Por Francisco Garzón Valarezo
Cuánta razón tuvieron los judíos sefarditas, mineros expertos que llegaron a Zaruma de la mano de Alonso de Mercadillo y la bautizaron como Villa del Cerro de Oro. Una sola ojeada les dio razón para juzgar que habían llegado a una montaña de oro. Podría parecer una fantasía, pero no. Zaruma es un cerro del que han salido toneladas de oro. En un momento de la historia, al inicio del capitalismo, financió por años el presupuesto nacional. En la colonia, según los que saben, se llevaron dos mil quinientas toneladas de oro a España.
Este pueblo se destaca por la riqueza que dio nombre a la provincia de la que forma parte. Pero también tiene otros símbolos: la fiesta de sus paisajes, su arquitectura, su cocina, su historia son únicos. El último diploma alcanzado fue el de “Pueblo Mágico del Ecuador”. Antes había sido declarada “Ciudad de Interés Turístico Nacional” y, “Patrimonio Cultural del Ecuador”. Desde hace años está en lista para ser declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Todo este esplendor está a punto de arruinarse. Aunque para muchos la desgracia ocurrida, no tiene remedio. Es el comienzo del fin.
Falsos ilustrados acusan del desastre a la minería ilegal, y pretenden que la minería legal, la que llaman “minería responsable”, no tiene culpa. Los mineros artesanales tienen códigos que no podrían violentar así quisieran. Les falta tecnología y capital. Cuando avanzan en la excavación, a fin de proteger su vida ante la eventualidad de un derrumbe, acostumbran rodear un radio de tierra de unos treinta o cuarenta metros para que sirva de soporte. A esto le llaman estribo.
Las grandes compañías mineras no tienen ningún cuidado cuando de sacar material se trata. Meten en la montaña excavadoras, volquetas y todo un fatal equipo pesado para arrancar el oro de las minas. Es fácil imaginar el espacio que necesita una flota de volquetas y tractores para moverse, y es fácil compararlo con el espacio que necesita un minero artesanal para trabajar, casi arrastrándose, con un cincel y un combo.
Para los egoístas cabrones que han obtenido enormes concesiones en Zaruma, los responsables de los hundimientos son los mineros “ilegales”. Más, resulta que el conflicto entre minería legal e ilegal es falso, ese no es el tema. El tema es que no debería existir minería en Zaruma ni en ningún centro urbano tal como lo dispone el sentido común y la consulta popular del 2018.
La colosal riqueza extraída de Zaruma nunca sirvió para su desarrollo. Primero la colonia, después los ingleses, luego los gringos; ahora los chinos, los canadienses, los australianos saquean el oro, la plata y otros metales preciosos. Eso nos plantea analizar los problemas de la economía, la explotación minera, la ecología desde el punto de vista de la propiedad privada y llevarnos a la conclusión de que lo que pasa en Zaruma es parte del engendro capitalista, y para superarlo, no queda otra que derrotar al capitalismo. Punto