Por Valeria Medina / Riobamba
Las mujeres universitarias, por varios años hemos sido desatendidas, no contamos con espacios seguros, áreas específicas como guarderías y lactarios debidamente adecuados, además de políticas que impulsen la equidad entre todo el cuerpo universitario para que se pueda denunciar cualquier tipo de violencia que se produzca sin temor y revictimización.
Dentro de las instituciones de educación superior existen autoridades que ejercen posiciones de poder, ubicando a las estudiantes por debajo de ellos. Esto nos brinda un claro escenario en el cual al existir una fuerza de poder a la que hay que subordinarse se ejerce violencia (psicológica, física y verbal) lo que puede desencadenar en casos de acoso y abusos, que deben ser denunciados y respaldados por las autoridades, pero lamentablemente no sucede así y tampoco se crean espacios seguros que sean impulsados por y para las estudiantes.
Las mujeres vivimos en una sociedad donde no estamos seguras, constantemente caminamos con miedo, pues tampoco podemos sentirnos libres en nuestros espacios educativos. En las universidades, es un secreto a voces la violencia que viven día a día las estudiantes durante varios años, poniendo en riegos su desempeño académico, salud mental y física. Pero ¿por qué no se habla de esta realidad?
La respuesta es clara, el miedo. Este ha hecho que la triste realidad se mantenga en secreto. Tenemos que tomar en cuenta que nos encontramos en una relación de poder, donde las autoridades y docentes se creen estar por encima de los estudiantes, llegando a sentirse intocables, fomentando y encubriendo la violencia de manera descarada, provocando el silencio, el temor a no ser escuchadas, a perder su carrera o ser invisibilizadas, criminalizadas y juzgadas.
Pero ahora en las universidades, las mujeres y estudiantes universitarios nos cansamos y hemos levantado la voz en contra de la violencia que vivimos, ya no nos callamos más y denunciamos de diversas formas para visibilizar esta problemática. En Chimborazo el 23 de marzo después de una ardua lucha, se logró la destitución de un docente de la facultad de administración de empresas, esto nos da una esperanza de lucha y de seguir alzando nuestra voz para hacer justicia.
Ahora peleamos y luchamos por “Una U sin violencia”, campaña que se lleva a cabo en la Universidad Nacional de Chimborazo en respuesta a exigir que se tome en cuenta las 20 denuncias que existen en contra de un docente de la facultad de ciencias políticas administrativas. Gracias a las diversas denuncias públicas y plantones que se ha realizado en la institución se ha logrado que las autoridades empiecen un proceso interno; sin embargo, aún no nos sentimos respaldadas y seguimos alertas hasta que se haga justicia y las autoridades tomen acciones.
Es hora que todas las autoridades universitarias a nivel nacional y el gobierno tomen cartas en el asunto, tomar acciones y hacer justicia, porque ya no nos van a poder callar, declaramos alerta en las universidades y nos mantenemos vigilantes.
Necesitamos urgentemente protocolos para hacer denuncias de violencia con acompañamiento legal y psicológico, con personal especializado en esta rama, para poder evitar la criminalización y revictimización en estos procesos que suelen ser muy delicados. Las mujeres somos el 50% de la población estudiantil universitaria.
Estamos por universidades con “Cero tolerancia” al acoso, la violencia y discriminación, con protocolos y campañas continuas que concienticen a la comunidad universitaria, por autoridades, cuerpo administrativo, docentes, servidores y estudiantes que creen ambientes seguros, para las mujeres, las disidencias sexo-genéricas y estudiantes en general; la lucha será el único camino para alcanzar la equidad.