Por Isabel Vargas Torres
El magisterio ecuatoriano junto a la Unión Nacional de Educadores celebramos una victoria en favor de la revalorización de la profesión docente. La Corte Constitucional una vez más niega al presidente de la República su intención de maniobrar para negar este anhelado derecho que hemos demandado desde hacer varios años los maestros; con esto se demuestra que la organización, unidad y lucha es el único camino para garantizar que nuestros derechos sean respetados.
La falta de voluntad política del gobierno de Lasso para atender los problemas de los sectores sociales como es el caso de los maestros ha sido persistente. Hubo la negativa de revalorizar la profesión docente desde el inicio de su gestión; en el mes de julio del 2021 en audiencia pública manifestó que la equiparación salarial sería una ley incumplida; es decir, una raya más al tigre; luego el 13 de abril del 2022 demostrando su odio de clase y como un regalo por el día del maestro dio una bofetada al negar el informe de la Asamblea Nacional con el veto de inconstitucionalidad, negando una vez más este derecho, por lo cual abandonamos el diálogo y nos retiramos de Carondelet y; finalmente el 26 de mayo luego que la Corte Constitucional niega la objeción presidencial, este insiste en su ardid y presenta un pedido aclaración, ampliación y modulación para impedir que se ejecute el dictamen 20 de mayo del 2022 – Caso No. 2-22-OP.de la Corte Constitucional en favor de la equiparación salarial.
Ante la falta de voluntad política del gobierno de Guillermo Lasso el magisterio le respondió con dos huelgas de hambre, movilizaciones, encadenamientos, desangres, exigiendo el cumplimiento de la sentencia de la Corte Constitucional, que por tres ocasiones falló en favor del magisterio y hoy la equiparación salarial es una realidad.
Luego de esta gran victoria hemos retomado las mesas de diálogo con el Ministerio de Educación en las cuales seguiremos demandado la ejecución de la ley en beneficio de la educación pública y de la comunidad educativa.
Los derechos no se piden de rodillas se exigen de pie