Por Remo Cornejo Luque
El 17 de febrero de 1999, Jaime Hurtado, diputado del MPD, fue asesinado junto a sus compañeros Pablo Tapia y Wellington Borja, a pocos metros del Congreso. Sus discursos, muy elocuentes, eran un grito de guerra contra la corrupción y la injusticia social.
Ese día 17 F, los asesinos escaparon fácil en un Suzuki Forsa, mientras las personas que presenciaron el atentado buscaban formas de auxiliar. En el Hospital Eugenio Espejo se confirmó su muerte.
Dos días después se realizó una rueda de prensa de Jamil Mahuad, donde se indicó que el crimen estaba resuelto y se presentó a tres sospechosos mientras un cuarto individuo había sido asesinado. La persona asesinada era de apellido Oña y a decir de la policía, éste presentó resistencia, mientras vecinos y familiares sostienen que fue capturado mientras dormía. A su vez, uno de los sospechosos, Washington Aguirre, expresó que se había omitido un 80% de lo declarado por ellos, donde se vinculaba a la DEA y a la policía en el crimen.
Uno de los presuntos sicarios, Christian Ponce, había huido de Ecuador poco después de ser arrestado, y fue capturado en Nueva York en febrero de 2007 cuando conducía un automóvil.
Hasta el momento, no hay justicia y no se ha encontrado a los autores intelectuales del crimen. Es más, las investigaciones hechas por una Comisión especial no han sido consideradas por la justicia.
Jaime Hurtado desde su juventud caminó por la senda de la izquierda, su horizonte era conquistar la Patria Nueva para bienestar de los trabajadores y pueblos. Nació el 7 de febrero de 1937 en la parroquia Malimpia del cantón Quinindé.
Su extracción de clase humilde y campesina, su negritud y el trabajo productivo forjarían en él al futuro revolucionario, caracterizado desde joven como hombre de retos y disciplina, tanto en sus estudios como en sus actividades deportivas y profesionales. Jaime es un ejemplo a seguir. (O)
Tomado del diario La Hora/ Loja
Febrero 20 2019