Por Oswaldo Báez Tobar
Breve historia y fundamentación teórica
El Museo Antropológico de la Universidad Central exhibe una muestra de 12 mil años de cultura aborigen. Fue creado en 1925 como museo Arqueológico Nacional con valiosas piezas arqueológicas y de historia natural, muchas de las cuales desafortunadamente se perdieron en el incendio de la Vieja Casona, el 9 de noviembre de 1929. De ese trágico acontecimiento se pudo salvar algunas piezas, las que se conservaron celosamente hasta 1959, año en el que se incorporó a la colección una muestra de cráneos y objetos indígenas contemporáneas, con lo cual el museo adquirió el carácter de museo antropológico y etnográfico, con la dirección del doctor Antonio Santiana, quien hizo importantes contribuciones a la antropología física, y en cuya memoria lleva su nombre el valioso museo. Desde hace varias décadas el Museo Antropológico Antonio Santiana forma parte de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación.
A fines del 2010 el museo se reabrió con un nuevo diseño acorde a los nuevos conceptos de la moderna museografía, pero sobre todo con un nuevo concepto museológico en el que prima la visión antropocéntrica. Según lo que expresara de Holger Jara cuando fue director: “el Museo Antropológico Antonio Santiana conserva una colección arqueológica de 1300 piezas y resalta la figura humana, plasmada en esculturas y artefactos utilitarios y rituales, inspirados en personajes reales que hablan no solo de un antropormorfismo, sino también de un antropocentrismo de los pueblos prehispánicos”. (1)
El viejo museo tiene ahora un nuevo y atractivo diseño, está conformado por murales, dioramas, textos explicativos y 27 vitrinas en la cuales se exhiben valiosas piezas de colecciones que pertenecieron a Jacinto Jijón y Caamaño, Federico González Suárez, Max Uhle y Antonio Santiana; todo lo cual se halla integrado en la concepción antropocéntica del museo. Esta concepción contribuye a desvanecer el mito de América como el continente inferior y sin memoria histórica, y a desmitificar la vieja tesis eurocentrista de la inferioridad de los pueblos americanos. “Frente al tal visión deformada y ahistórica, se redescubre a nuestros pueblos y a su proceso de su evolución cultural, en el tránsito de primitivas formas comunitarias hacia formas pluriclasistas de división del trabajo, lo cual se expresa en el desarrollo de múltiples ámbitos del saber y el hacer, como en la cerámica, la agricultura, la construcción de viviendas, caminos, embarcaciones, monumentos ceremoniales, textilería, orfebrería, platería, medicina. Se destaca el uso y conservación del suelo y del agua, mediante los cultivos en terrazas y la construcción de canales de riego; el conocimiento de la flora y fauna nativas, y la sabia utilización de las plantas medicinales… para la satisfacción de sus necesidades básicas: alimentación, vivienda, vestuario, comunicación, fabricación de herramientas y objetos ceremoniales…” (2)
En lo que ahora es el territorio ecuatoriano los pueblos aborígenes iniciaron el cultivo de varias especies vegetales como la papa, el camote, el maní, el fréjol, el melloco, la naranjilla, la oca, la yuca… todo eso indica que conocían variadas técnicas autóctonas de cultivo de especies nativas, con lo cual legaron al mundo nuevas especies cultivables que alimentan a gran parte de la población mundial; además de plantas de uso industrial como el algodón, el tabaco y plantas medicinales. Gran parte de este conocimiento pervive en la memoria de los pueblos de la Costa, Sierra y Amazonía.
El hombre prehispánico desarrolló una serie de técnicas extractivas acumulando conocimientos desde la más remota antigüedad y aprovechando los materiales de la naturaleza. Los principales tipos de embarcaciones que sirvieron para la pesca y el transporte fueron las balsas construidas con palo de balsa, mástiles de madera, velas de tela de algodón; canoas excavadas en troncos, balsas de totora, balsas de cuero de lobo de mar, y balsas de calabazas. Las artes de pesca eran muy variadas: se pescaba con anzuelos de concha y metal, arpones, redes de diferentes formas y tamaños. Se practicó la pesca de arrastre, aprovechando las mareas, en los brazos de mar se construían empalizadas o se colocaban redes de estacada; en los ríos se hacía trampas de ramas y bejucos… (3) En bien logrados dioramas e ilustraciones el museo presenta secuencias históricas de la evolución cultural de los pueblos que habitaron la Costa, la Sierra y Amazonía.
Con el advenimiento de la Colonia, la dominación europea impuso una visión etnocéntrica: el mundo no europeo es el mundo no desarrollado, privado y excluido de “dignidad histórica” y reducido a un nivel marginal y folklórico. Esta visión europea del mundo devino en la única visión posible. La conquista significó una ruptura del desarrollo autónomo; escindió la historia de nuestra antigüedad e impuso la implacable lógica universal del progreso, esto es, que las primeras sociedades clasistas y preclasistas fracasan frente al embate de la vigorosa civilización del capitalismo en desarrollo… se escindió la historia en su inexorable continuidad. Hacia la primera mitad del siglo XV, la obra estaba en marcha. El encubrimiento de América era un hecho: la futura economía colonial se fue estructurando a partir de esta vigorosa organización económica y social altamente desarrollada por la civilización indígena. Los españoles encontraron fáciles puntos de apoyo a la transferencia y afianzamiento del nuevo orden material y técnico que implantaron en los dominios de ultramar (4).
La historia oficial destacó las “hazañas” de los conquistadores, pero ocultó la verdadera historia de los pueblos americanos: sus técnicas para enfrentar los problemas básicos de la sobrevivencia y reproducción social, sus conocimientos protocientíficos del entorno físico y del mundo viviente. Muchos de esos conocimientos una vez procesados, racionalizados y sistematizados pasaron a formar parte del acervo científico universal.
