Msc. José Villarroel Yanchapaxi
La intención de este artículo no es analizar el proceso legal de la sentencia a de lo que en primera instancia se llamó Caso Arroz verde y que luego fue nombrado como Caso Sobornos 2012- 2016, en el que se involucró a Rafael Correa Delgado, Jorge Glas y círculo de poder más íntimo, empresarios privados, entre otros. Más bien quisiera analizarlo desde el ángulo del Psicoanálisis.
Según el Diccionario de la Real Academia de la lengua se define como fanático una persona que defiende una creencia o una opinión con pasión exagerada y sin respetar las creencias y opiniones de los demás, es también aquel que se entusiasma o se preocupa ciegamente por algo. El fanatismo es una actitud o actividad que se manifiesta con pasión exagerada, desmedida y tenaz en defensa de una idea, teoría, cultura o estilo de vida.
Psicológicamente, la mencionada ceguera que produce el apasionamiento lleva a que el fanático se comporte, en ocasiones, de manera violenta e irracional ya que está convencido de que su idea es la mejor y la única válida, por lo que menosprecia las opiniones de los demás. Se observan en su comportamiento: autoritarismo, maniqueísmo, intransigencia, discriminación y obsesión.
En “Psicología de las masas y análisis del yo”, fechado en 1921, Sigmund Freud, hace una analogía entre el engaño en el que se está en un estado de “enamoramiento” (narcisismo) donde el yo se ve empobrecido y el objeto de amor se enaltece, y el de las masas frente a su líder: fascinados, dormidos, obedeciendo a su merced sus órdenes sin ningún tipo de crítica, es decir fanatizados. El mismo autor enunció que el fanatismo es un mecanismo de defensa ante la infelicidad y la inseguridad emocional personal. De hecho, esta inseguridad muchas veces puede llevar a exigir a los otros cambios que uno mismo no puede hacer.
Tras de un fanático frecuentemente hay una infancia no favorable, una educación de obediencia estricta y exigente, lo cual origina una notable ansiedad en el niño, que le induce a vivir sus impulsos como peligrosos tal como sucedería en el caso del ahora convicto Rafael Correa, que supuestamente renunció a una identidad personal, por una colectiva lo que lo hizo atractivo a las masas al identificarse fuertemente con el grupo con el que compartió sus ideales de refundar a la Patria, sin interesarse al mismo tiempo de contrastar estas ideas con la realidad; cubriendo psicológicamente una necesidad interna insatisfecha que de alguna manera se convirtió en su estilo de gobernar con prejuicios al darle carta blanca para meterle la mano a la justicia por ejemplo, convencido de que le correspondía todo los poderes del estado, perseguir, denostar e insultar a sus opositores en sabatinas e incluso echar mano de la corrupción y coimas que justificó como “acuerdo entre privados”.
Muchas veces hemos escuchado a los fanáticos correístas (denominados por la sabiduría popular como borregos), quienes defienden y aun defienden enceguecidos los puntos de vista del actualmente ya condenado sin argumentos ni fundamentos pues únicamente resultan ser una caja de resonancia del cadáver político y sus secuaces con el sonsonete de que es un perseguido político y no un delincuente común a quien paradójicamente alcanzaron la Constitución y la leyes que él mismo creó a su medida.
En su paroxismo Rafael Correa recurre a una exagerada defensa desfasada de la realidad. En el intento de escapar del escarnio público y la cárcel tratando de establecer vínculos afectivos clientelares inútiles, ya en estas circunstancias, por cuanto su estado de propaganda parece tocar a su fin.
La sentencia del caso Sobornos 2016-2019 debería abrir la puerta para continuar con la investigación de las decenas de denuncias de casos del Padrino Rafael Correa como la de la Refinería del Pacífico y de Esmeraldas, el asesino del General Gabela, Caso 30-S, Caso Odebrecht, criminalización de la protesta social, etc., e iniciar la investigación del sin número de otros tantos casos de actos de corrupción del ahijado Lenin Moreno Garcés como el caso Inna papers, Caso arroz moreno, el reparto de los hospitales, etc.
Por otro lado revela también este caso la complicidad de ciertos jueces que de seguro le deben favores al correísmo, además de la ineficacia y la inoperancia de la Policía Nacional del Ecuador ya que la mayoría de los sentenciados están prófugos.