Las elecciones del 2019

Periódico Opción
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Por Francisco Escandòn.

La historia reciente del Ecuador, antes del correísmo, es la expresión de cíclicas crisis políticas y pugnas por el poder del Estado; en poco más de una década se sucedieron más de una decena de mandatarios que no pudieron lograr estabilidad.

Las facciones oligárquicas, creyentes del neoliberalismo, no lograron la pretendida gobernabilidad ideada en reformas electorales que promuevan el bipartidismo burgués, cuyo propósito fue impedir la participación política del pueblo.

Ese propósito fue vencido por los progresivos resultados en las urnas que obtuvieron los partidos y movimientos políticos de centro izquierda, hasta que Alianza País logró hegemonía en la sociedad ecuatoriana.

Cuando el correísmo se impuso con autoritarismo, las instituciones cooptadas legalizaron un sistema electoral perverso que no representa la voluntad democrática de la sociedad.

Bajo el justificativo de garantizar la representatividad de las dignidades electas, en relación con su territorio y pobladores, se crearon las circunscripciones electorales (concejales urbanos y rurales, asambleístas por distritos), pero esa maniobra jurídica no implica mejorar la calidad de la representación, sino sólo da ventajas a las maquinarias electorales.

El otro desatino del sistema electoral burgués correísta es el método d´Hondt para la asignación de escaños. Esta ecuación matemática, poco proporcional, beneficia a las mayorías. Con él, en el 2013, Alianza País garantizó una aplanadora de cien asambleístas, de usarse el método de Webster hubiesen alcanzado 83 curules y serían varios menos si se aplicaba el método de Hare, que según expertos matemáticos y electorales es más equitativo para reflejar la voluntad democrática de los electores.

Los sumisos del Consejo Nacional Electoral (CNE), para evitar las alianzas políticas, aprobaron un inconstitucional reglamento que divide la representación obtenida por dos o más partidos o movimientos que se unen.

Así se legalizó un fraudulento sistema electoral y se alargó el reino del correísmo ahora en crisis.

Es positiva la extirpación de los vocales obedientes del CNE, pero urge reformar la totalidad del sistema electoral para garantizar las alianzas electorales, para que la representación política sea proporcional al número de votos obtenidos y para romper con los intentos de imponer el bipartidismo.

La actual crisis política facturará con el rechazo en las urnas a Alianza País y provocará la victoria a distintas alternativas electorales. El éxito de uno u otro dependerá de su identidad anticorreísta.

 

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