Hace cinco siglos se edificó el mito del continente inferior y sin memoria para justificar la explotación y el genocidio colonial; ahora se pretende levantar el mito del fin de la historia para imponer el pensamiento hegemónico y la política de dominación global. En este contexto el Museo Antropológico de la Universidad Central aporta al fortalecimiento de la conciencia de nuestro pasado y de su larga historia. Jorge Trujillo, coordinador del Museo expresa en forma elocuente: “Nuestro Museo, el museo de los ecuatorianos, ha cumplido y cumple esos roles de afianzamiento de la identidad, que le fueron asignados en la salvaguarda de las colecciones que provienen de investigaciones metódicas iniciadas por Max Uhle, en 1919, y antes de él por González Suárez” (5). Años más tarde fue incrementado por el mismo Uhle, Jijón y Caamaño, Carlos Manuel Larrea, Antonio Santiana y Angélica Carlucci.
Nueva etapa, nuevas realizaciones
El Museo inició una nueva etapa, pues fue reinaugurado el 23 de abril de 2018 y forma parte de la Carrera de Pedagogía de la Historia y las Ciencias Sociales de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, pero que está abierto a otras facultades de la Central como a instituciones de educación de todo el país.
Cabe destacar además que en esta nueva época el Museo se decidió reeditar la Revista HUMANITAS (como Boletín Humanitas fue concebido y editado por Antonio Santiana, su fundador y director entre 1959 y 1966; cuando estaba por concluir la impresión del VI: 1 del Boletín, falleció Antonio Santiana el 29 de diciembre de 1966). “Su muerte dejó una huella de consternación hondamente sentida en la Universidad Central, donde puso toda su sabiduría de antropólogo eminente” (6).
Como expresó Jorge Trujillo en la presentación de la Nueva Serie, I: 1 (2019) HUMANITAS Revista semestral del Museo Antropológico Antonio Santiana: “Este número inaugural de la nueva serie, editado en formato impreso y digital, contiene una historia del Museo desde su origen en el año 1925, y de los personajes que estuvieron vinculados a su quehacer investigativo y pedagógico” (7).
En el primer número de la elegante publicación que el Museo puso en circulación en este año se destacan los artículos: Origen y trayectoria de las Ciencias Humanas; Reseña Histórica del Museo Antropológico Antonio Santiana; Personajes Vinculados; Orígenes de la Antropología, la Arqueología y el Museo Antropológico; Legado académico de Antonio Santiana; Libros y artículos de Antonio Santiana (se registran 43 de su autoría y coautoría); Boletín Humanitas, Órgano del Instituto de Antropología y Museo Etnográfico de la Universidad Central: contiene el índice de todos los artículos publicados desde 1958 hasta 1969-70, por prestigiosos investigadores como: Udo Oberem, José María Vargas, Emilio Estrada Icaza, Paulo de Carvalho Neto, Jorge Salvador Lara, Ángel Bedoya, Constanza Di Capua, Pedro Porras Garcés, Hernán Crespo Toral, Neptalí Zúñiga, Antonio Santiana, María Angélica Carlucci y otros, que dan cuenta de importantes estudios sobre arqueología, etnografía y antropología sudamericana. Humanitas es “canto a la libertad y dignidad del ser humano, lo cual es la filosofía originaria del boletín” enfatiza Trujillo. La edición digital de HUMANITAS está disponible en la dirección: aka.cdn.uce.edu.ec/ares/wfacs/fflce/IMAGES/NOTICIAS/…HUMANITAS%20gris.pdf
La Revista HUMANITAS reapareció luego de 50 años de silencio, con nuevo formato pero con el mismo espíritu que inspiró a su ilustre fundador Antonio Santiana (1906-1966), quien fuera cifra mayor de la etnografía y antropología en el Ecuador durante varias décadas del siglo pasado; impartió las cátedras en Anatomía Humana en la Facultad de Medicina, de Embriología, Antropología Física y Cultual en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Central. Con la publicación de HUMANITAS se le tributa un merecido homenaje y se da continuidad a su trayectoria de académico e investigador.
La palabra latina humanitas significa humanidad, humanidades, humanismo. La universidad es la expresión de la universalidad del pensamiento que pervive a través del tiempo. Humanitas y universidad son términos que se conjugan en su esencia y en su proyección; por lo mismo la reaparición de la revista HUMANITAS es motivo de congratulaciones en el ámbito académico y cultural. La página de Ciencia del periódico Opción le da su enhorabuena y le desea larga vida.
Referencias
1. Jara-Chávez, H. 2010. Cosmovisión antropocéntrica de las culturas del antiguo Ecuador. Museología, Museografía y Catálogo del Museo Antonio Santiana. Biblioteca Básica de Quito, BBQ/37. FONSAL.
2. Paredes, D. 1989. Ecuador: Ciencia y Tecnología Precolonial. Editorial El Duende. Quito.
3. Estrella, E. 1988. El Pan de América: etnohistoria de los alimentos aborígenes en el Ecuador. Ediciones Abya-Yala. Quito.
4. Paredes, D., op. cit.
5. Trujillo, J. 2019. Origen y trayectoria de las Ciencias Humanas. En Humanitas, Revista semestral del Museo Antropológico Antonio Santiana, Nueva Serie I:1,
6. Humanitas, Boletín Ecuatoriano de Antropología, Editorial Universitaria, Quito, Ecuador, 1966.
7. Trujillo, J. 2019. Humanitas, p. 9.
Quito, septiembre 2024.