Por Camilo Morán Rivas*
Los invito a imaginar, como sería el mundo si solo estaría habitado por niños:
Seguramente en lugar de estruendos de balas, bombas y misiles, solo se escucharía el maravilloso sonido de las risas y carcajadas de los niños cuando corren y juegan sin ningún temor; ningún ser vivo estaría en peligro de que le hagan daño; ningún árbol sería talado, ninguna montaña seria destruida para herir sus entrañas buscando riquezas; ningún río sería contaminado, ninguna religión tendría feligreses ni habrían curas ni «pastores» para «perdonar» pecados; los niños no necesitarían Papas, Budas ni Alá para que les prometan vida eterna; ningún automóvil contaminaría el ambiente; no existiría sed insaciable de riqueza; no habría sicariatos, excursiones ni secuestros; no observaríamos mendigos en las calles rogando por un mendrugo de pan. No existirían bancos ni chulqueros; no se necesitarían pasaportes para hacernos sentir extraños 1 cm más allá de nuestras fronteras, aún más, no existirían fronteras, el mundo sería un solo país; los aguaceros brindarían el espectáculo más tierno del mundo: ver a los niños jugando y bañándose con las aguas que caen de los techos; todo se compartiría, «vale mitad», sería una norma para todos.
¿No será éste el mundo, que todos aspiramos?
¿No será este mundo de los niños, el Edén que nos prometen todas las religiones?
Hoy al levantarme, se levanta también una de mis nietas y al saludarme con sonrisas y al abrazarla, veo en sus ojos la alegría, la inocencia y el mundo que he imaginado si solo estuviera habitado por niños…
Pero vuelvo a la realidad y en este mundo de hoy tan cruel, gobernado por adultos, muchos sicópatas, sedientos de poder, insaciables adoradores del dinero, el reinado del mercado y la plusvalía, han transformado al mundo en el infierno con que se nos amenaza a los «pecadores”, dónde muchísimos niños mueren desnutridos por el hombre y la exclusión de la sociedad; ¿se imaginan el dolor y la desesperación que debe embargar a padres, ver a sus hijos llorar de hambre y acostarse así?
¿Quién les hace entender a los adoradores del becerro de oro, que el hambre y pobreza, materia prima para la génesis de la delincuencia, no se resuelve con cárceles de máxima seguridad, con medidas de excepción ni trayendo criminales mercenarios?
Los invito a imaginar ¿cómo será el día de hoy para los niños de Gaza, que amanecen y anochecen asediados de bombas, misiles y ráfagas de metralla?
¿Que tendrán en su cabecita estos niños gazatíes, ver a sus padres, hermanos y familiares morir, descuartizados por la agresión militar ejecutadas por sicópatas que sienten placer asesinando a seres humanos?
¿Podrá el genocida Netanyahu, Trump y sus adláteres hacer declaraciones en “homenaje” a los niños?
Y las beatas y curuchupas hipócritas que se golpean el pecho todos los días en las iglesias, que se alimentan de ostias y se «limpian de pecado» con oraciones y que mencionan a sus dioses a cada momento, pero que al mismo tiempo justifican el genocidio Israelí con la perogrullada de que supuestamente «Israel es el pueblo de Dios», ¿tendrán valor de escribir los para los niños? cuando hasta ayer, he leído ningún escrito de ellos sobre lo que pasa con los niños de Gaza. Estás mismas beatas y pastores, son los que levantan el grito el cielo cuando una mujer violada, intenta interrumpir ese embarazo NO deseado, pero son incapaces e indolentes de emitir un criterio contra este sistema cruel, que mata niños de hambre y pobreza, son simplemente una caterva de hipócritas y falsos cristianos, que avergüenzan a los que de corazón practican el cristianismo solidario, humano y repleto de bondad.
Amigos:
Luchemos para hacer a este mundo, el mundo para que nuestros niños sean felices y que se parezca en algo, al mundo si solo fuera habitado por ellos.
*Atte “Camilo”. Niño de 70 años