Por Psic. Cl. Jonathan Párraga / Manabí
En Ecuador, aproximadamente 1.179 personas se quitaron la vida en 2023 y se calcula que por cada suicidio registrado hay cerca de 20 intentos. Estas cifras tienden a aumentar y es muy probable que sean más elevadas teniendo en cuenta las cifras no oficiales o casos no reportados.
Es necesario dar una perspectiva estructural a esta problemática psicosocial, más allá de la prevención, atención e intervención individual. Para abordar la complejidad de las conductas suicidas empecemos por identificar los factores de riesgo y las causas que, clínicamente, las originan. Hay que tomar en cuenta las condiciones materiales y de vida de las personas; por ejemplo, son potenciales víctimas de este problema los bachilleres que no logran ingresar a la universidad, los jóvenes profesionales que no consiguen empleo, el padre o madre de familia desempleado que no logra satisfacer las necesidades de su hogar, las personas que pierden algún familiar a causa de un hecho violento, etc. En un contexto social estos aspectos son, más bien, los efectos, en la falta de atención y recursos en sectores como salud, educación, seguridad, las inequidades e injusticias sociales y una brecha social que crece cada vez más, ahí es donde radican las causas verdaderas de este problema.
Resulta insuficiente la aprobación y registro (05 de enero de 2024) de una ley de Salud Mental, es necesaria la voluntad política de legisladores y gobernantes, en primer lugar, para cumplir con el porcentaje que debe ser destinado para la inversión en salud (4% del PIB) y educación (6% del PIB) para que se pueda invertir, por ejemplo, en programas de psicoeducación a la población con la finalidad de prevenir, eliminar estigmas, tabúes y principalmente, el desconocimiento sobre la salud mental, con la participación de profesionales jóvenes y estudiantes de carreras de esta área, quienes están a la espera de oportunidades de generar ingresos y ganar experiencia para su vida profesional, en segundo lugar, mejorar las condiciones de vida de la población, entendiendo la salud mental como el bienestar psicológico, emocional y social, en lo que respecta a empleo y seguridad, de ese modo, para trabajar en las causas y efectos que dan origen a este problema, logrando así, una verdadera prevención del suicidio.