Por Jaime Chuchuca Serrano
Según el Banco Central del Ecuador la economía decreció 7,8% en 2020 y espera que en el 2021 se recupere 3%. Las políticas del gobierno no han detenido la contracción económica, al contrario han profundizado la crisis. A pesar del gran endeudamiento económico, más de 70 mil millones de dólares, no ha habido inversión efectiva en los distintos sectores productivos y tampoco obra pública; solo este gobierno pidió 17 mil millones. En los cuatro años de gobierno de Moreno, el FMI y sus discípulos manejaron la economía.
La reducción de los salarios en el sector público y privado ha hecho que se contraiga el mercado interno. Los despidos masivos causa que miles de familias pasen transiten a la pobreza. Las reformas laborales y la inestabilidad golpean a los ecuatorianos y ecuatorianas más desprotegidos. A pesar de la crisis, el sistema financiero y unas pocas empresas privilegiadas han incrementado su capital, lo cual es contradictorio con la pauperización de la mayoría de la población, más de 9 millones.
La economía ecuatoriana sigue dependiendo del barril de petróleo y el tan cacareado cambio de la matriz económica resultó ser un mito propagandístico. Uno de los factores principales de la crisis económica estatal es la disminución del precio del barril de petróleo, pero también el mal uso de los recursos públicos; la corrupción anual sigue bordeando los 16 mil millones de dólares anuales. La dinamización de los sectores no petroleros no se debe al estímulo económico del gobierno, sino a la astucia de la misma sociedad. El incremento de las remesas provenientes de la migración ha sido uno de los motores de la economía ecuatoriana. Los dólares que vienen de afuera ayudan a mantener el modelo de la dolarización.
La política pública nunca ha pasado por el modo de producción socialista como falsamente sostienen algunos economistas neoliberales. El capitalismo ecuatoriano sigue siendo atrasado y ahora adoptó el molde pandémico. Los monopolios continúan concentrando grandes cantidades de tierra y empresas en pocas manos, y a través de su formación oligárquica cogobiernan en el Estado. El modelo económico tiene normativas neoliberales, combinadas con formas estructuralistas y de control disciplinario. Será muy difícil que en los próximos cuatro años se cambie este modelo.