Por Francisco Garzón Valarezo
“Usted ponga los dibujos que yo pondré la guerra.”
William Hearst es el nombre del malvado simpatizante nazi que inscribió la frase en la historia. Era el arquetipo del pillo de la información, sin escrúpulos, estrafalario, fascinado con la idea de riqueza y poder.
El 15 de febrero de 1898 estallo en la bahía de la Habana el acorazado Maine de la marina de los EE.UU. Hearst envió a un caricaturista que a los pocos días de llegar a Cuba le remitió un telegrama: “Todo está tranquilo. No habrá guerra. Deseo regresar”. Su jefe le contestó: “por favor quédese. Usted ponga los dibujos, yo pondré la guerra.”
Cuba estaba a punto de lograr la independencia de España y los Estados Unidos tenían ambición de apoderarse la isla, y lo lograron. Fue suficiente un dibujo, si, un dibujo, solo un dibujo del caricaturista para que los EE. UU. intervenga en la guerra, expulsen a España de Cuba y de paso ocupen Puerto Rico. El dibujo aludía a cinco policías españoles que habían desnudado a una mujer para registrarla. Esto provocó la indignación de la población de los Estados Unidos y a los pocos días el ejército gringo estaba en posesión de Cuba.
En nuestro caso el dibujo es la “condecoración” otorgada por el Consejo de Participación Ciudadana al ingeniero Leonidas Iza. Más; no hay tal condecoración, y peor por el tema que los William Hearst del Ecuador se han inventado.
Nadie que no sea paciente del Lorenzo Ponce puede asumir como real esta información, pero los dueños del país vienen trabajando duro desde que terminó la movilización popular de octubre para enfocar en la cabeza de la gente la idea de que los indios son una horda de ignorantes sin educación. Buscan incitar a la sociedad para que los discrimine y marginarlos de la participación política a la que los ha sometido el despotismo.
Aunque hay otro tema de fondo. El gobierno y sus aliados no logran reponerse del desastre que para ellos significó la derrota propiciada por el pueblo en octubre, asunto que se les complica con el informe de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. El régimen y sus aliados buscan encausar a los dirigentes sociales y para ello actúan como William Hearst, inventando mentiras como aquella de que en la lucha de octubre no hubo vencedores ni vencidos, cuando los vencidos fueron ellos, pues una larga lista abusos y anulación de derechos estuvieron a punto de aplicarse con la vigencia del decreto 883
La prensa busca adiestrar la opinión pública, busca sugerir candidatos, castigar a los dirigentes populares, promocionar las acciones de la gente de su círculo, busca controlar la nación, por eso la farsa de la condecoración al ingeniero Leonidas Iza. Saben que una mentira así, desatada en medio de la masa que no asume el cuidado de contrastar la información tiene el éxito asegurado para sus intereses, saben que su propaganda insidiosa esconde la peligrosa trampa de apaciguar y paralizar los bríos rebeldes de lucha de los ecuatorianos.