Reflexiones sobre el Día Mundial de la Salud.

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Por Dr. Arturo Quizhpe

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Cuidado y mejoramiento del uso de los medicamentos

Este Día Mundial de la Salud es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra relación con el mundo microbiano. Y despertar nuestra conciencia de que, frente a la crisis, no debemos permitir que el miedo y la ansiedad se apoderen de nosotros.  Este es el momento en que deberíamos, juntos como especie, reflexionar con más profundidad sobre quiénes somos, cómo nos relacionamos con nuestra Madre Tierra y su enorme diversidad de formas de vida y qué es lo que verdaderamente nos hace humanos.

COVID-19 es un nuevo rostro surgido de la inconmensurable fertilidad del mundo microbiano. En su búsqueda por conocer a sus compañeros de vida, tiene una curiosidad insaciable y mortal. . Junto con esa curiosidad, nos deja un regalo: ¡el regalo de un espejo! Espejo que nos permite ver cómo vivimos nuestras vidas, el mosaico de lo obvio y oculto, lo ruidoso y temerario que siempre vemos, y lo sutil y borroso que no vemos.

7 de abril, Dia Mundial de la Salud

De esta manera, son visibilizadas las personas mayores, las que tienen enfermedades crónicas de diferente tipo, y las que no tienen acceso a la atención médica. Sin embargo, aquellos con recursos tampoco se libran del virus inquisitivo: ¿cómo son sus barrios, sus mansiones? – Quiere saberlo.

Esta situación muestra la importancia de la salud pública y de la salud individual como un todo. Nadie está exento, y todos contribuyen. Nuestro comportamiento individual afecta al conjunto.

También vemos la importancia subyacente de la seguridad alimentaria, la calidad de nuestra nutrición e higiene. Vemos como el confinamiento decretado en muchos países, afecta a las personas sin recursos, que deben viajar largas distancias para trabajar o conseguir recursos. Los desafíos con el racionamiento de alimentos en muchos países y la amenaza a la seguridad alimentaria han quedado al descubierto.

Hay una respuesta oscura a la catástrofe y la crisis, – el pánico que crea chivos expiatorios y sospechas, alimenta el egoísmo que se expande como un incendio forestal. Lo que la crisis de la COVID-19 ha provocado, en algunos lugares, es una avalancha de personas en pánico obsesionadas por el acaparamiento. . En muchos países, hay poco paracetamol en los estantes y el equipamiento de alta tecnología en los hospitales debe ser racionado ahora. La posibilidad de la cloroquina (antipalúdica) como tratamiento potencial condujo al aumento inusitado de precios, que amenaza el acceso equitativo.

¿Y qué significado tiene este momento para una sociedad en la que las personas veneran y usan desenfrenadamente los medicamentos? Las circunstancias actuales muestran cómo es la realidad cuando no existen medicamentos eficaces. ¿Podemos practicar ponderación y sabiduría frente a esta crisis? Ahora, es nuestra prueba. ¿Podemos evitar el uso de los antibióticos y los antivirales cuando no son necesarios y asegurar primero para aquellos que más lo necesitan, y preservar su efectividad para las presentes y futuras generaciones? Igualmente desafía la retórica actual de que hay una píldora mágica para todo en lugar de medidas preventivas.

La nueva vacuna debe acompañarse con orientaciones claras para su uso y acceso para todos, comenzando por aquellos con la más alta prioridad. Se requiere con urgencia nuestra capacidad creativa para organizar la logística y garantizar que se comparta en todo el mundo. Lo que está claro es que cada una de las personas en el planeta es importante tanto para propagar como para contener la infección.

Como dice Emiliano Mariscal, el cuidado es un atributo humano precioso. La relación y los actos de bondad, asistencia y comunicación son la esencia de la necesidad humana y la felicidad. El cuidado mutuo es primordial.

Podemos constatar muchas historias de personas que se organizan para ayudar a los ancianos y aquellos en riesgo. Otros asumen responsablemente el aislamiento si han viajado o han estado en contacto con el virus. También podemos ver historias de solidaridad de aquellos que apoyan a los trabajadores de la salud en primera línea, se preocupan por sus hijos y hacen las compras de sus alimentos. Vemos a las personas comunicándose a la distancia a través de la música y otras actividades que promueven alegría y solidaridad. También vemos entre nuestros colegas médicos y otros que trabajan en la primera línea, cuidando y tratando a pacientes que padecen la  Covid 19, a menudo arriesgando sus propias vidas. Lloramos juntos por todos los que han ofrendado sus vidas.

 Esperemos que de ahora y en adelante, la solidaridad sea la respuesta. De lo contrario, seremos más vulnerables y el círculo vicioso de una relación patogénica, de guerra perpetua con el mundo microbiano continuará sin fin. Este es el momento en que todos nosotros, miembros de la especie humana, aunque físicamente distantes, debemos unirnos con el corazón y la razón, las ideas, los sentimientos y las acciones, para asumir nuestros desafíos con sabiduría y coraje, juntos como una comunidad global.

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