Por Luis Bonilla-Molina*
- La necesidad de una teoría crítica sobre la internacionalización universitaria
El “consenso” instalado en la academia es que la internacionalización universitaria es un proceso que se inicia con la globalización neoliberal, la cual se abre camino desde finales de los setenta e inicios de los ochenta del siglo XX. Ello comporta por lo menos cuatro grandes problemas teóricos que es necesario resolver para poder comprender en profundidad y con perspectiva esta dinámica.
El primero, al ser la universidad una institución cuyos modelos fundacionales en la región se “importan” desde los países colonialistas del siglo XV, la precariedad de los estudios históricos universitarios en su relación con los distintos momentos del capitalismo en nuestro continente, desde la conquista hasta el presente, afecta la comprensión del presente como continuidad histórica. Los esfuerzos realizados por Carlos Tunermann (1991), Carmen García Guadilla (2013), entre otros, abren caminos para la superación de esta limitante, pero es necesario ir más allá de ellos porque lamentablemente no sitúan la internacionalización universitaria en esta lógica de capitalismo tardío (Mandel,2023), con las diferencias operativas que le impone al claustro, el centro a la periferia del sistema mundo (Wallerstein,1985) en cada momento histórico[1] (Braduel,1970), desde 1492 hasta el presente.
El segundo, la creciente despolitización en los estudios universitarios [2] y el lugar de enunciación de las políticas educativas para el sector. Con el discurso de la adaptación a las demandas sociales, se suelen omitir los análisis estructurales sobre la complejidad de sus relaciones con las restantes dimensiones economía, política y tecnología o se tiende a simplificarlas con el concepto unidimensional de empleabilidad, como paradigma transversal que orienta a la trilogía operacional [3].
Tercero, al aceptar como adecuada para la vida universitaria la cultura evaluativa neoliberal, que se expresa en la competencia, jerarquización y mercantilización, la academia ha venido alineando la mayoría de sus esfuerzos a la acreditación que le posibilite ostentar un lugar en clasificaciones que colocan a las unas en disputa con las restantes para gozar del prestigio que les permita conseguir más fondos, los rankings universitarios que modelan la actividad universitaria mediante indicadores y metas estandarizadas, la bibliometría centrada en publicar en revistas arbitradas, indexadas que tributan a instituciones y estándares privativos cuyas normas de publicación privilegian el conocimiento limitado a lo “concreto”, el pragmatismo investigativo basado en estudiar los problemas de manera puntual y cada vez de forma más particular con mínimas o inexistentes relaciones con los factores estructurales que lo producen, que además son las privilegiadas para la obtención de fondos de financiamiento externo (público y privado), los sistemas de ascenso en los escalafones y remuneraciones que se centran en el productivismo vinculado a los aspectos descritos y, la movilidad académica y estudiantil que privilegie la tributación a estas dinámicas.
Pensar la internacionalización universitaria en contravía, desde otro lugar de enunciación, implica no solo un esfuerzo de develamiento de lo que ocurre en la coyuntura al respecto, sino un quiebre epistémico y cultural que conlleva un esfuerzo de movilización política, de relación sistémica entre teoría y práctica que es necesario construir.
Cuarta, la moda de la tecnología necesaria para la mejora del modo de producción capitalista como la idea hegemónica de innovación en la universidad, lo cual convierte a la propia internacionalización universitaria en una tecnología social para adaptar la universidad a los requerimientos de las cadenas de producción y la división internacional del trabajo.
Asumir la internacionalización universitaria con el conjunto de relaciones sociales, economías, políticas, culturales institucionales y tecnologías imperantes, cuya intensidad está modelada por los requerimientos del sistema capitalista, no significa la adopción de una mirada economicista de la misma. Siendo las universidades instituciones sociales, con posibilidades de construir alternativas autónomas, hecho que pasa por reivindicar sus capacidades de rupturas con la mirada economicista [4], consideramos que la comprensión amplia de la internacionalización universitaria forma parte de un esfuerzo por recuperar la esencia de lo académico que dialoga con la economía, pero no se subordina a ella.
