Por Guido Proaño Andrade
Cuando se conoció el nombre de Simón Cueva, como el futuro ministro de Economía en el gabinete de Guillermo Lasso, automáticamente surgieron algunas interrogantes:¿Quién es él?, ¿De dónde salió ese señor? ¿Vivía aquí o le traen de otro país? Luego se conoció que títulos académicos no le faltan y tampoco experiencia. Para no entrar en muchos detalles al respecto y tener una idea clara del tipo de ministro que se nos viene, solo diremos que piensa igualito que Mauricio Pozo, lo que no es una buena carta de presentación.
Para muestra un botón, …o varios botones
En sus primeras declaraciones, Cueva dio pautas de su habilidad para jugar con los conceptos, y lo hace de manera cínica. Según el ex funcionario de Banco Mundial —esto da ya indicios de lo que nos espera— la mitad de la población que vive con un promedio de 550 dólares mensuales, «somos parte del 50% más rico de los ecuatorianos». Hasta ahora, a nadie se le había ocurrido decir que quienes tienen ese nivel de ingresos forman parte de las élites ricas de la sociedad ecuatoriana. Se me ocurre pensar que, para estar a tono con los ricos del país, el sueldo del ministro debería ser de unos 700 u 800 dólares (lo mismo que para los asambleístas), porque una remuneración mayor le pondría en la lista de los hiper millonarios, y se vería feo que gente así rodee al nuevo presidente.
En marzo pasado, luego de que el gobierno hizo todo lo posible para evitar que se haga público los resultados de la encuesta del INEC de diciembre del año anterior, se conoció que 32 de cada 100 ecuatorianos viven en condiciones de pobreza, y que 15 de cada 100 viven en condiciones de pobreza extrema. Los parámetros para ese cálculo están en los ingresos de las personas. Oficialmente se considera pobre a la persona que vive con USD 2,80 diarios de ingresos, lo que equivale a un ingreso mensual de USD 84, mientras que, quien vive en pobreza extrema tiene un ingreso diario de USD 1,5 al día, esto es USD 45 al mes. Tranquilo, leyó bien, eso ocurre en el país.
No hace falta ser economista ni demasiado inteligente para hacerse algunas preguntas. Quienes ganan 100, 200 o 300 dólares al mes ¿no integran esa masa de pobres? Según Cueva, seguramente forman parte de las «clases medias», ese sector de la sociedad que —de acuerdo a algunos estudiosos— en los últimos años se acostumbró a vivir bien y que, por efecto de la crisis, ahora se encuentra descontento.
Cueva ha puesto al Ecuador en la condición del país con el mayor número de ricos en el planeta; pero son unos ricos algo «especiales», ¡apenas pueden cubrir la canasta familiar básica! Según el mismo INEC (6 de mayo), la canasta familiar básica asciende a USD 711,18 y el ingreso familiar mensual de un hogar tipo (cuatro integrantes y 1.6 perceptores) es de 746,67 dólares. El flamante ministro pone en la misma condición económico-social al banquero, al que el banquero le tiene ahorcado con altos intereses por los préstamos y al que no tiene dinero para abrir una cuenta bancaria; al dueño de la gran empresa que derrocha dinero en lujos y vicios y al obrero que apenas puede vestir a sus hijos.
No son ingenuas las declaraciones del nuevo ministro, están en la misma línea de pensamiento de varios funcionarios del gobierno de Moreno, de los dirigentes de la cámaras de empresarios que, para justificar la adopción de políticas de flexibilización laboral y mantener congelados los salarios, dicen que quienes tienen empleo y ganan el mínimo vital son «privilegiados».
Con tales aseveraciones y otras declaraciones emitidas en estos días, los ecuatorianos ya sabemos lo que está por venir. El reciente 21 de mayo, en una entrevista publicada en El Comercio[i], Cueva dijo que para acortar el déficit fiscal «hay que seguir reduciendo el gasto sin afectar a los más vulnerables, […] aumentar los ingresos del Estado» y los que más tienen deben contribuir más. Habló también de «algunos impuestos distorsionantes (que) hay que corregirlos».
Pongamos en blanco y negro las declaraciones de Cueva.
No es ninguna virtud decir que no seguirán afectando a los más vulnerables, no se puede sacar leche de un riel; pero anunciar que se mantendrán los recortes presupuestarios es sumamente grave. La crisis que vive el país ha dejado lecciones que los neoliberales no las quieren aprender, como por ejemplo, que los sectores salud y educación necesitan mayor inversión, así como también la necesidad de promover la inversión estatal en obra pública, como mecanismo para generar fuentes de empleo.
El aumento de ingresos del Estado tiene previsto lograrlo ampliando la base de contribuyentes. Lo advirtió al señalar que ese 50% más rico de los ecuatorianos «estamos llamados a ser parte de quienes hagan el esfuerzo». Cuidado ministro Cueva, en Colombia por intentar una reforma fiscal de esa índole el pueblo se levantó, echó la ley al basurero y al ministro que la propuso.
Entre lo que califica como «impuestos distorsionantes» está el que se aplica a la salida de divisas, el ISD. Desde hace tiempo los grandes empresariosy banqueros quieren su eliminación. En noviembre pasado escribí un artículo[ii] al respecto, en el que se señala que, en promedio, los tres últimos años, por ese impuesto el Estado pudo recaudar alrededor de 1.300 millones de dólares. El ISD frena, de alguna manera, la salida de divisas que tanta falta hacen al país; a pesar de él, millones de dólares salen del país con dirección a los paraísos fiscales o para invertirlos en otros países. Quienes sacan esos recursos no son precisamente «los ricos que ganan 550 dólares al mes», sino los grandes empresarios, los intermediarios de empresas extranjeras. Que tal si, en lugar de pensar en recortes presupuestarios y eliminar impuestos destinados a los más ricos, se establece un impuesto del 2% a los activos de las empresas que tienen depósitos en paraísos fiscales (que daría aproximadamente 1.400 millones de dólares al año), o se establece un impuesto del 2% a las personas que tienen un patrimonio superior al millón de dólares, es decir, a los que en realidad forman parte de la élite de ricos del país.
No son buenos augurios las declaraciones
del flamante ministro; entre los anuncios de lo que será su gestión y lo hecho
por su antecesor, no puede esperarse más que el aumento de la pobreza, tanto
como comparar la vida dentro de un pozo o de una cueva. Sin alusiones
personales.
[i] https://www.elcomercio.com/actualidad/negocios/simon-cueva-economia-lasso-crisis.html
[ii] https://elanguloagudoec.wordpress.com/2020/11/23/pozo-promueve-via-para-la-fuga-de-capitales/