Por Jaime Chuchuca Serrano
¿Quiénes son los contrincantes en esta guerra? Aunque a primera vista en el escenario aparezcan sólo Ucrania y Rusia, hay dos bandos: de un lado EEUU, la Unión Europea, con sus fuerzas en la OTAN, el resto de sus aliados y el gobierno derechista de Ucrania y, del otro lado, Rusia, China, los gobiernos populares de Ucrania y otras regiones que buscan adherirse a Rusia. Con esta aclaración del campo bélico, que no está en el relato mediático, se puede concluir: primero, que es una guerra imperialista entre dos ejes que buscan la hegemonía mundial; segundo, que hay una guerra civil interna en Ucrania apoyada por los dos bandos. Las grandes corporaciones mediáticas han ganado su primera batalla: han logrado colocar en occidente a Rusia como “el malo”. Esta noción es estratégica para el despliegue de las fuerzas bélicas contra Rusia. Sin embargo, se ha olvidado de criticar a Zelenski por desplegar sus tropas en Crimea, Donestk y Lugansk previo a la “operación militar” de Putin del 23 de febrero.
Si miramos el contexto global, hay varios episodios de guerra comercial entre EEUU y China, EEUU y Rusia en varias décadas. No obstante, China y Rusia han logrado realizar acuerdos económicos con Europa, Asia, América Latina y África. Esta alteración del orden geopolítico ha causado problemas a los capitales de EEUU. Grandes empresas estadounidenses fueron sobre las decisiones de Trump para llegar a contratos con China; Biden no ha resuelto este problema. Con la pandemia, Rusia consolidó sus lazos con la mayoría de las ex repúblicas soviéticas y con países como Alemania y Francia. Un gran ejemplo de los acuerdos es la épica megaobra del gasoducto Nord Stream 2 (2018-2021) que lleva el gas por mar de Rusia a Alemania y que ahora peligra por la guerra. Ucrania es un país rico en uranio, titanio, manganeso, mercurio, hierro, gas y producción agrícola.
A las raíces históricas del conflicto de Ucrania-Rusia, que ya me he referido en otras líneas, hace falta explicar los problemas recientes. EEUU y Europa estuvieron en contra de la consulta popular y decisión que tomó Crimea y Sebastopol en 2013-2014, donde el 90% de la población ucraniana acordó pertenecer a Rusia. El gobierno derechista de Petro Poroshenko (2014-2019) ya inició actividades bélicas en esa zona. En aquellos años, Rusia y Ucrania firmaron los Acuerdos de Minsk para la paz en el Donbass (2014-2015), bajo la vigilancia de Francia y Alemania. Primero, Poroshenko, y ahora el presidente actual, Volodomir Zelenski llegaron a acuerdos económicos y militares beneficiosos para EEUU y Europa en los que se cuenta la participación de Ucrania en la OTAN. Zelenski creó políticas de persecución militar permanente en la frontera de Crimea, Sebastopol y en los territorios de Donnbas, Donetsk y Lugansk. Entre 2013 y 2021 han fallecido unas 14 mil personas en el conflicto ruso-ucraniano. La independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, mostró al régimen de Zelenski, que estaba perdiendo la batalla política y social, de tal modo que militarizó esos territorios y declaró el Estado de Guerra. Donetsk y Lugansk recibieron el reconocimiento y el apoyo del régimen de Vladimir Putin. Este fue el último detonante, para lo que el bando de Putin ha llamado “operación militar” y el bando proestadounidense “guerra de invasión”.
Para el año 2021, en las regiones del este de Ucrania, más del 50% se declaraban prorusos, en el centro y oeste de Ucrania el 39%, sin embargo, esto significaba una caída del 17% frente al 2019. Zelenski ha iniciado una agresiva campaña para recuperar Crimea y los territorios del Donnbas, pidiendo apoyo a la OTAN (EEUU y Europa), ante lo que Putin respondió que se ha violado los Acuerdos de Minsk para la paz en el Donbass (2014-2015). A su vez, Zelenski dice que Putin violó los acuerdos de paz al reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk. Es indudable que Zelenski y Putin han violado los Acuerdos de Minsk para la paz, pero también el derecho a la autodeterminación de los pueblos en los territorios que se quieren separar de Ucrania; la comunidad internacional no ha garantizado el derecho de estos pueblos a su decisión democrática. EEUU, la Unión Europea y la OTAN no deben intervenir militarmente en la zona, si no quieren agravar el conflicto bélico, lo que podría desencadenar la conflagración mundial. Rusia será castigada de un modo sorprendente, si no se actúa diplomáticamente. Igualmente, los gobiernos de Ucrania y Rusia deben cumplir con el derecho internacional y dejar que se cumpla con la voluntad de la población que vive en los territorios del conflicto. Son urgentes las consultas populares por la federalización del territorio ucraniano y nuevos Acuerdos de Paz para impedir la guerra. En esa era de pandemia, crisis y guerra es probable que se abran paso un conjunto de revoluciones sociales.
No a la guerra de Ucrania y Rusia.
No a la intervención de EEUU, OTAN y la Unión Europea.
Los pueblos tienen derecho a elegir su régimen político y económico democráticamente, sin intervención de las potencias imperialistas.
#NoALaGuerra