2. La teoría de los ciclos de la internacionalización universitaria
La teoría de los ciclos de internacionalización universitaria, se fundamenta en los aportes de los estudios sobre el capitalismo tardío (Mandel,2023) y el papel de las universidades en esta dinámica, el desarrollo desigual y combinado (Novack,1957), el sistema mundo (Wallerstein,1984), los modelos de gestión universitaria (Bonilla,2000), el debate alrededor de las Conferencias Regionales de Educación Superior (1996,2008,2018,2024-CRES+5), las Conferencias Mundiales de Educación Superior (1998,2009,2022) y la interpretación integral de lo que significa la noción de crisis educativa (Bonilla,2024)
En estos periodos han surgido resistencias, proyectos alternativos, disputas desde lo local a esta tendencia hegemónica que constituyen el fundamento de otra internacionalización posible, tarea que emprenderemos en trabajos complementarios. El capitalismo no logra pasar sus recetas de manera absolutamente impune, creándose grietas que van prefigurando a través del tiempo la mirada contrahegemónica de la internacionalización universitaria
En este trabajo, hemos organizado los ciclos de la internacionalización universitaria en ocho momentos. El primero, la internacionalización universitaria colonial (1492 – 1804) que va desde la “importación” de los modelos universitarios europeos, hasta el inicio de los procesos de independencia nacional o surgimiento de las Repúblicas. En este sentido, 1804 momento de la independencia de Haití, es una fecha de referencia que se adecua a cada caso particular.
El segundo, la internacionalización universitaria Republicana (1804-1918) que es un largo periodo en el cual, en la perspectiva de Mariátegui (1928), los sistemas escolares y nuevas universidades republicanas se constituyen el marco de su complementariedad con el modo de producción capitalista industrial, nunca desde una lógica anticapitalista o ajena a lo que ocurre en el centro dominante. Por ello, el punto de cierre de este ciclo es la crisis del propio modelo, que tiene una tradición heredada de la colonia que hace aguas por las necesidades cada vez más crecientes de contribución al llamado desarrollo nacional, democracia e idea de ciudadanía.
El tercero, la internacionalización universitaria del paradigma de Córdoba (1918 – 1945), que responde a las exigencias del liberalismo educativo, progreso, profundización democrática y el impacto social de la universidad como parte de las demandas emergentes de factores que entran en contradicción con la visión neocolonial de la academia; estas contradicciones reflejan disputas y consensos mínimos de una nueva estructura de clases sociales en la región… La reforma de Córdoba tenemos que verla en el marco del surgimiento y desarrollo -según sea el caso- de la burguesía y el proletariado industrial como clases sociales en la región.
El cuarto, la internacionalización universitaria del Orden Mundial post guerras (1945 – 1962), del cual emerge Estados Unidos como potencia imperialista triunfante, la vieja Europa colonial queda disminuida en su influencia económica y la Unión Soviética consolida su papel mediante la derrota del nazismo alemán. El Tratado de Bretton Woods genera el surgimiento del multilateralismo moderno, que tiene como centro a Naciones Unidas y en educación tiene sus particularidades en la constitución de UNESCO. En este periodo, el capitalismo re-piensa el papel de la universidad en el marco de la Alianza para el Progreso (AP) y construye el autoritat multilateral como referente en la construcción de consenso del orden sobre la orientación de la universidad. Un rasgo distintivo de este periodo es el impacto del desarrollismo cepalino -la universidad vinculada a los proyectos nacionales de desarrollo- el impulso de los organismos nacionales de ciencia que le restaron autonomía investigativa a la universidad y la construcción de la cultura institucional de lo internacional como lugar de enunciación de la prospectiva.
