Jaime Hurtado, nunca serás polvo

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Por Francisco Garzón Valarezo

El recuerdo de Jaime Hurtado se muestra nítido y el calor de su memoria se agita en la historia a los 25 años de su asesinato.

Aquel mediodía del 17 de febrero de 1999 se enlutó el día. Ese crimen quedó fijado en la larga lista de las tragedias del país y se mantiene vigente, porque Jaime Hurtado sigue siendo la aurora por la que el Ecuador batalla, sigue siendo un fulgor de luz en la noche larga de los oprimidos, porque sus propuestas de redención, altas como el vuelo del cóndor, continúan presentes. Con su llameante discurso, hablaba a los hombres de las manos vacías, de los brazos sin trabajo, de las bocas sin pan.

Fue un soldado formidable metido en todas las guerras que el pueblo libra contra sus verdugos; un político diferente a esos maleantes despreciables que aparecen de cuando en cuando a pedir el voto, que se meten en política para hacerse más ricos.

Cantaba su canto que atronaba con su voz de montaña, y tendía para su pueblo su mano abierta como flor de vida, y cerraba la otra en un puño temible para enfrentar al perverso. 

Jaime…, el gran Jaime…, el colosal Jaime…, el que brillaba con su talento y el lujo de su piel negra, tiene en las crónicas de la lucha revolucionaria, el puesto de defensor de las causas justas. Quiso adelantar el reloj de la historia para redimir aquellos rostros profundos, aquellos ojos de cielos oscuros que van heredando los niños de los campos y pueblos de la patria, pero encontró el fuego de los asesinos que han impuesto, y siguen imponiendo con sus balas,sus ambiciones, su maldad, sus dogmasy su odio en el Ecuador.

Llegaba a los pueblos como la lluvia esperada y aflojaba al viento la bandera de su risa jubilosa. Nunca habló de derrotas ni de miedos. Hablaba de sus vastas esperanzas, de sus alegrías, de sus sueños inmortales que no pudo cumplir porque lo mataron los bárbaros, como han matado a tantos, esas bestias que caminan con sus botas de sangre por el rostro de la patria, acompañados siempre de algún general, de algún ministro, de algún juez; y apagaron, por un instante, el esplendor del cielo

que alumbra el asoleado camino del proletario.

Han pasado veinticinco años, y su mensaje, su risa y su recuerdo seguirán vivos por siempre, porque Jaime Hurtado, nunca será polvo, y nunca descansará en paz,porque vivirá eterno en las guerras de redención contra la siempre feroz y rapaz oligarquía.

Febrero, 2024

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