Sobre el desapego emocional para ordenar los espacios

Periódico Opción
Periódico Opción
6 Minutos de lectura
#image_title

Por Cristina Vaca*

En esta oportunidad voy a referirme a un tema muy importante al momento de ordenar los espacios de la casa, la oficina, el taller, el laboratorio…, me refiero al desapego emocional. Este concepto se refiere a la capacidad que tenemos para desprendernos de objetos que tienen un significado sentimental o representan un recuerdo importante de nuestras vidas. Para poder ordenar los espacios en nuestro hogar, lugar de trabajo o recreación es necesario desarrollar un saludable hábito de desapego emocional.

Es preciso tomar en cuenta que los espacios no son infinitos, sino que tienen capacidad limitada; esta no debe estar llena más allá del 80%, lo que nos permite tomar conciencia de lo que tenemos; nos da la facilidad para poner y sacar los objetos o prendas, usarlos, reacomodarlos y ordenarlos para que sea un espacio funcional y estético.

Una vez que tomamos la decisión, el descarte es el paso esencial y la clave en el momento de organizar y ordenar un espacio, lo que significa desprendernos de todo aquello que ya no usamos y así liberamos espacio para ubicar lo que realmente se necesita. Al momento de descartar algún objeto hay un abanico de posibilidades de lo que podemos hacer con esas cosas de las que nos estamos desprendiendo: regalar a alguien que lo quiera y lo necesite; vender lo que está en buen estado, lo que nos puede incluso generar un ingreso extra de dinero; donar a una institución social o de beneficencia; y, por último, reciclar lo que se encuentra inservible.

Mi experiencia como ordenadora de espacios

En mi experiencia personal, cuando realizo mi trabajo de servicio de orden es común encontrarme con espacios caóticos debido a que están completamente abarrotados, pero al empezar a sacar y clasificar las prendas u objetos es importante que el dueño tome la decisión de qué se queda y qué sale. La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Lo uso? Si la respuesta es no, ese objeto debe descartarse.  Sin embargo, muchas veces no nos resulta tan fácil desprendernos de las cosas porque tenemos una vinculación afectiva, emocional y simbólica que nos lleva a pensar que, al deshacernos de esos objetos, estamos desprendiéndonos de los recuerdos asociados a ellos. Quienes acumulan recuerdos viven del pasado. Por ello es importante tener conciencia y entender que las emociones están en la mente y no en los objetos. No es necesario que el objeto esté presente para que el recuerdo viva en nuestra mente.

Si vivimos rodeados de cosas viejas, inservibles, que no usamos y que solo ocupan un espacio físico, no podemos liberar espacio para que cosas nuevas y mejores lleguen a nuestras vidas. Cuando mueren los apegos nos sentimos más libres, mucho más livianos.

Pueden existir cosas que tienen que ver con su esencia y deseas conservarlas: recuerdos importantes relacionados con la niñez o la de los hijos; cartas, fotografías, colecciones u objetos que recuerden a alguna persona especial. Es recomendable seleccionar unas pocas, guardarlas y colocarlas en un sitio accesible. Seleccionar no significa quedarse con todo, la casa no debe convertirse en el baúl de los recuerdos. Esto dependerá de la decisión y del espacio que se tenga disponible.

Los objetos que se conservan “por si acaso” en algún momento pueden ser útiles sin embargo son los peores enemigos del orden y los mejores aliados del acumulamiento. Es preciso comenzar a descartar y lo que en un principio parecía complicado se irá haciendo cada vez más fácil y se podrá disfrutar de la nueva energía que surge cuando se despejan los ambientes.

Es importante ser gratos. Al desprenderse de un objeto o prenda, conviene agradecer por el tiempo que le acompañó o sirvió y además por las experiencias que le hayan brindado.

A continuación, voy a mencionar algunos ejemplos de las cosas que deben salir de casa: objetos rotos o que no se utilizan; ropa y zapatos que ahora no son de su agrado, no los usa o están en mal estado; facturas, notas de venta, cartas y revistas antiguas, objetos huérfanos (por ejemplo, una taza sin su plato, copas o vasos sueltos); juguetes rotos, que no funcionan o no se usan; plantas muertas; artículos promocionales; y, cualquier tipo de cachivaches que llaman al pasado.

Es recomendable quedarse solo con lo que se necesita y se usa; teniendo en cuenta que, cuando ponemos en práctica el desapego emocional de los objetos obtenemos muchos beneficios relacionados con la salud, la creatividad, el buen humor, la capacidad de razonamiento y además mejora ostensiblemente las relaciones interpersonales.

  • Master Interior Planner

Quito, noviembre 2023.

Comparte este artículo