El quinto, la internacionalización universitaria del multilateralismo (1962- 1972) como referente del mundo universitario, que tiene un punto de inflexión en el memorándum educativo del Banco Mundial (1962), que bajo las premisas de la educación como mercancía, impulsa todo un proceso de mercantilización, privatización y estandarización de las políticas públicas universitarias, que usa el crédito y la deuda externa como condicionantes para que se alineen las Instituciones de Educación superior (IES[5]). Los ciclos de internacionalización universitaria del orden mundial post guerras y del multilateralismo promueven la masificación universitaria como herramienta para la consolidación de mercados, producción y la gobernanza capitalista; resulta significativo valorar el crecimiento de las universidades, públicas y privadas, en estos dos periodos, así como sus ofertas académicas, perfiles de egreso y políticas de empleabilidad.
El sexto, la internacionalización universitaria de la tercera revolución industrial [6] (1972 – 1998). En este ciclo, el modelo de universidad surgida en las dos primeras revoluciones industriales entra en crisis (paradigma disciplinar, ajuste en los planes de estudio de ondas largas de innovación, universidad urbana en las grandes capitales que se expande a las ciudades menores y el medio rural, modelo de financiamiento público, entre otros elementos). La tercera revolución industrial comporta exigencias educativas renovadas para la universidades, entre ellas cultura evaluativa, para garantizar que la formación acompañe los cada vez más cortos periodos de innovación tecnológica, paradigma transdisciplinario -que también se presentaría, con algunas variantes, como pensamiento complejo- , apertura a modelos de financiamiento mixto, auge de la educación de gestión privada, disminución de las humanidades por la formación en las llamadas ciencias duras y tecnologías, entre otras.
El séptimo, la internacionalización universitaria de la calidad educativa y los indicadores de logro del neoliberalismo educativo (1998-2024), en la cual, como lo hemos mencionado, la actividad central de las universidades comienza a gravitar alrededor de las categorías que construyen indicadores de la cultura evaluativa: calidad, pertinencia, relevancia, impacto, eficiencia e innovación. Este ciclo, que se inicia tímidamente a finales de los setenta y primera parte de los ochenta del siglo XX, adquiere relevancia mundial en los debates de la Conferencia Mundial de educación Superior (1998) en la cual se establece como consenso mundial el trabajo por los términos polisémicos de calidad y pertinencia educativa, alrededor de la cual comienzan a gravitar el conjunto de categorías que orientan las políticas universitarias y se concretan en los rankings, la Bibliometría, la acreditación, la movilidad académica y estudiantil y la productividad.
En este ciclo, que intenta concretar logros y metas del anterior mediante la cultura evaluativa, adicionando otros nuevos, se producen ciclos interiores como el de la llamada Transformación Digital de la Educación (TDE), cuarta revolución industrial, Apagón Pedagógico Global [7] (APG), la deriva neoliberal de la UNESCO (1994-2024) y la alineación de las metas supranacionales para las IES, del multilateralismo, las Bancas de Desarrollo y la filantropía corporativa.
El octavo, la internacionalización universitaria del régimen predictivo (2024 – ) Como ha trabajo Byung Chul Han (2019;2022) la superación del régimen de Biopolítica descrito por Foucault (1974) por el de Psicopolítica (Han,2022) y el régimen de datos, ha abierto una nueva etapa en la educación universitaria que aún aparece difusa: el régimen predictivo (Bonilla-Molina,2024). En este ciclo la inteligencia artificial, reconocimiento biométrico facial, los bloques de datos y de conjunto la llamada ciencia de los datos, comienzan a presionar por un nuevo modelo de formación universitaria centrada en la convergencia interdisciplinar, la reducción exponencial de titulaciones [8], el currículo abierto y flexible, entre otros aspectos que trabajaremos en los próximos capítulos. Una mención puntual que será necesario hacer es respecto a la llamada era de la singularidad que promueve el transhumanismo y que tiene un proyecto propio de universidad y de internacionalización.
