Por Francisco Escandón Guevara
Termina el gobierno de Lenin Moreno, atrás quedaron las distancias tomadas con su mentor y la promesa de una cirugía mayor contra la corrupción, esto fue insuficiente para dirigir un país que había retrasado, con mayor endeudamiento, los efectos de una crisis anunciada.
La promesa de una nueva institucionalidad se frustró, la Consulta Popular fue incapaz de purgar a los operadores, estructuras y prácticas correístas. La corrupción está vivita y coleando, el autoritarismo se conserva en el Estado y se reciclan los verdes aduladores de ayer en este y el próximo gobierno.
El camino de retorno al neoliberalismo, que durante la revolución ciudadana se aperturó, fue profundizado por el peor presidente de la historia. Correa firmó el Tratado de Libre Comercio con Europa y Moreno negoció el ingreso a la Alianza del Pacífico, uno y otro perdonaron deudas a los grandes ricos, mientras esquilmaron los ingresos de los trabajadores; el primero promovió la Ley de Alianzas Públicas-Privadas y el sucesor aceleró el período de las privatizaciones, en los dos gobiernos las ganancias de los grupos económicos (incluidos los banqueros) fueron millonarias, en el correísmo se renovó los vínculos con el FMI y Moreno suscribió la Carta de Intención a cambio de más deuda pública.
Es innegable, la suscripción a esas políticas neoliberales y fondomonetaristas son responsables de los altísimos índices de pobreza, desempleo, hambre, desinversión social, etc.
El autoritarismo es también herencia conservada del correísmo. La escalada represiva y de violación a los derechos humanos es innegable, basta recordar los asesinados, contusos, torturados, encarcelados durante el Levantamiento Indígena y Popular. Desde hace más de una década, el aparato de violencia del Estado se perfeccionó para acallar a quienes protesten.
Particular negligencia en la gestión fue la pandemia del coronavirus. Detrás de los repartos de hospitales, del tráfico de influencias en favor de sus amigos y de los negociados en los insumos médicos se esconde la ineptitud para mitigar los contagios y la anarquía en el proceso de vacunación. Moreno es culpable de sesenta mil muertos en exceso, no contabilizados, que murieron por causas vinculadas al COVID.
Por fin se va. Sin pena, ni gloria será juzgado por la historia.