Por Alix Ardila*
Hace 4 años, 12 de septiembre de 2016, partió de este mundo Walter Garzón, padre de Carolina Garzón Ardila. Una joven colombiana estudiante universitaria desaparecida en Quito-Ecuador presuntamente el día 28 de abril del 2012.
Walter fue un hombre de izquierda consecuente con sus ideales, defensor de derechos humanos, un padre que trató a sus hijas como sus mejores amigas (donde nunca recibieron maltrato ni en hechos ni en palabras, siempre actuó con consejos y reflexiones), un compañero, un amigo que siempre estaba para apoyar sin condiciones. Walter tuvo que viajar y conocer Ecuador en circunstancias adversas, en medio de la triste, lamentable y dolorosa desaparición de Carolina.
Walter al llegar al Ecuador en el 2012 vio que la Fiscalía ni la Policía iniciaron la búsqueda e investigación con eficacia, celeridad y debida diligencia para dar con el paradero de Caro; entonces comenzó a protestar con plantones frente a la Presidencia, pegando fotos de Carolina en sitios visibles y preguntando a las personas si la han visto a su hija. En medio de su protesta observó más fotos de otras personas que también están desaparecidas y se alarmó porque no vio ninguna acción de las instituciones, ni de los familiares. Empezó a tomar las fotos y llamó a los familiares, les contó de su tragedia y a la vez escuchó la de ellos. Les dijo que se unan para ser más fuertes y así poder reclamar por sus seres queridos.
Cuando desapareció Carolina, los fiscales e investigadores no realizaron una investigación eficaz, responsable, técnica; las diligencias realizadas fueron estigmatizar a Carolina, crearle estereotipos, juicios de valor, cargar la culpa de su desaparición a ella y a nosotros como padres para así evadir y omitir su responsabilidad frente a la investigación. Tergiversaron y entorpecieron la realidad de los hechos y al día de hoy, septiembre del 2020, son ocho largos años sin Caro y a pesar de reclamar y exigir lo que se evidencia es la inacción del Estado y la corrupción. La única respuesta que tenemos es la impunidad.
Cabe anotar, que Walter tuvo que enfrentarse a la inoperancia fiscal y policial, a las omisiones, a unos Estados sin conciencia, corruptos, sin empatía, indolentes y sin rigurosidad, seriedad y profesionalismo en la investigación. También tuvo que enfrentase a una hipótesis sin fundamento, sin argumentos técnicos, a la injusticia del Estado, a la revictimización, a promesas, ofrecimientos, a falacias y a engaños. Reitero, en una palabra: un Estado y funcionarios corruptos. En este trasegar, en este tortuoso camino y donde Walter tuvo que dejarlo todo para asumir la búsqueda de Carolina, su salud se fue deteriorando de ver que no había avances en la investigación y después de haber luchado incansablemente y sentir impotencia entró en una profunda tristeza y depresión por no saber dónde está Carolina. Su vida se le acabo. Walter falleció el 12 de septiembre de 2016 en la ciudad de Bogotá.
Si los Estados ecuatoriano y colombiano hubieran actuado con responsabilidad, hubieran garantizado una investigación eficaz, célere y hubieran garantizado nuestro derecho a verdad y justicia, Walter seguiría con nosotros. Walter fue un hombre solidario, un luchador infatigable por la defensa de los derechos humanos, por encontrar a Carolina y todas las demás personas desaparecidas, pero su vida se le apago. Cabe anotar que en Ecuador hay miles de personas desaparecidas y al igual que en el caso de Carolina, el Estado permanece impávido, las investigaciones no avanzan, no hay líneas de investigación, no hay posibles hipótesis, continúa la inacción, la ineficacia, la falta de profesionalismo.
Además, debo mencionar que por la falta de justicia en Ecuador y Colombia la desaparición de Carolina se presentó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la ausencia de debida diligencia, por vulnerar los derechos de Carolina, por crearle estereotipos, juicios de valor, por vulnerar nuestro derecho a verdad y justicia.
Nuestra lucha por verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición continúa. Mañana, 12 de septiembre del 2020, son ocho años, cuatro meses; 3055 días, el Estado no me devuelve a mi hija Carolina, no tiene una línea de investigación, menos una posible hipótesis. La única respuesta es la inacción, la ineficacia, la indolencia, la corrupción por ende, continúa la impunidad. Como familiares exigimos respeto, porqué también somos víctimas, además de enfrentar la precariedad de la investigación, también tenemos que enfrentar el trato cruel e inhumano: la revictimización.
Walter gracias por tanto y por todo, un gran defensor de derechos humanos, nos has dejado un gran ejemplo, un gran legado de iniciativa, de solidaridad, de unidad, de constancia, de convicción, de persistencia. Vivirás en la memoria de todas las personas que te conocieron, en cada lucha, en cada plantón, en cada reclamo, en cada exigencia. La lucha, la exigencia, el reclamo, la denuncia y la lucha continúa hasta encontrarlos. Por verdad, justicia y memoria. Solos los perderemos, unidos los encontraremos.
Walter Garzón es uno de los fundadores de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador (Asfadec) que desde hace ocho años viene exigiendo verdad y justicia para las miles de familias de personas desaparecidas. Actualmente existen más de 1300 personas desaparecidas en Ecuador.
* Carta pública. Alix Ardila, esposa de Walter Garzón que falleció el 12 de septiembre de 2016 y madre de Carolina Garzón desaparecida e 28 de abril de 2012, en la ciudad de Quito.
Foto de portada. Walter Garzón en la Plaza Grande con la foto de su hija, Carolina desaparecida desde el 28 de abril de 2012. Foto: archivo/Inredh
Fuente: Inredh