3. La continuidad y complementariedad de los ciclos de la internacionalización universitaria
Desde nuestra perspectiva, la internacionalización universitaria es un continuo en el tiempo, en la historia de la universidad latinoamericana y caribeña, con particularidades nacionales, que no siempre se ajustan a un mismo periodo porque se superponen en algunos casos o llegan más tardíamente en otros, de acuerdo al papel y tareas que cumplen en el sistema mundo en cada momento histórico. Por ello, la periodización no es mecánica en cada caso nacional, sino que asume tendencias a nivel internacional y en ese sentido deben ser estudiadas en cada caso específico.
No pretendemos que todos las casos nacionales o regionales encajen en fechas, sino en procesos que si identificamos claramente. Lo que si queremos subrayar es que cualquier intento por presentar la internacionalización como un proceso limitado a la globalización neoliberal y la mundialización cultural capitalista no permite entender sus orígenes, desarrollo actual y mucho menos cualquier esfuerzo prospectivo.
Lista de referencias
Banco Mundial (1962) Memorándum sobre la educación. Archivos digitales del BM. Washington, EEUU.
Bonilla-Molina, L. (2000) Gerencia, investigación y universidad. Ediciones IESALC UNESCO. Caracas. Venezuela.
Bonilla-Molina, L. (2024) La brecha epistémica_ obstáculo para entender la “crisis educativa”. Ediciones OVE. Venezuela.
Braduel, F. (1970) Historia y las ciencias sociales [capítulo “historia y duraciones”]. Alianza Editorial. Madrid.
Guadilla. C. (2013) Universidad, desarrollo y cooperación en la perspectiva de América Latina. Revista Universia, Volumen 4, número 9, pp. 21-33.
Mandel, E. (2023). El capitalismo tardío. Ediciones Viento Sur & Sylone. Madrid. España.
Mariategui, J. (1928) Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Editorial Minerva. Lima. Perú.
Novack, G. (1957) La ley del desarrollo desigual y combinado en la sociedad. Ediciones Era. México.
Tünnermann, C (1991) Historia de la universidad en América Latina: de la época colonial a la reforma de Córdoba. Colección aula. Editorial universitaria centroamericana. San José. Costa Rica.
UNESCO (1998) Documentos de trabajo de la Primera Conferencia Mundial de Educación Superior. Disponibles en la librería digital de UNESCO.
UNESCO (2008) Conferencia Mundial de Educación Superior Declaración final, Disponible en la librería digital de UNESCO.
UNESCO -IESALC (2008) Declaración final de la Conferencia Regional de Educación Superior. Cartagena, Colombia. Disponible en el sitio web del IESALC UNESCO.
UNESCO – IESALC (2018) Conferencia Regional de Educación Superior. Siete documentos de trabajo. Disponibles en el sitio web del IESALC – UNESCO.
UNESCO – IESALC (2022). Conferencia Mundial de Educación Superior: documentos de debate. Disponibles en el sitio web del IESALC UNESCO.
UNESCO – IESALC (2024) Doce documentos de trabajo de la CRES+5 realizada en Brasilia. Versión digital disponible en sitio web del IESALC – UNESCO.
Wallerstein, I. (1985) El moderno sistema mundial. Cuatro tomos. Ediciones siglo XXI. México.
[1] Para Braduel hay tres niveles en el estudio del tiempo histórico: a) larga duración (para los autores, en este nivel la estabilidad de las estructuras es muy sólida; en el caso de la universidad esto significa una forma hegemónica de entender las formas y el performance universitario, la arquitectura académica, b) la coyuntura (desde nuestro punto de vista, este nivel corresponde a lo que viene ocurriendo los últimos sesenta años, especialmente a partir del desembarco de la tercera revolución industrial, que Mandel, ubica en 1954 y Bonilla-Molina en 1961), c) el acontecimiento (la noción de crisis educativa, crisis del modelo universitario, como bruma que pretende desdibujar que de lo que estamos hablando es de una presión del modo de producción capitalista por el surgimiento de otra universidad para sus fines; en este sentido se produce una paradoja que consiste en el hecho que desde el campo de lo alternativo, de las resistencias, también se plantea la necesidad de un cambio estructural en la universidad pero con una orientación estratégica radicalmente diferenciada).
