Por Marco Villarruel A.
Grecia y Turquía tienen diferendos limítrofes, religiosos, étnicos y políticos desde hace muchos años. Quizá de manera inesperada se han alistado los cañones en la región oriental del Mar Mediterráneo porque Turquía se propone ahora buscar petróleo en la zona marítima griega.
Este país que trata de heredar el esplendor del imperio otomano, ha enfriado más sus relaciones con la Unión Europea, a donde no puede entrar desde hace mucho tiempo porque Europa, y el mundo, condenan la política contra los derechos humanos ejercidos por el presidente Recep Tayyip Erdogan. Hace unos cuatro años y tras un fallido levantamiento social, Erdogan sumió a su país en un enorme lago de sangre y hasta estos días existen centenares de miles de presos políticos en diversas cárceles.
Turquía tiene abierta una guerra de aniquilamiento contra el pueblo kurdo y también ha colocado miles de hombres en Siria desempeñando allí un complejo ajedrez a favor y en contra de las milicias yihadistas, o con los rebeldes sirios y hasta alguna vez a favor del presidente sirio Assad. Tiene además destacamentos militares en Libia, donde respalda a uno de los generales que se encuentra en guerra interna. En estos últimos años ha buscado, además, debilitar el laicismo que con gran suceso lo instalara el héroe Kemal Atartuk cuando fundó la República luego de la Primera Guerra Mundial. Erdogan tiene además una política ambigua con Israel.
Más al Oriente está Bielorrusia. Allí un enigmático líder llamado Alexander Lukashenko está 25 años en la presidencia. En las elecciones realizadas en las últimas semanas ha triunfado con el 75% de la votación lo cual ha sido objetado por la oposición y la comunidad internacional. Las elecciones no tuvieron la presencia de observadores internacionales.
Bielorrusia fue severamente afectada por la invasión nazi. Perdió el 25% de su población y en números son 1,6 millones de ciudadanos y 600 000 soldados soviéticos. Fue además el principal escenario de la explosión de un reactor nuclear en 1986 lo cual trajo muchas dificultades de salud a sus pobladores y un enorme hueco financiero. Se estima que el 5.7% de la población está debajo de la línea de pobreza.
A pesar de ser países muy distantes con el Ecuador y de tener fuertes y objetivas diferencias políticas, religiosas y económicas, los dos países establecieron relaciones diplomáticas durante el gobierno de Rafael Correa. Incluso los presidentes estuvieron en el país. Se recuerda el enojoso incidente de la temible guardia de Erdogan cuando arremetió con fiereza contra las militantes de Mujeres por el Cambio, que habían concurrido a expresar su opinión en contra del maltrato a la población y particularmente a las mujeres turcas.
La tríada compuesta por Lukashenko, Erdogan y Correa se mantuvo durante algunos años. En la actualidad Ecuador cerró su embajada en Minsk, capital de Bielorrusia. Pero una empresa petrolera de ese país tiene todavía negocios con el Ecuador. El expresidente ecuatoriano estuvo en Minsk y se especuló sobre el motivo de sus visitas en aviones oficiales sin pasajeros. La oposición ecuatoriana ha señalado que en los bancos de Minsk hay depósitos personales de Correa, aunque no ha podido demostrar.