Por Salomón Poveda LL.*
Estas reflexiones parten de un anhelo de alcanzar una sociedad diferente a la que estamos viviendo. Siendo estas reflexiones personales están sujetas a la crítica y a las modificaciones que el lector crea pertinente. Entonces, ¿qué se entiende por justo? La respuesta es tener todo lo que nos corresponde y es necesario para una vida digna, ya sea en forma individual o colectiva; es lo que proviene de nuestros esfuerzos, sean materiales o inmateriales; que no perjudiquen, primordialmente, a la naturaleza y a los demás seres humanos y que además contribuya al bien común.
El sistema político, económico social y cultural esta basado en el poder de unos pocos que hacen una apropiación forzada de los bienes materiales e inmateriales provenientes del trabajo e ingenio de los seres humanos. Sin embargo, el 1% de la población que constituyen los más ricos se apropian de la riqueza que producimos el 99%, que depredan todo cuanto encuentran en la naturaleza y sirva para acumular su poder económico y político. Ese minúsculo grupo pone en riesgo a la naturaleza y por tanto la vida de los seres humanos, los derechos humanos. Estamos en un sistema donde una porción pequeña de la población vive de la explotación de la inmensa mayoría de quienes trabajan. Entonces, no es justo anteponer los intereses individuales o de pequeños grupos, al interés general o colectivo (1% contra el 99%). Esta es una “vieja cultura” que tiene capacidades destructivas del planeta y los seres humanos.
Una sociedad injusta como la actual vive sobre la base del uso del terror, el miedo, la manipulación y la fuerza. Durante nuestra historia hemos resistido al látigo, pasando por la persecución, la tortura, la discriminación y la muerte; institucionalizando las “fuerzas armadas” o “fuerzas del orden”. (incluir instrumentos de tortura)
La política con la cual han construido el poder es con la ficción de que todo lo que hacen es “normal”, porque se sustenta en leyes pre establecidas y “aprobadas por los pueblos”, en la Asamblea Nacional, en consultas o referéndums amañados al antojo de los poderosos.
La educación, en todas sus fases, a más de limitar al mínimo su acceso, el poder tiene capacidad para limitar, también los contenidos o programas, con propensión al individualismo, penalizando la organización, la movilización y la protesta, en aras de la “paz y el progreso” , todo por “el orden establecido”. La pobreza y la ignorancia en la mayoría de los pueblos “justifica” la existencia del sistema.
Los medios de comunicación, con honrosas excepciones, son instrumentos eficaces para la desinformación, a nivel interno y externo, fuentes de mentiras perniciosas con las que consiguen que favorecen a los grupos de poder, llegan a engañar a los sectores populares haciéndoles creer que tal o cual “mandatario” es el que les conviene; y, que son elegidos “por el pueblo” y “para el pueblo”. Hay también el poder clerical que adoctrina a sus fieles en la creencia de que, “los pobres nacen pobres y los ricos igual”.
Hace falta urgentemente una nueva cultura.
Salomón Poveda, es maestro en niveles escolar, medio y superior; es artista músico con distinciones internacionales y autor de obras con énfasis en la cultura popular; es Doctor en Jurisprudencia y Licenciado en Ciencias Sociales y Públicas por la Universidad Central del Ecuador.