[2] La universidad que se plantea estudiar la realidad, lo hace de manera muy marginal con sus propias dinámicas internas, de gestión y formulación de políticas públicas respecto al resto de instituciones del Estado. En muchos de estos casos, la dicotomía dominación-liberación suelen ser incómoda para el sostenimiento del estatus quo universitario. Las lógicas cada vez más orientadoras de los gobiernos neoliberales -y también progresistas y de izquierda- sobre las definiciones para las asignaciones presupuestarias, han instalado un “sentido común” de prudencia institucional, que no solo afecta la autonomía universitaria, sino la propia capacidad institucional de generar teoría crítica anti sistema y estudiar sus comportamientos organizacionales.
[3] La adopción de las tres caras de la política universitaria: docencia, investigación y extensión, que indudablemente son útiles, pertinentes y necesarias, sin embargo, han servido de telón de fondo para la instrumentalización de la gestión del sector. Lo que se denominan políticas públicas universitarias han devenido en una adaptación de esta trilogía operacional a los modelos de desarrollo nacional que impone la dinámica centro-periferia del capitalismo tardío, a lo cual se suma, en las cinco últimas décadas, la adopción hegemónica de las categorías de la cultura evaluativa neoliberal: calidad, pertinencia, impacto, eficiencia e innovación. En consecuencia, las políticas universitarias están siendo modeladas por la bibliometría, los rankings, los procesos de acreditación para la clasificación y el paradigma de la educación para la empleabilidad en entornos laborales cambiantes, despojándola cada vez más de su capacidad de presentar alternativas viables a los modelos dominantes. En la reciente Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES,2022), organizada por UNESCO, BID, SEGIB, OIE y Santander Universidades en la cual participaron gobiernos de los países de la región, realizada en Barcelona, España, se logró incluso el derecho a la educación al mencionarlo en los documentos como “derecho humano a la educación para la empleabilidad”, cerrando el círculo de los intentos de instrumentalización de las políticas públicas universitarias.
[4] Lo cual no implica negar la hegemonía actual de la economía sobre el sector social universitario, sino reivindicar su potencial capacidad de ruptura que convierta a la universidad en lo que siempre se ha dicho, el espacio para modelar la sociedad. Esta ruptura implica una repolitización de la comprensión de sus dinámicas y relaciones con las dimensiones económica, política y tecnológica.
[5] En este proceso se diversifican las salidas del cuarto nivel educativo. Por lo tanto, se incorporan además de las universidades, los tecnológicos superiores, los institutos federales, las universidades politécnicas y otras formas y denominaciones.
[6] Autores como Mandel (1962) ubican el inicio de la tercera revolución industrial en 1954 por la introducción de las máquinas electrónicas procesadoras de datos en el sector privado de la economía, mientras que Bonilla-Molina (2024) prefiere ubicarla en 1961, cuando el uso masivo de la robótica, programación y uso electrónico de datos se comienza a usar en la industria automotriz mediante el robot Unimate. En este trabajo nos resulta más útil el trabajo de Bonilla-Molina.
[7] Denominación de Bonilla-Molina (2016) al proceso de construcción de alfabetización masiva en lo digital-virtual y uso de tecnología basada en algoritmos, que tiene un capítulo especial en 2020 durante la pandemia del COVID-19. En el APG se privilegia la transición constante de la presencialidad educativa a los formas virtuales e híbridas de enseñanza, teniendo como horizonte paradigmático los modelos metaversianos de enseñanza que hacen parte de lo que este autor denomina el riesgo del estallido de la burbuja educativa mundial.
[8] Entidades como el Foro Económico Mundial (FEM) o Foro de Davos hablan de un máximo de 30 profesiones universitarias a partir del año 2030.