Por Henry Izurieta
Se están dando hechos inverosímiles, no eliminan ni la corrupción ni las mafias, pero piden más dinero y planean construir un nuevo hospital a costos escandolosos, igual que los precios que pagan por las derivaciones. En esas condiciones en vez de más dinero, lo que se les debería dar es un espacio en la cárcel.
El Seguro de Salud del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social está en crisis desde hace años. Los asegurados tienen enormes dificultades para lograr atención médica, no solo se reduce a la dificultad de conseguir atención médica, sino a que las medicinas no llegan a sus manos y cuando lo hacen se reducen a dos: paracetamol o ibuprofeno, que son las medicinas generalmente recetadas, lo que genera la inconformidad de los enfermos, pues, son conscientes que esas medicinas no solucionan sus enfermedades.
Las derivaciones médicas
Las mafias en la mayoría de hospitales imponen lo que se compra y los precios, también a donde se derivan los pacientes, con complicidad de funcionarios, unos amenazados, otros parte de esas mafias.
Las derivaciones médicas duplican los costos de atención, pues, al precio que el IESS paga al prestador externo de salud, se añaden los costos de sostener su propia infraestructura subutilizada por priorizar las derivaciones, a lo que se añaden los costos de las auditorias médicas, lo que ha conducido a que las deudas con el sector privado de salud sean un lastre cada vez más grande.
La OIT, hace años, le dijo al IESS que las derivaciones no deben ser el mecanismo usual de atención médica, ya que no es sostenible financieramente. Las autoridades no han tomado los correctivos planteados por ese organismo, al contrario han continuado con esa política de enviar pacientes al sector privado, profundizando su crisis y han conseguido que el Seguro de Salud prácticamente no tenga recursos económicos y tenga elevadas deudas con el sector privado de salud.
Ni el Consejo Directivo, ni el Director General, ni el Director del Seguro de Salud han tomado medidas eficaces para solucionar lo señalado. La provisión de más del 80% en medicinas que se ha publicitado, no pasa de eso, mera publicidad. No se puede ocultar las cosas positivas que se realizan en la entidad, pero las negativas son muchas y de peso.
Las derivaciones no están exentas de actos de corrupción. Están implicados médicos -ojalá no muchos- que se confabulan con las empresas de salud privadas para concretar la derivación a cambio de una comisión, o los mismos médicos que trabajan en el IESS, atienden o son propietarios de los sitios a donde se derivan pacientes.
Se ha comprobado que las facturas que llegan por esas derivaciones incluyen costos por atenciones que no corresponden a las dolencias, por lo que ahora las auditorias médicas para verificar los procedimientos que se cobran, previo al pago, son un paso adicional que aumenta los costos y alarga los plazos.
El tarifario que se aplica para determinar los costos de las atenciones médicas es un documento complejo, cuyos precios están a nivel de mercado, por lo que son perjudiciales a los intereses de los asegurados al IESS -pues de sus aportes se pagan las ganancias de las empresas de salud privada-, aunque por la calidad de la atención generalmente tienen acogida en comparación con las atención que los pacientes reciben en los hospitales y dispensarios del Seguro de Salud.
Todo lo anterior configura una pésima administración de este seguro que no ha solucionado sus problemas, al contrario, se ha adaptado, por decir lo menos, a su mal funcionamiento, propagandiza supuestas mejoras, pero los pacientes contradicen esas afirmaciones.
El aumento de ingresos
En medio de esa manifiesta incapacidad para solucionar la problemática, el IESS plantea la redistribución de los aportes para lograr que los ingresos para el Seguro de Salud pasen de 5.71% a 9.15%, reeditando lo que hace unos años fue la dañina resolución 501, que entregó más dinero a este seguro, que lo malgastó en derivaciones y profundizó la difícil situación del Seguro de Pensiones, que fue el seguro del que desviaron los recursos económicos.
Ahora tienen interés en los seguros superávitarios: riesgos del trabajo, desempleo. La consecuencia de esta propuesta será que riesgos del trabajo y desempleo entrarán en crisis para entregar dinero al Seguro de Salud que, a su vez, lo utilizará para sostener las mafias que lo controlan y pagar las derivaciones que no debieron concretarse, comprar medicinas con sobreprecios que no llegarán a los pacientes. Es decir, más dinero para sostener la corrupción. Algo inaceptable.
El nuevo hospital
En este contexto de rechazo a la forma en que están dirigiendo el Seguro de Salud también han tomado una decisión que implica grandes egresos. Llama la atención que, sin que se hayan resuelto los problemas descritos, ahora se anuncie la construcción de un nuevo hospital Teodoro Maldonado Carbo en Guayaquil, con una inversión de 489 millones de dólares, en momentos en que la administración del actual gobierno está de salida, lo que despierta las sospechas sobre las intenciones ocultas al tratar de dejar firmados los contratos, impidiendo que la nueva administración del nuevo gobierno, que se posesionará hasta fin de este año, sea quien lo haga.
Es común en Ecuador este tipo de contratos de última hora que tienen por detrás el denominado “lleve”, que no es más que acuerdos por debajo de la mesa entre los adjudicatarios del contrato y los funcionarios que apuradamente concretan ese contrato. Se apresura el proceso de contratación mientras no se hace lo mismo para reparar o mejorar la atención en los dispensarios, por ejemplo, hace meses por efectos de intensas lluvias dejó de funcionar el dispensario suroccidental del IESS en Quito, pero hasta ahora no se lo repara. Esto muestra las prioridades de las autoridades que ponen en primer plano las decisiones que conllevan la posibilidad de acuerdos que les beneficien, por sobre los pequeños gastos que resuelvan los problemas como los del dispensario en mención.
Además, el mencionado hospital justamente es el principal foco de corrupción del IESS y no se conoce que se haya ni siquiera reducido esta lacra, por lo que lo más probable es que en el nuevo hospital se concrete, en mayor dimensión, los hechos de corrupción que se están perpetrando actualmente.
Por otro lado, la construcción de hospitales no es la salida desde un enfoque preventivo. Lo que se necesita es una mayor cercanía entre los promotores de salud y los asegurados, lo que no se logra con nuevos hospitales, sino con la aplicación de otras metodologías en salud. Esto que es un clamor de los propios especialistas en salud, no es tomado en cuenta por las autoridades del IESS.
El Seguro de Salud está fuertemente infiltrado por la corrupción en la generación de citas, en la derivación de pacientes, en la compra y entrega de medicinas. Ninguna de estas lacras ha sido solucionada por los actuales directivos que, en cambio, presurosos, pretenden firmar un nuevo contrato millonario para un nuevo hospital y proponen reformas a la distribución de ingresos dotándolos de más dinero para seguir gastando en corrupción. Por ello es que están recibiendo el rechazo de los asegurados.