Por Jaime Chuchuca Serrano
La guerra contra las drogas se ha organizado bajo mecanismos neoliberales: son conflictos de intervención regional y con gran rentabilidad. En tanto guerras de intervención, potencias como EEUU tienen la libertad de ingresar territorialmente, implantar bases extranjeras (como en Colombia), asumir la instrucción de las tropas policiales y militares (en Ecuador ya está el FBI y la CIA), y crear condicionamientos políticos y económicos. Como conflictos rentables, se han aprobado numerosas legislaciones para permitir millonarias inversiones gubernamentales y no gubernamentales, en las que participan organismos crediticios, transnacionales de armas, industrias de plaguicidas y farmacéuticas.
La venta de las drogas emerge como un sistema de control y sometimiento de las poblaciones. Las guerras del opio de Europa contra China, fueron directamente coloniales; los conflictos de la droga de EEUU en América Latina, se hacen bajo acuerdos neocoloniales bilaterales, directos e indirectos. Sin embargo, el objetivo es la subyugación estatal y económica, no la eliminación de las drogas. Ecuador entró en el conflicto y el gobierno de Lasso ha abierto las puertas. Las guerras sangrientas desarrolladas en Colombia, Perú, México, Nicaragua, El Salvador proliferaron la producción de la droga, rebasando la estructura de Los Carteles, para convertirse en múltiples redes sociales y estatales. EEUU sigue siendo el principal destino del mercado de la cocaína y hoy son más importantes que nunca las preguntas de los investigadores mexicanos: ¿dónde están Los Carteles y Capos estadounidenses?
El lavado de los dólares de la droga se hace principalmente en el sistema financiero. No hay Estado que se libre, ni El Vaticano se limpia de culpas. Miles de campesinos siguen siendo desplazados o sometidos para el cultivo de la coca, acabando con la agricultura local. La industria turística ha sido fuertemente golpeada. Las empresas de Guayaquil y Esmeraldas en Ecuador, están al borde del colapso, al que ya llegaron las de Acapulco y Guerrero en México. La mayoría de los puertos marítimos son focos de batallas campales. La nueva epidemia del fentanilo (50 veces más fuerte que la heroína) ha sido propiciada por las industrias farmacéuticas y la política sigue siendo la no intervención estatal. La raíz común de la guerra de la droga es la estructura colonial de siglos, las desigualdades sociales y la pobreza.