Por Prof. Raúl Yánez Montero
La situación actual que estamos atravesando, ha desnudado a la sociedad, lo que antes señalábamos con un grito de protesta por los pobres del país, hoy palpamos la realidad cruda, lacerante de la situación de quienes trabajan por cuenta propia y viven el día a día, de quienes duermen en las calles, de los trabajadores que venden su fuerza de trabajo en las empresas y son despedidos, de los maestros que sin sueldo tienen que seguir laborando por teletrabajo ocuparse del hogar y de sus hijos, mientras por otro lado, gobernantes insensibles, listos para las fotos y videos, los asambleístas que no quieren solidarizarse con un solo centavo, los banqueros y grandes empresarios que apenas sueltan migajas de sus millonarias ganancias porque de su patrimonio no sueltan ni un solo centavo, y claman por sus “pérdidas millonarias”, porque, a pesar de los grandes capitales que tienen no pueden mover las empresas, necesitan de las manos, sudores y sacrificios de los trabajadores.
En medio de este maremágnum tenemos la solidaridad a riesgo de sus vidas de los médicos, enfermeras, auxiliares, internos rotativos, de los campesinos que siguen produciendo la tierra para alimentar a la sociedad ecuatoriana, como no resaltar el papel de los policías y militares junto al pueblo defendiendo la vida y la salud, y no contra el pueblo, defendiendo a quienes se enriquecen a costa del sacrificio del pueblo ecuatoriano como aconteció en octubre de 2019. Allí está presente la solidaridad del pueblo y los profesionales fabricando mascarillas, ataúdes, entregando alimentos, elaborando medios de protección, artistas dando todo de sí para que el pueblo soporte esta emergencia, solo el pueblo salva al pueblo.
Pero hay un sector muy vulnerable en esta emergencia por el covid19, los adultos mayores que al inicio señalaron que debían ser los más cuidados, en la familia por supuesto hay esa solidaridad, pero no existe la solidaridad del gobierno, de los ministerios, hemos sido invisibilizados por los medios de comunicación y la sociedad, incluso por los dirigentes de las organizaciones sociales. Los adultos mayores, según datos del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), la población de adultos mayores en Ecuador llegará hasta finales del 2020 a 1,3 millones. Eso significará un 33% más que en 2010, año en el que se realizó el último Censo de Población y Vivienda. Ese año la población de adultos mayores en Ecuador se calculó en 988.000 personas. Esto significa que en 2020 hay 28 adultos mayores por cada 100 niños menores de 15 años, mientras que en 1950 se registraban apenas 13. Ecuador tendrá una población relativamente joven, en comparación con otros países de la región. El Ministerio de Inclusión Social (MIES) en su último reporte sobre el estado de este segmento poblacional -emitido en noviembre de 2019- confirma que la población ecuatoriana envejecerá aceleradamente con el pasar de los años. Este año se calcula que habrá 705.000 mujeres y 606.000 hombres de esta edad.
A pesar de que cada día hay más adultos mayores en el país, sus condiciones de vida no son las mejores. Los ingresos promedio disminuyen conforme avanza la edad. Entre los 66 y los 85 años de edad los ingresos bajan de USD 362 a USD 144. Pues no existen fuentes de empleo, ni programas orientados a mejorar el poder adquisitivo de este segmento poblacional.
Debido a la falta de ingresos económicos, 2.975 personas de la tercera edad viven en condiciones de pobreza y otras 60.000 se encuentran en situación de extrema pobreza. Otros datos que retratan la difícil realidad de los adultos mayores son: Víctimas de violencia alrededor de 550.000 personas de la tercera edad han sufrido algún tipo de violencia, según el ex viceministro del MIES, Marco Cazco. Esto significa que el 44% de adultos mayores ha sido víctima de maltrato, abandono, o despojo del patrimonio. Rodrigo Tenorio, psicólogo que trabaja con adultos mayores, dice que la violencia que sufren las personas de la tercera edad en su familia es la que genera mayores problemas psicológicos. “Un adulto mayor que es rechazado, se deprime. Cuando presenta este cuadro es difícil que lo supere porque generalmente no accede a ayuda especializada”, agrega Tenorio. El especialista dice que una persona que tiene más de 70 años “necesita el apoyo de su círculo social más cercano para tener una buena calidad de vida”. De este universo somos 432.780 jubilados, que han aumentado su estado crítico en el encierro determinado por la emergencia.
En esta emergencia, de los miles que han fallecido, creemos que la mayoría son de la tercera edad, dato que ocultan los gobernantes, solamente entre los maestros jubilados tenemos que van falleciendo sin recibir el incentivo jubilar, día tras día, no solamente por el corona virus sino por las dolencias de salud, porque el gobierno nos está matando a cuenta gotas, porque a cuenta gotas está cumpliendo con el derecho constitucional del incentivo jubilar.
Ya que no nos toman en cuenta en las estadísticas gubernamentales, existen voces de todos los rincones del país exigiendo, por ejemplo, “que: la Sra. Ministra de Educación los docentes jubilados reclamamos que cumpla con nosotros o tomaremos medidas desesperadas”, preferimos morir en las calles peleando, con el peligro del corona virus, a morir entre la desesperanza y el olvido en nuestros hogares. Nos preguntamos, ¿o acaso se pone en práctica los dictámenes del Fondo Monetario Internacional que determina que los adultos mayores estamos demás en esta sociedad por demás injusta?