las IES en el caso de que se opongan a la reducción presupuestaria y que implicarían la no acreditación de las mismas.
Por otro lado, algo que ha causado asombro en la academia, es el documento que circuló denominado “Propuesta de reforma a la normativa transitoria para el desarrollo de actividades académicas en las instituciones de educación superior, debido al estado de excepción decretado por el estado de emergencia ocasionado por la pandemia del COVID” (CES, 2020).
Los elementos más críticos después del análisis son:
Art. 2.- Distribución del tiempo de dedicación del personal académico.
a) Impartir entre 22 y 26 horas de clase (Personal académico con tiempo completo).
¿22 a 26 horas, es real esta propuesta? Que implica esto, habitualmente la carga de horas por asignatura es de 3, es decir si a un docente universitario le asignan 24 horas académicas, estaríamos hablando de un promedio de 8 asignaturas, o por lo menos 8 cursos diferentes a quien dictar cátedra.
Por otro lado. En la página 2 de este documento reza “La asignación de carga horaria será independiente del número de asignaturas, cursos o sus equivalentes, y podrá complementarse en cualquiera de las modalidades que oferta la IES”. Es decir se justifica lo que antes se mencionó en el análisis.
Si bien es cierto, se habla de que los docentes titulares estarán con la misma carga horaria con la que ganaron los concursos de méritos y oposición del año 2017 y que posee un promedio máximo de 20 horas de docencia, aplicando la misma fórmula anterior, oscilarían las asignaturas o cursos entre 6 y 7.
Art. 3.- Organización de los cursos, asignaturas, cursos o sus equivalentes.
Art. 3.1. Los cursos y/o paralelos de las carreras que se han acogido a la modalidad en línea podrán contar con un mínimo de 60 y máximo 100 estudiantes.
¿60 a 100 estudiantes, es real y pedagógico?
Imaginémonos una videoconferencia con 100 estudiantes, ¿podremos captar la atención de todos?, ¿la calidad de educación se podría garantizar en estas condiciones?
Realmente es insólito que pseudos políticos que no entienden el día a día de la academia, escriban desde el escritorio tanta barbarie.
Ahora bien, analizando el proceso de enseñanza aprendizaje mediante la Educación Virtual, se evidencia varios nodos críticos, el más importante radica por la falta de planificación y control de los aspectos relativos a los docentes investigadores y su cualificación como docentes de educación virtual y al proceso de enseñanza – aprendizaje (Acosta, 2012; Cegarra, 2013; Briseño, 2014). Por lo que, para mejorar la calidad de esta modalidad de estudios, es necesario una evaluación continua de la planificación como: plataformas tecnológicas y su accesibilidad, el número de estudiantes, material didáctico disponible, capacitación docente, estrategias didácticas, evaluación docente estudiante y estudiante docente, entre otros elemento. (García-Aretio, 2012; Fernández, 2014; Martín, 2014).
Como vemos, varios autores coinciden que la calidad de la educación superior en la modalidad educación virtual, radica en el número de estudiantes y sugieren que lo ideal es de 20 a 25 estudiantes por aula (Hernández& Legorreta, 2018).
Con otro ejemplo, se demostrará que para un docente que tiene un promedio de 24 horas de docencia asignadas, con cursos de 100 estudiantes, seria inalcanzable garantizar la calidad de educación.
De los ejemplos anteriores expuesto, tomaremos el que tiene relación con los docentes ocasionales a tiempo completo: 8 cursos de 100 estudiantes, estaríamos hablando de 800 evaluaciones o tareas que calificar, según varios expertos pedagogos, el tiempo que tarda un docente en revisar una tarea o evaluación oscila entre 5 y 8 minutos, es decir 67 a 106 horas respectivamente en revisar una tarea o evaluación, por lo que se torna incomprensible, en base a que estudios científicos los pseudo políticos que regentan el Sistema de Educación Superior plantean este tipo de propuestas, está claro, que lo que se quiere es tratar de justificar la salida de docentes de varias IES, que por problema económicos en relación al recorte presupuestario deberán hacerlo. Aquí las últimas inquietudes.
¿Quién es el principal afectado en esta situación? ¿Qué entiende los señores antes mencionados por calidad de educación?, estas y otras inquietudes estarán prestas para el debate de la academia.
Y por último, la Educación Virtual necesita de un mayor tiempo de planificación y preparación, expertos académicos, hablan de que sería necesario entre 3 y 4 horas de planificación por cada asignatura (Luna, 2012), si el docente tiene 8 asignaturas o cursos, estaríamos hablando de 24 horas de planificación, más las 24 horas de clases virtuales el promedio sería de 48 horas, lo que excede la cantidad de horas académicas máximas que son 40, por otro lado, que pasa con los procesos de investigación y vinculación con la sociedad, que en muchos casos, la academia hoy en días, en medio de la pandemia ha jugado un rol significativo en función de enfrentar y aportar a la mitigación de esta problemática mundial.
*Director de Investigación en Universidad Técnica de Cotopaxi